Dos escritores del signo de Escorpión
Como Sor Juana Inés de la Cruz, David Toscana es del signo zodiaco de Escorpión. Ella, del 12 de noviembre; él, del 7 del mismo mes. Sor Juana, de 1651; David, de 1961. Ella le lleva 310 años; él tiene (hasta el momento), 11 novelas y dos libros de cuentos, además de sus “Toscanadas” imperdibles de Laberinto, suplemento cultural del periódico MILENIO, y de sus artículos, en Letras Libres, además de otras revistas y periódicos, Podríamos seguirle los pasos a la creación de la monja novohispana, una obra que ahora llamaríamos multidimensional, que lo fue desde el XVII, pero en esta ocasión nos toca hablar del escritor regiomontano, cuya obra se ubica en la vuelta del siglo XX al XXI. Antes de despedirnos de la Fénix de México, quien seguirá renaciendo de sus cenizas, anotamos que Sor Juana y Toscana son exigentes autodidactas (aunque en 1994 Toscana estuvo en el International Writers Program de la Universidad de Iowa y en 2003 en Berliner Künstlerprogramm). ¿Introvertidos? Sí y no, eso sí: irónicos ambos. Los caracteriza una ironía sonriente, inteligente, profunda, comenzando con ellos mismos para, desde su punto de vista, cuestionar, sugerir nuevos caminos en la creación. ¿Así de fácil? Sí y no: con el talento artístico, el trabajo, la disciplina y, lo fundamental y punto de arranque: la lectura.
Unas bicicletas que no respetan el alto
Se dice que David Toscana empezó a escribir tarde. Pero, ¿qué es escribir tarde, cuando años antes quien ahora escribe ha leído siempre? Primero fue ingeniero industrial y de sistemas (Sor Juana siguió siendo contadora del convento). Luego (o antes quizás) a David le picó su propio alacrán de la escritura. Y en 1992 publicó su primera novela, Las bicicletas. Su autor, a punto de cumplir 32 años. Treinta y dos años después, recibe por voto unánime del jurado calificador el Premio Excelencia en las Letras José Emilio Pacheco (2024) —Jacobo Sefamí, Vittoria Borsò, Roberto Domínguez Cáceres, María Dolores Almazán Ramos y Carmen Boullosa, escritora que recibió el mismo premio en 2023—, reconocimiento que otorga la Universidad Autónoma de Yucatán, la Feria Internacional de la Lectura (FILEY) de la propia universidad, y la asociación internacional UC-Mexicanistas.
Esas bicicletas, de las que parece renegar su autor, son el vehículo que no se detiene. Pasará por Estación Tula (1995) y se detendrá en Santa María del circo (1998). Repuesto su autor del Duelo por Miguel Pruneda (2002), se apartará en un lugar remoto para reflexionar y escribir un tratado de estética de la escritura: El último lector (2005). Regresa, cruza la frontera y diseña las estrategias de El ejército iluminado (2006). Y los pedales de las bicicletas de 1992 siguen girando al vuelo de las teclas de la computadora para, pasando por Los puentes de Königsberg (2009), llegar a La ciudad que el diablo se llevó (2012). El manubrio frena, el autor cuestiona. ¿Y qué pasaría si el hijo de Dios Padre fuera … mujer? Y aparece Evangelia (2016) que casi de inmediato dio lugar a Olegaroy (2017). Todas estas jornadas de producción literaria llegan por lo pronto y, con muchos kilómetros de lectura y escritura, a El peso de vivir en la tierra (2022), resultado de un sólido conocimiento de la literatura rusa, de los avatares de sus escritores y de una magna capacidad de la imaginación de David Toscana.
