Dhyana Arom, soprano: “‘Florencia en el Amazonas’, un parteaguas en la ópera mexicana”

Música

Próxima a regresar a Bellas Artes, la cantante habla sobre la emoción que le provoca esta obra; nombra también sus retos, su manera de abordar personajes desde la emoción y la influencia de Gabriel García Márquez.

Dhyana Arom, soprano mexicana. (Foto: Carlos Baeza)
Ciudad de México /

A la soprano Dhyana Arom la siguen las mariposas: primero fue Iris, en El juego de los insectos, la ópera de Federico Ibarra inspirada en la pieza teatral de los hermanos Karel y Josef Čapek; después debutó como la Madama Butterfly de Giacomo Puccini; y en octubre próximo tendrá, quizás, el papel más importante de su carrera: encarnar al personaje epónimo de Florencia en el Amazonas, de Daniel Catán, que deja atrás sus éxitos en Europa en busca de su amor abandonado: un cazador de mariposas.

Ganadora del premio Revelación Juvenil del XXXII Concurso Nacional de Canto Carlo Morelli en 2014, todavía con su nombre de pila Diana Mora Rodríguez, la joven soprano ya con muchas tablas en el Palacio de Bellas Artes está consciente de más coincidencias antes de asumir el rol de Florencia Grimaldi: no sólo interpretará a una cantante, como ya hizo con Tosca (y en teatro Master Class, sobre Maria Callas, la artista que más ha influido en su carrera como soprano), también será su segunda ópera mexicana cuyo libreto lo escribió una mujer. El primero fue el de Verónica Musalem (El juego de los insectos) y ahora es el de Marcela Fuentes-Berain, inspirado en historias de Gabriel García Márquez.

También tiene presente el diálogo que entablan Catán y Puccini, en especial con Florencia en el Amazonas (1996) y Turandot (1926), porque Arom vivió su metamorfosis artística en tres de las principales heroínas del italiano: la cruel princesa, Tosca y Cio-Cio San (chōchō, mariposa en japonés).

Y sabe la importancia del estreno de la obra de Catán escenificada en Palacio de Bellas Artes el próximo 8 de octubre —casi tres décadas después de la premiere en 1996 en Houston—, que además se anticipa a su estreno el 16 de noviembre en la Metropolitan Opera House de Nueva York para hacer historia como la primera ópera en español y mexicana montada en ese escenario en más de 100 años (y que igual podrá verse en México, en el Auditorio Nacional, en transmisión en vivo el 9 de diciembre).

Ni más ni menos es la ópera mexicana más montada en el extranjero y la primera comisionada por tres importantes casas en EEUU: la Grand Opera de Houston, la Ópera de Los Ángeles y la Ópera de Seattle.

“Me emociona muchísimo. Florencia en el Amazonas es uno de los pilares de la gran escuela de ópera mexicana que nos pone en estándares internacionales y nos representa ante el mundo. Es la obra más importante de Daniel Catán. No sólo la vamos a estrenar en el Palacio de Bellas Artes con la Compañía Nacional de Ópera, también será estrenada en la MetOpera de Nueva York, la mejor casa de ópera del mundo”, dice Dhyana Arom, en entrevista a un mes de debutar su primer protagónico en una ópera mexicana en ese escenario después de El juego de los insectos y La Güera de Carlos Jiménez Mabarak.

Compartirá el escenario en el que debutó en 2012 como la Donna Elvira del Don Giovanni de Mozart, con Denis Vélez (primera ganadora mexicana de las audiciones de la MetOpera en 2020), Evanivaldo Correa, Carlos Arámbula, Óscar Velázquez y Armando Gama, en el montaje de Enrique Singer para la Compañía Nacional de Ópera, con Iván López Reynoso al frente de la orquesta y coro del teatro.

¿Quién es Florencia Grimaldi para usted?

