Danzatlán: la Gala, un espectáculo pantagruélico y emotivo

Casta diva | Opinión

Un repertorio que unió lo clásico y lo contemporáneo le dio al público una emocionante experiencia en el Teatro Morelos de Toluca.

La bailarina mexicana Elisa Carrillo en el espectáculo Danzatlán. (Foto: Carlos Quezada)
Ciudad de México /

El arte total seduce, hipnotiza, causa adicción. Es una celebración de la naturaleza humana que llega a sus límites para entregarse a sí misma, a sus posibilidades de placer y disciplina en la creación de una obra viva.

La Gala final del festival Danzatlán fue pantagruélica. La pieza central era el Bolero, coreografía creada por Maurice Béjart con la música de Maurice Ravel. El Bolero contiene la esencia de la seducción, el ritmo, la incorporación paulatina de instrumentos, nos envuelve hasta llegar a un crescendo apoteósico. Desde que fue estrenada en 1928, ha sido inspiración de bailarines y coreógrafos. Béjart, que transformó la danza contemporánea, hizo una de las obras más brillantes que existen. Esta versión contiene todo el erotismo ritual del arte más primigenio, del momento en que lo pagano y el arte eran parte del misterio de la humanidad. Es una pieza para solistas y un cuerpo de baile que configuran el espíritu de la danza. El solista en ocasiones es un hombre o una mujer, el embrujo erótico es el mismo, los movimientos son los mismos. Elisa Carrillo la interpretó con 40 bailarines, una interpretación espléndida, del nivel de su maestría.

El programa fue una selección de pas de deux, con varios de los primeros bailarines de las compañías más importantes del mundo. Esto significa que el nivel artístico es muy elevado, la Gala fue de esos espectáculos que estamos acostumbrados a ver en Europa o Nueva York, verlo en el Teatro Morelos de la ciudad de Toluca fue un verdadero privilegio.

La bailarina mexicana Elisa Carrillo y Alejandro Virelles, del Ballet Nacional de Cuba.

Hubo momentos exquisitos como la coreografía de Uwe Scholz con música de Sergéi Rachmaninoff, interpretada por Elisa Carrillo y Alejandro Virelles de la compañía Staatsballett Berlín. La soltura de la pareja, pareciera que el cuerpo fue creado sólo para bailar.

Inesperada y poética fue Faun(e), coreografía de David Dawson, con música de Claude Debussy, interpretada por Marcelo Gomes y Alejandro Martínez de la compañía Semperoper Dresden Ballett. Amorosa, fluida, simétrica, era ver Fedro, el diálogo de Platón interpretado en danza. Borelia, con coreografía de Edwaard Liang, música de mi admirado Max Richter; intérpretes: Lucía Lacarra y Matthew Golding, de la compañía Dortmund Ballet. La selección de la partitura es ya una declaración de principios, y la pareja la abordó con emoción y dominio.

Lucía Lacarra y Matthew Golding, bailarines de la compañía Dortmund Ballet. (Foto: Carlos Quezada)

El siempre espectacular pas de deux de Don Quixote, que lo podemos ver cien veces y siempre es un espectáculo de maestría, en esta ocasión fue extraordinario, la coreografía de Marius Petipa sobrevive al tiempo y sigue siendo un reto para todos los bailarines, con música de Ludwig Minkus, interpretada por Ekaterina Pervushina y Kimin Kim de las compañías del Ballet del Teatro del Kremlin y Ballet del Teatro Mariinsky.

Ekaterina Pervushina y Kimin Kim interpretando el pas de deux de Don Quixote. (Foto: Carlos Quezada)

Extraordinaria, por su fuerza y propuesta, fue Long dem day, con coreografía de Marco Goecke, música de Nina Simone, interpretada por Moisés Carrada, Ana Elisa Mena, Braulio Fernández, Yered Tobón, Erick Santamaría, Yuval Morales, Valeria Mariaud, Alejandro Mendoza, Nayeli Quiroz, Corine Jarvis, Alexis Escamilla y Ernesto Rosales, de la Compañía Nacional de Danza, fue de mis favoritas. Hubo más coreografías, fue, como ya dije, pantagruélica la gala, menciono las que podría ver decenas de veces y que no voy a olvidar.

El teatro lleno absoluto, el público gritaba y aplaudía, era impresionante ver tanta emoción por presenciar danza clásica y contemporánea. Son fundamentales para fomentar el aprecio por el arte y la cultura estos espectáculos, que además fueron gratuitos por el compromiso que la Secretaría de Cultura del Estado de México tiene con su misión. Estoy segura de que muchos niños y niñas, jóvenes, salieron del teatro convencidos de dedicar su vida a la danza y al arte. Definitivamente la Fundación Elisa Carrillo está marcando la historia de la danza en nuestro país.


AQ

  • Avelina Lésper

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