Trust, la novela del argentino Hernan Diaz, traducida como Fortuna (Anagrama, 2023) es uno de los retratos más audaces y detallados de la mentalidad de un millonario y de paso un relato brillante que nos seduce a lo largo de sus cuatrocientas páginas. Ambientada a comienzos del siglo pasado, su marco es la dinámica de una sociedad consagrada al culto al dinero cuyos templos son los edificios de Nueva York. Allí es donde aparece Benjamin Rask, definido por su disciplina, su creatividad y su “consistencia de una máquina”. La historia de Rask es fascinante por su persecución del paraíso del dinero que en la novela es visto como una “esencia divina que puede definirse en cualquier manifestación concreta”.
El capitalismo, para Rask, es una religión cuyos altares son billetes de mayor o menor denominación. Hay un “Evangelio de la Solvencia” en su mente. En realidad el dinero es el verdadero personaje de la novela. Cuando en el tercer tomo la secretaria Ida Partenza recibe su pago, se pone los billetes cerca, para ver cómo huelen. Partenza es contratada por Andrew Bevel para que escriba un libro que refute uno anterior sobre Rusk que supuestamente está basado en él y en su esposa. Bevel le paga para crear una realidad nueva sobre sí mismo.
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Para él, como para Rusk, toda la vida es un proceso ligado a la ganancia y la pérdida. Al comenzar el capítulo siete del segundo tomo, el narrador afirma: “Cada uno de nuestros actos es regido por las leyes de la economía. Cuando nos despertamos en la mañana, hemos cambiado nuestro descanso por una ganancia. Cuando nos acostamos, renunciamos a horas potencialmente rentables para renovar nuestra energía. A lo largo del día hacemos incontables transacciones”.
Más adelante vamos a leer: “Hay un mundo mejor, pero es más caro que éste”. Por otro lado, el magnate Bevel, jefe de Ida, le cuenta cuál es el trabajo de un hombre como él: tener siempre la razón. Si me doy cuenta que no la tengo, le dice, debo hacer lo posible que la realidad se modifique para adaptarse a mi opinión.
En esa cosmovisión, el millonario busca aparecer como un ser generoso. En todo momento, Rask y Bevel afirman que gracias a ellos, el país es más fuerte y poderoso que cualquiera de los otros. El hombre con dinero, en esta visión, es un triunfador moral. Pero el gran tesoro perdido de Bevel, como de Rask que se basa en él, es su vida privada. El culto al individuo termina produciendo seres esencialmente solitarios y desamparados, cuyas esposas enferman y mueren pronto. Su triunfo en los negocios va en proporción directa a su abandono.
Díaz, que es autor de un libro anterior sobre Borges, sabe que la realidad de los seres humanos se puede encontrar sólo en las ficciones. Al final los millonarios y los artistas se parecen. Ambos son creadores de universos ficticios. Los millonarios se perciben como creadores de universos. Y quieren que se escriban libros para demostrarlo. Estos de Díaz son inolvidables por su poder, su delirio y su soledad desesperada.
AQ