Así, literalmente, es la proyección ideal de toda soprano, porque es la diva de los teatros, ha estado y cantando en todo el mundo, pero ha tenido este vacío emocional toda su vida. Es el arquetipo de la diva, una cantante muy conocida que tiene los aplausos de sus seguidores, pero emocionalmente le falta algo. Y ahí es cuando se hace más profunda esta ópera, investigando cuál es la necesidad humana más importante: aunque se tenga todo en la vida, todo lo que alguien podría desear, siempre hay algo más allá, que nos llena más. Probablemente, tenga que ver con esta alma latinoamericana de nuestra pasión, de poder conectarnos con los otros, de forma amorosa; por ejemplo, para los mexicanos, lo más importante es la familia. Y esto es lo que le falta a esta figura de la diva. Y es lo que Florencia viene a buscar en ese viaje quizás espiritual, busca más allá de lo que el mundo terrenal le puede ofrecer.

¿Qué implica en su carrera encarnar a este personaje de Catán?

Es interesante porque después de haber abordado a los personajes puccinianos más importantes: Tosca, Turandot y Madama Butterfly (digo que Puccini es mi especialidad), que son muy, muy demandantes, que tanto piden a la soprano a nivel musical como emocional, llega Florencia en el Amazonas, este personaje de Florencia Grimaldi, que también es de una escritura musical muy difícil, muy compleja de desentrañar, de ir integrando la carga emocional. Para mí, como soprano, ha sido muy importante encontrar el equilibrio entre lo emocional y lo musical, porque, a fin de cuentas, somos vehículos de un mensaje emocional. Y este personaje pide de todo: una emocionalidad muy profunda, muy trabajada, que se haga un trabajo profundo sobre los mensajes emocionales que trae. Y musicalmente hablando es todo el registro de soprano. Además, es muy extenuante porque canta mucho tiempo en el escenario. Y, sin duda, también implica transmitir además lo sociocultural, lo que significa ser mexicana, en este caso por la escritura de la obra, que es un personaje latinoamericano (se dice que Manaos es su tierra), lo que lleva a qué significa ser latinoamericano ante el mundo y poder expresarlo.

¿Qué le parece el libreto, escrito también por una mexicana: Marcela Fuentes-Berain?

Es un libreto que integra elementos mágicos de esta corriente (de la literatura, el realismo mágico) y es sumamente rico. Hay personajes muy presentes y que en una ópera nos imaginaríamos que van a cantar, pero no, son una presencia tácita, musical, lo cual para mí es único en toda la literatura operística. También está toda esta cuestión trascendental en el ser humano, sobre todo en la mujer, que muestra, visibiliza, su lado más pasional, animal incluso. Eso se me hace muy interesante también.

¿Cuál es la parte más compleja para usted como cantante?

Uf, lo musical es difícil. El maestro Catán maneja un lenguaje musical bastante complejo para los intérpretes, pero también está la conexión emocional, ya que esta obra habla mucho del pasado y nos obliga a conectar con nuestros pasados emocionales y mostrarlos al público. Hay que ser una intérprete coherente, honesta con los espectadores e intentar cambiarles la vida a través de nuestros recursos, de nuestra propia emocionalidad. Y, obviamente, enfrentarnos con nuestros fantasmas del pasado, lo que emocionalmente nos ha movido y cambiado, pues es duro.

La soprano Ailyn Pérez, que estrenará Florencia en la MetOpera; Ana María Martínez y María Katzarava, que ya la han interpretado, coinciden en la relación entre Catán y Puccini. Incluso Peter Gelb, el director general de la MetOpera, ha subrayado el punto. ¿Qué opina?

Sí, creo que la escritura vocal va más por el estilo de Turandot, ya que tiene la peculiaridad de usar todo el registro, todas las notas que a lo mejor una soprano podría abordar; ambos son papeles que llevan el registro a un lado extremo. El lado más amable del personaje de Turandot es que no tiene tanto tiempo sobre el escenario, a diferencia de Florencia, que sí canta bastante. Creo que es eso. Puccini tiene que ver con la emoción. El maestro Catán, quizás al querer exponer este sentimiento latinoamericano, pues es la misma emoción sobre el escenario, dar un mensaje más allá de otros estilos operísticos donde se busca el lucimiento vocal; aquí es más bien el lucimiento emocional: qué tanto puedes cambiarles la vida a los que están en la butaca.

¿Ya ha tenido tiempo de hablar con el maestro Enrique Singer sobre la puesta en escena?

