Luego de ensayar una plétora de castigos, buena parte de las sociedades occidentales han concluido que la consecuencia legal de un delito es la prisión en condiciones más benévolas que el antiguo San Juan de Ulúa o el château d'If o una supermax gringa o un ático en París. A veces la ley del talión es deseable, pero se percibe más como venganza que como justicia. También es usual que se manifieste cierta alegría mediática cuando se aplica el porfiriano “mátalos en caliente” en casos de in flagrante delicto.
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El país con más prisioneros es Estados Unidos. México va en noveno lugar, pero no nos haría mal subir en el escalafón. Los países con más prisioneros per capita son El Salvador y Cuba. El Salvador, por eso de la política severa de Bukele; Cuba, porque allá hay delitos que en otros países son derechos. Últimamente bajó la población carcelaria en Rusia porque el ejército reclutó criminales.
En guerras de independencia e insurrecciones ha sido cosa natural asaltar prisiones para liberar reos. Luego esos reos abrazan la causa libertaria, también rapiñan, asesinan, violan y son paladines de la justicia. El caso más famoso fue la Toma de la Bastilla con más renombre que cantidad, pues solamente se liberó a siete reclusos. El más bello es el de la libertad que dio don Quijote a muchos desdichados que, mal de su grado, los llevaban donde no quisieran ir.
Eran presos que, en vez de languidecer en una prisión, tenían por castigo ejercer como galeotes, una chamba tan poco envidiable, que crónicas antiguas la describen como peor que la muerte. Por suerte para Ginés de Pasamonte, y para los lectores de la segunda parte del Quijote, su caravana de presos se topa con el Caballero de la Triste Figura.
Las asociaciones animalistas protestan porque hay alrededor de seis millones de animales en los zoológicos del mundo. Si el dato es correcto, son menos que los humanos presos. Para hacer notar que los animales en cautiverio están tristes, tales asociaciones mencionan algunas patologías bastante humanas: apatía, aburrimiento, falta de apetito, sumisión, comportamiento sexual anormal.
Esto último no ha de preocupar a los animales sin pudor, pero no sé cómo lo asimilen tantos hombres solitarios que están siempre filmados; ni cómo lo asimilen los guardias. En los zoológicos, muchos animales no la pasan tan mal. Los gorilas tienen más metros cuadrados que en las prisiones de alta seguridad. Puede haber una vida feliz de pareja, como la de Pe Pe y Ying Ying. Y puede haber una triste vida y muerte tras ser liberado, como la de Keiko.
El zoológico de San Diego, California, tiene tantos animales como presos se fugaron de la prisión de Port-au-Prince esta semana. Tres veces se les fugó un orangután. Una vez se les escapó el demonio de Tasmania.
AQ