Las Cartas Persas, con su tono ligero y profundo, abrieron a Charles Louis de Secondat, barón de Montesquieu, las puertas de los salones parisinos de moda. En el 2015 sirvieron además como pretexto para que Jacques Audiard realizara su película Dheepan, ganadora de la Palma de Oro en Cannes.
Desde el inicio es evidente que esta película es una obra fascinante. Una mujer desesperada busca algo en la multitud de desplazados por la Guerra Civil en Sri Lanka. Finalmente se apodera de una huérfana con la cual se construye de inmediato una familia ficticia. “Esta es mi hija”, dice a los burócratas que están admitiendo refugiados en un barco. “Y este es mi esposo”.
El supuesto esposo es Dheepan, un guerrillero que lleva peleando veintiséis años en su país y que poco a poco revela su pasado en esta aventura que lo lleva desde las selvas asiáticas hasta París. Aquí, en un suburbio de la capital francesa descubriremos realidades extraordinarias, no sólo el exotismo del lejano oriente en el recuerdo de Dheepan, sobre todo el exotismo de Occidente.
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Con la misma maestría con la que realizó la película Un profeta en el 2009, Jacques Audiard ha conseguido capturar sus muy diversos intereses y enfocarlos en esta ficción en la que un guerrillero se transforma en vendedor ambulante de lucecitas navideñas. La película, sin embargo, trasciende la exposición de la miseria. Audiard es un maestro y lo suyo es la acción, no la denuncia.
El secreto de la supuesta familia va creciendo, se va volviendo peligroso, la familia tiene que moverse hacia un multifamiliar donde se encuentran con otra guerra. Audiard nos enfrenta así a la realidad de la nueva Francia, un país en el que para escapar de la violencia de la desigualdad es necesario un héroe un poco inocente y un poco salvaje, Dheepan, este tipo brutal y adorable que termina por seducir a la mujer que lo escogió en la multitud por interés. Y convencer también a la niña huérfana de guerra de que es su padre. Y nos convence a nosotros de que aún es posible asistir a películas de héroes como en aquellas viejas películas francesas que alimentaron la infancia de Audiard.
Esta nueva guerra tiene lugar en un multifamiliar poblado de mafiosos de todas las etnias. Aquí se habla francés con acento árabe. Si en Un profeta Francia era vista en clave simbólica, como una cárcel en que los blancos se estaban volviendo minoría, hoy Francia es este multifamiliar que ya no es blanco y no es católico, es este lugar opresivo lleno de mafia y que le reza a Alá.
Dheepan tiene el encanto del cine épico de La trilogía de Apu de Satyajit Ray y muestra que más allá del desencanto que traslucen películas francesas como Entre los muros de Laurent Cantet o El odio de Mathieu Kassovitz aún es posible escribir de héroes en Francia.
Las oleadas de inmigrantes que vienen a refugiarse aquí de todas las guerras causadas por Occidente sólo han cambiado el rostro de los protagonistas, pero aún hay en las calles de Europa sitio para la poesía, el amor y el heroísmo del cine francés de los años de 1950. La única diferencia estriba tal vez en que los adalides de hoy no se llaman Jean-Paul Belmondo o Alain Delon, sino Antonythasan Jesuthasan, un nombre que, por otra parte resulta muy colorido. La actuación de Jesuthasan es tan buena que transmite con la mirada todo aquello que también hay en las Cartas de Montesquieu.
Dheepan puede verse en México a través de Apple TV, Cinépolis Klic, Claro Video, Google Play y otros servicios de streaming.
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