Al parecer va a ser un poco más moderna de lo que marca el libreto. Apenas vamos a empezar con el trabajo de filigrana, el trabajo duro escénico. Pero siempre es un reto tratándose de Bellas Artes, el más importante de México y uno de los más importantes de América Latina. Y su público también es especialista. Siempre es un reto entregar un producto lo más redondo y completo posible.

En Bellas Artes, en 1999, Florencia se estrenó en formato concierto. ¿Siente presión ahora con la responsabilidad de que ahora será escenificada por primera vez en ese escenario?

Más bien es un impulso. Bien se dice que para un cantante, como para cualquier deportista de élite, siempre implica un grado de estrés, que dependerá de cómo lo aborde: si lo ve más como estrés o como emoción. A mí me gusta verlo más como emoción para que sea algo creativo y me ayude a desempeñar el papel. Florencia en el Amazonas es un parteaguas en la historia de la ópera en México y estoy más bien preocupada por entregar todo lo que está en mis manos y todo lo que yo me he preparado para que el público se vaya contento, sobre todo para cambiar las vidas de los espectadores.

Escenificada, Katzarava hizo Florencia en dos escenarios en México en 2016. ¿Qué le pareció?

No tuve oportunidad de verla, estaba yo entonces haciendo Cavalleria Rusticana, me parece. Pero, ahorita que me estoy empapando de todo lo que puedo, he visto el video: es una demostración de la calidad de voces que tenemos, voces de nivel internacional que se hacen en México. No era una producción de la Ópera de Bellas Artes, pero es maravillosa. La obra de Catán es muy efectiva y muy lucidora. Y el video (que se encuentra disponible en Youtube) me parece un muy buen material.

¿Cómo se nutre del mundo de García Márquez que inspiró a Catán y a Fuentes-Berain?

Obviamente leo El amor en los tiempos del cólera, que es lo que más puede funcionar para nutrir al personaje. Pero, también me funcionó mucho platicar con Andrea Puente-Catán, la viuda del maestro. Me interesa sobre todo la mente maestra que hay detrás de las obras, más si la tengo tan cerca, si me puede contar cómo era el maestro. En estos genios sus obras son ellos, así los podemos conocer. Pero, es muy rico saber cómo era Catán en la vida diaria, cómo era en los ensayos cuando se hizo el estreno en 1996 y en la presentación de 1999; ver él qué hacía, cómo acogía a lo mejor lo que le sugerían los cantantes. Sobre todo, esto es lo que más me ha nutrido. La música tiene este lado espiritual e intento rendirle homenaje a Catán y que él siga hablando a través de mí lo que él quería de esta obra.

¿Cómo se siente cantando en español? A la altura de Ciudad de México ¿es difícil cantar en español?

Aquí nací, tengo ese plus de estar muy acostumbrada a cantar en todas las condiciones atmosféricas y de contaminación. Ya nos hicimos de piel dura para cantar cualquier cosa aquí. Pero sí, como siempre nos estamos enfrentando a cantar con idiomas alejados, con raíces diferentes, lo podemos sobre entrenar, sobre pensar, hacerlo más difícil de lo que es. Es muy importante trabajar para regresar a la naturalidad, recordar nuestra acentuación y dicción para que el público pueda entender.

¿Hay alguien a quien piense dedicarle su Florencia?

La obra en sí trata del amor y Florencia es una personificación del amor. Y el amor implica transformación, nos deja en otro estado al que nos encontró. Lo más cercano que tengo en estos momentos, quien en realidad me transformó, ha sido mi hijo Attila, su reciente llegada. Siempre hay que buscar transformarse en una mejor persona, transmutarse, transfigurarse. Por eso se la dedico a él.

Imagino que bautizó a su hijo Attila por la ópera de Verdi.

Es por la figura histórica, y porque tiene la conexión con la ópera.

A partir de la maternidad ¿qué tanto cambió su voz o cómo ha influido en su carrera?