Una novelística muy premiada
Con El último lector de 2005, que recibe tres reconocimientos —el premio literario francés Antonin Artaud, el premio Bellas Artes Narrativa Colima y José Fuentes Mares de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez—, David Toscana inaugura una cadena de premios. Más que un premio, su novela Santa María del circo de 1998 fue reconocida en Estados Unidos como uno de los mejores libros del año, y de esta novela se hizo una película (Deserto). Con El ejército iluminado de 2006 recibe dos años después el Premio José María Arguedas (Casa de las Américas), Con Olegaroy de 2017, el Premio Xavier Villaurrutia de ese año y el Premio Elena Poniatowska de 2018. Con El peso de vivir en la tierra de 2022 llega el Premio Mazatlán 2023, y ese mismo año recibe el V Premio Bienal Mario Vargas Llosa. Esta novela es una importación de Rusia y su literatura a Monterrey, centro del corazón de la obra en su conjunto y de su autor. En sus estructuras superficial y profunda es la estrategia fincada en la libertad de la creación; justicia poética a autores rusos, víctimas del régimen de su época. El Premio Excelencia en las Letras José Emilio Pacheco, que considera cuatro géneros literarios, cierra por ahora esta ristra de galardones, que promete abrirse de nuevo en la trayectoria sin lugares comunes de David Toscana.
Once novelas, con una toma de agua en dos libros de cuentos
Sin duda David Toscana es más novelista que cuentista, y es la novela el género en que desde un principio ha incursionado mayormente. Sin embargo, en 1997 apareció un libro de cuentos —Historias del Lontananza, que en 2003 se titularía Lontananza (hay que aclarar que este último no es una reimpresión del primero sino una edición “modificada”) — y nueve años después sus lectores tuvieron en las manos Brindis por un fracaso (2006), una compilación de seis cuentos publicados anteriormente (tres de ellos de las “historias ebrias” de 1997). El primer cuento de Historias del Lontananza es “Bienvenido a casa”, ecos de “Bienvenido Bob” del escritor uruguayo Juan Carlos Onetti. La cantina llamada Lontananza es el lugar clave en la creación de los nueve cuentos de estas dos ediciones, que en el segundo libro de cuentos “brindan” por el fracaso de sus personajes. Toscana es lector de Onetti; Sor Juana y Toscana, lectores de Cervantes.
“Toscanadas” en el Laberinto de MILENIO
“Noticias de Toscanadas” en MILENIO reúne precisamente muchas de sus colaboraciones quincenales. Desde el 29 de enero de 2021 a las “toscanadas” que han estado apareciendo en 2024; de “Hombre que no sabe latín” a (hasta ahora) “Numerones y numeritos”. Las leemos como una especie de inventarios que nos recuerdan el de José Emilio Pacheco. En una de ellas nos habla de sus “mil mudanzas”. En todas lleva su ingenio, su curiosidad, su estado de alerta a las mil caras y más de la cultura de México y fuera de México. En el centro de su mirada, Monterrey, la regia ciudad de este regio escritor.
Regalo para la FILEY: una breve antología, al gusto de David Toscana
Como respuesta a nuestra solicitud —trabajo por encargo— (ah, no solo a Sor Juana), tenemos esta antología hecha por el propio escritor. Comienza con dos de sus cuentos: “El cacomixtle”, de Historias del Lontananza (y también de Lontananza) y “El nuevo”, de Lontananza. La selección toscaniana no podía dejar fuera a su cacomixtle (del náhuatl tlaco-mixtli / medio-felino); por una parte, animal referido en el cuento y, por otra, personaje viejo y solitario que atiende en la cantina Lontananza. Odilón (es su nombre) intenta seguir los pasos de un Manual del bartender que compra, pero las carencias de su cantina no tienen nada que ver con el bar “ideal” que pretende el manual del “bartender”. “El nuevo” es la historia de un burócrata fracasado. El fracaso, uno de los temas recurrentes en la narrativa de David Toscana. Eso sí, no cualquier fracaso en la estructura superficial, aunque sí, sugeriría Ricardo Piglia, son todos fracasados en la estructura profunda de sus historias.
