2021: cinco años sin David Bowie

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Su herencia trasciende la música: el camaleón del rock es un icono de ambos siglos y en todo el planeta.

David Bowie como su álter ego Ziggy Stardust. (Foto: davidbowie.com)
Iván Ríos Gascón
Ciudad de México /

Este 10 de enero se cumplen cinco años de la partida de David Robert Jones, el David que eligió como apellido artístico la denominación de un tal Jim (creador de los cuchillos Bowie que se usan desde el siglo XVIII), y que tuvo la elegancia de morirse dos días después de su cumpleaños número 69 y de la publicación de Blackstar, su último disco.

Cinco años sin un David Bowie que, al parecer, calculó todos los detalles antes de despegar a donde vuela el Mayor Tom. Como decíamos, nació el 8 de enero de 1947 en Brixton, uno de los distritos más importantes de Londres, Inglaterra, y Blackstar fue su álbum de estudio número 25: siete tracks que fueron bien recibidos por la crítica y de los que tres mantienen buen puntaje en descargas digitales (“Blackstar”, “Lazarus”, “I Can’t Give Everything Away”), aunque su herencia trasciende la música, todos lo sabemos, Bowie es un icono de ambos siglos y en todo el planeta.

Haré una pausa porque sí, es probable… Ahora que comienza el 2021, recordar que hace un lustro David Bowie levantó el vuelo desde Manhattan, Nueva York, podría ser una efeméride ociosa, superflua, frívola o hasta de mal gusto para algunos lectores según su experiencia personal, todo depende de cómo se hayan sobrellevado los meses negros, y alguien, incluso, podría evocar que por estos mismos días de enero del malhadado año que terminó, comenzó la letalidad que tiene en vilo al mundo y se inauguró oficialmente la era en que todos vivimos en peligro, o que hay otros personajes significativos que también cumplen un aniversario luctuoso en este enero, digamos el basquetbolista estrella Kobe Bryant.

No obstante, la música de Bowie permanece. “Ashes to Ashes”, “Space Oddity”, “Ziggy Stardust”, “Young Americans”, “Starman”, “Heroes”. La lista puede seguir. Es un soundtrack a la medida de cualquier tipo de emociones, sean oscuras, esperanzadoras, fatales, luminosas, lúdicas, solemnes, grises, irreverentes. Todo eso cabe en las texturas acústicas de sus canciones, todo eso cupo en la rugosa textura bajo su piel, quizá es por eso que rechazó títulos nobiliarios (Caballero Comendador y Caballero de la Orden del Imperio Británico en 2000 y 2003) o que se lanzó a aventuras delirantes en Berlín consternado por la paradójica obsesión de los nazis por recuperar el Santo Grial (viajó a Alemania para tratar de entender la maldad del Tercer Reich, según le relató al periodista inglés Tony Parsons en una entrevista) o que encarnó a personajes míticos como Thomas J. Newton, el extraterrestre traficante de agua en El hombre que cayó a la tierra (Nicolas Roeg, 1976) o el tipo que inspiró no sólo espiritual sino románticamente a Lou Reed.

Del 2021 es casi imposible albergar grandes expectativas. Lo más recomendable sería pensar este nuevo ciclo escuchando The Man Who Sold The World (1970), uno de sus discos más poderosos aunque menos populares por sombrío, aunque tal vez cometeríamos un gran error. Es mejor hacerlo con Next Day (2013), su penúltima obra y en la que destaca “Where Are We Now?”, esa extraordinaria rola que nos habla de un hombre rememorando el pasado, en busca del tiempo perdido.

AQ

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