Hormonalmente, físicamente, sí cambia muchas cosas; es otro instrumento al que hay que adecuarse, al que hay que ir conociendo. Y en eso estoy todavía. Estoy con la disciplina de ir encontrando las nuevas cosas que me vaya pidiendo u ofreciendo el instrumento. Ya, de entrada, nosotros debemos tener comunicación y conocimiento muy grandes de nuestro vehículo, de nuestro instrumento. Es un descubrimiento continuo. Pero también ofrece otra paleta de herramientas muy rica. Por ejemplo, lo emocional. Nosotros, que hablamos de las pasiones humanas, de las emociones humanas, la maternidad te brinda otra cara del amor que, desde mi punto de vista, no se conoce en otros ámbitos de la vida, y eso agrega a nuestro repertorio. Y también hay la responsabilidad, la disciplina, porque fuera de escena tenemos que estar siempre presentes para alguien, debemos tener un pilar de disciplina infalible para otra persona que depende de nosotros. Y la música también nos pide eso; es como aplicar lo que nos está enseñando la maternidad con respecto a la responsabilidad y la disciplina de la música.

Hay pocos personajes en la ópera que son cantantes. Tosca, que ya hizo, y Florencia, que va a hacer. También estuvo en la obra teatral Master Class, sobre María Callas ¿Cómo se relaciona o identifica con sus personajes cantantes como cantante y qué la diferencia de sus personajes?

Efectivamente, es muy rico el hacer a una cantante en escena porque nos estamos viendo desde otra perspectiva a nosotras mismas; es una proyección literalmente de lo que nosotras estamos haciendo en nuestra vida laboral. Podemos ser iguales en el sentido de que somos mujeres comprometidas a vivir la vida al máximo, a vivir la vida con las emociones que esto implica, con el involucramiento de todo tipo de emoción; ya sea muy luminosa o muy oscura; hay que transitar la vida siempre con este involucramiento total. En eso estoy muy de acuerdo e intento también inspirarme de estos personajes. Pero, sobre todo, lo que me inspira es la imagen de la diva, la personificación de lo que esto significa, diosas en la tierra, diosas transitando esta tierra, en el sentido de la palabra más apegado a la etimología, no tanto al estereotipo de que es alguien difícil, alejado de la realidad; incluso también corporalmente hay que dar otro tipo de mensaje, eso se me hace también muy interesante.

Florencia Grimaldi se va a Europa a hacer su carrera y deja a Cristóbal cazando mariposas. ¿Cuál es su postura: renunciar a una carrera por amor o renunciar al amor por una carrera?

Una carrera está vacía si no hay con quién compartirla. Quizás soy más enamoradiza. Soy más apegada a las personas. Todo vale en esta vida si se comparte, si tenemos quién nos acompañe, que también nos aplauda en esas funciones y, sobre todo, saliendo de las funciones que esté ahí. Me imagino la soledad de Florencia terminando cualquier función en otros lados del mundo. En mi caso, cuando he terminado funciones lejos de casa, está este vacío que no es tan agradable, a lo mejor no soy tan fría de corazón; entonces, esto sí pega. Entiendo por completo a Florencia, pero si puedo juzgar a mi personaje —sólo son pensamientos, espero no me lo tome a mal—, hay que buscar esto tal vez hacia el futuro, como algo creativo, y lo que ella hizo es ir hacia el pasado y en el pasado solo hay cadáveres.

Una vez más va a trabajar con insectos, con mariposas, una metáfora muy importante tanto en la obra de García Márquez como en las óperas de Catán y Puccini. ¿Cómo se siente al respecto?

Jajaja. Buena pregunta. Tiene razón, y con mariposas, porque en El juego de los insectos hice de mariposa (Iris). Es un símbolo muy presente en mi vida, no me había percatado de eso. Pero sí, en la obra lo que representa es la transformación, la muerte y la transformación en algo más. Yo siempre he creído que las obras, los autores, los símbolos, nos buscan; entonces, es un momento de dejar morir algo y transformarse en algo más. Como la mariposa, espero que sea en algo más bello.

AQ

  • José Juan de Ávila
  • jdeavila2006@yahoo.fr
  • Periodista egresado de UNAM. Trabajó en La Jornada, Reforma, El Universal, Milenio, CNNMéxico, entre otros medios, en Política y Cultura.

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