De estos dos cuentos, David Toscana pasa a seleccionar fragmentos de cuatro novelas, de la más a la menos reciente: El peso de vivir en la tierra (2022), Olegaroy (2017), Evangelia (2016) y La ciudad que el diablo se llevó (2012). En la primera, Nicolás (en ruso Nicolai) desde Monterrey se entera de la muerte de tres cosmonautas, al regresar la nave a la tierra. ¿De qué morirían? Nicolás llega a su casa, abraza a su esposa y le dice que morirán con los cosmonautas rusos: “«Nuestros corazones», dijo, «no soportarán el peso de vivir en la tierra.»”
Olegaroy es la vida del personaje que se llama igual que la novela. Sufre de insomnio y sus ocurrencias podrían derivar en sentencias filosóficas; la “inocencia” en interpretaciones complejas. La biografía de Olegaroy (como en algún tiempo le llamaron sus amigos a David Toscana, quien no tiene nada que ver con el personaje más que ser su autor) comienza cuando tiene 53 años. Es el 8 de abril de 1949. ¿Y qué sucede? ¿Es la edición del periódico El Porvenir lo que desenlaza la nueva vida de Olegaroy? ¿O el crimen de la joven Antonia Crespo? La novela no propone soluciones, no se “autodestruye” sino que va trazando líneas impredecibles.
Evangelia de 2016 anuncia desde su título que el personaje femenino se impone. Una especie de reivindicación, una lectura al revés de la Biblia. José y María no tendrán un hijo sino una hija. Aunque “norteados”, Melchor, Gaspar y Baltasar caminan guiados por una estrella y van llevando al lector al meollo de la novela. Es una lectura “femenina” de la Biblia porque, sí, ¿qué ocurriría si en el pesebre de Belén María hubiera dado a luz a una hija y no al niño destinado a convertirse en Cristo? La respuesta —más divertida que irrespetuosa (o ambas)— la encuentra la lectura de esta novela.
La ciudad que el diablo se llevó es una novela sobre Varsovia, de la que su autor dice que es el único de sus libros donde se recrea una ciudad europea. Cuatro sobrevivientes de la guerra dialogan sobre la muerte, el cementerio. La sobrevivencia se llena de vida desde las voces (todas distintas entre ellas) de quienes han escapado de la muerte. Los salva el sueño, la ilusión, un futuro sin futuro. Los salva la palabra. Un nuevo registro temático y formal en la novelística de David Toscana. A la ciudad se la llevó el diablo, y los cuatro sobrevivientes hablan del pasado mientras ilusionan una nueva vida que inventan desde la alegría precisamente de estar vivos.
Los cuatro fragmentos de las novelas que su autor ha leído son una invitación para nosotros, y no solo de estos cuatro títulos sino de su novelística, reseñada, traducida, premiada; una narrativa que de par en par ha abierto sus páginas, con la imaginación de David Toscana, a partir de sus “bicicletas” de 1992.
Seis textos “sueltos”, entre ellos, algunas “Toscanadas”
Escogidas entre muchas, para esta antología el autor elige seis de sus reflexiones culturales, literarias, personales: “Si yo fuera dios” (Laberinto, 477; agosto 4 de 2012); “El placer de la relectura” (Babel; 11 de junio de 2011); “Recuerdos de la mala literatura” (Laberinto, 470; junio 16 de 2012); “Libros expósitos” (Letras Libres 33; 22 de enero de 2021 ); “La soledad del corredor de fondo” (Letras Libres 13 de agosto de 2021); “Lo que se aprende en las novelas” (Letras Libres 1º de octubre de 2021). Los títulos proponen humor, bienestar, mala experiencia, abandono, soledad, aprendizaje. Son los puntos de vista, coherentes entre sí, de un escritor alerta, actualizado, con criterio y crítica cultural. Es importante remarcar esta capacidad crítica —un género más—, directa, los puntos de vista de un escritor que lee y sigue aprendiendo.
David Toscana por él mismo y por nosotras
Sin personajes no habría novelas en su narrativa, nuevos personajes de otras y de esta época. Comenta acerca de ellos en las entrevistas y platica con ellos, como si fueran sus cuates y no criaturas por él inventadas. Autor y narrador enfocan en el personaje. ¿Dónde? Mayormente en Monterrey (real y ficticio), desde donde parte (y se queda siempre) el autor. No se queda pero tampoco se va. Viaja hacia sus interiores, crea en espacios habitados por su propia imaginación. Sus lecturas son sobre todo relecturas: de la Biblia, la filosofía, la literatura: de México (“todo México es Monterrey”) a Uruguay, a Europa. Su imaginación parte de sus lecturas y éstas derivan en su propia imaginación en la que la intuición también participa. David Toscana cuenta (y no) su vida y ésta es su infancia —la cercanía al cementerio; dice que de niño hablaba con los muertos—. Y le creemos. En los años cuarenta no había nacido pero su ficción tiene mucho que ver con esos años. Podemos afirmar (reafirmar, a partir de sus propios comentarios) que su imaginación se da a partir de un buen libro, el libro del buen narrar. Una frase clave (por cierto, en su narrativa se cuelan citas textuales) es, y así lo dice, que “la realidad está en la literatura”.
El Premio Excelencia en las Letras José Emilio Pacheco 2024 para David Toscana
Se anunció el domingo 3 de diciembre de 2023, al concluir el XXVI congreso internacional de UC-Mexicanistas en la Feria del Libro de Guadalajara. Entregado el sobre cerrado por el representante del jurado, lo abrimos con gran emoción. El nombre, David Toscana. El público se enteró antes que él. Le hablamos por teléfono y, a pesar de que era la madrugada en Madrid donde ahora vive, David contestó. Le dimos la noticia, aceptó encantado. Sus novelas, sus “toscanadas” en el periódico, sus entrevistas, sus cuentos, fueron sin lugar a dudas considerados en la deliberación del premio. No lo dice (y poco se sabe) pero fue traductor de Musitrón, un estudio de Monterrey donde se doblaban las canciones de las películas de Disney. Era la época —años noventa—, cuando viajaba en un auto muy grande que cruzaba el desierto llevando en la cajuela una computadora grande también. Llegaba con su saquito justo y abierto, y decíamos que era el Bob Dylan de la literatura mexicana.
Se llama David, nombre bíblico. El “nuestro” —David Toscana— igualmente toca muy bien el arpa de la escritura, y es también un guerrero muy osado con la literatura; además, sabe hablar bien. Escribir, también. Y leer, leer, leer. Sor Juana dijo haber aprendido antes de cumplir los tres años y leyó toda su vida, un hábito prendido en la piel de David Toscana. Ella, él, se hicieron al ritmo de la palabra escrita, que empezaron a dominar como segundo paso al que dio pie la lectura. El Premio Excelencia en las Letras José Emilio Pacheco es para escritores que, al menos, dominan cuatro géneros. El quinto, el de la lectura, sería un género más, entre los mayores. Y David Toscana es un gran lector; sus escritos son prueba contundente.
Supimos de David Toscana por medio de José Emilio Pacheco cuando hace alrededor de 30 años nos dijo que una nueva literatura se anunciaba y mencionó su nombre. El Inventario de José Emilio tiene ahora un interlocutor en él, autor de artículos varios y de muchas Toscanadas, de dos libros de cuentos —sus cercanas “lontananzas” —, de once novelas que van de Las bicicletas de 1992 a El peso de vivir en la tierra de 2022. La flecha que atraviesa su obra lleva ahora un sello más con el número 12: el Premio Excelencia en las Letras José Emilio Pacheco.
María Teresa Mézquita Méndez es directora de Feria Internacional de la Lectura Yucatán (FILEY), de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY). Sara Poot Herrera es directora de UC-Mexicanistas.
AQ