El Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE) es una reunión trianual en la que se dan cita académicos, escritores, periodistas, artistas y otros profesionales “de los más diversos campos del quehacer cultural” para discutir y reflexionar sobre nuestro idioma, sus problemas y sus retos.
Organizado por el Instituto Cervantes, la Real Academia Española, la Asociación de Academias de la Lengua Española y autoridades de país sede, el CILE se llevó a cabo por primera vez en abril de 1997 en México, en la ciudad de Zacatecas, y celebrará su octava edición en Córdoba, Argentina, del 27 al 30 de marzo.
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En Zacatecas, sin duda, el momento más recordado y polémico fue la intervención de Gabriel García Márquez, quien leyó el texto “Botella al mar por el dios de las palabras”, en el que propuso “jubilar” la ortografía:
“...terror del ser humano desde la cuna: enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y jota, y pongamos más uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde diga lágrima ni confundirá revólver con revolver. ¿Y qué de nuestra be de burro y nuestra ve de vaca, que los abuelos españoles nos trajeron como si fueran dos y siempre sobra una?”
En el mismo encuentro, Octavio Paz habló de la diversidad y la unidad esencial de nuestro idioma, cuya comprensión nos conduce a un doble descubrimiento: “primero, somos una comunidad de pueblos que habla la misma lengua y segundo, hablarla es una manera, entre otras, de ser hombre. La lengua es un signo, el signo mayor de nuestra condición humana”, dijo el Nobel mexicano.
"La lengua es un signo, el signo mayor de nuestra condición humana".
En el segundo Congreso Internacional de la Lengua, realizado en Valladolid, España, en 2001, Mario Vargas Llosa hizo un recorrido por la vida y obra del Inca Garcilaso de la Vega, al final de su exposición, larga y apasionada, comentó:
“si hay que buscar un hito clave en el largo camino del español, desde sus remotos orígenes en las montañas asediadas de Iberia hasta su formidable proyección presente, es de justicia recordar los Comentarios reales que escribió, hace cuatro siglos, en un rincón de Andalucía, un cusqueño expatriado al que espoleaban una agridulce melancolía y esa ansiedad de escribidor de preservar la vida o de crearla, sirviéndose de las palabras”.
En la ciudad de Rosario, Argentina, en 2004, Carlos Fuentes habló de la libertad que implica utilizar una lengua. Dijo:
“La lengua y la imaginación literarias son valores individuales del escritor pero también valores compartidos de la comunidad. No en balde, lo primero que hace un régimen dictatorial es expulsar, encarcelar o asesinar a sus escritores.“¿Por qué? Porque el escritor ofrece un lenguaje y una imaginación contrarios a los del poder autoritario: un lenguaje y una imaginación desautorizados”.
En 2010, un sismo impidió la realización del CILE en Chile. Víctor García de la Concha recordaría el suceso en la reunión de Panamá en 2013. “La víspera de la inauguración (del congreso de Valparaíso) —dijo— un terremoto echó por tierra todas las ilusiones. Pero se salvó la palabra y pudimos desarrollar un congreso virtual que a quien hoy lo consulta le sorprende por la riqueza de aportaciones intelectuales”.
En el mismo encuentro participó Tomás Eloy Martínez, para quien “nuestra lengua está viva y no cesa de moverse, de levitar, de aspirar todos los aires y de beber todos los vientos. Nos desplazamos con ella, la seguimos como a nuestra sombra. Es una lengua mestiza, en cuya sangre hay vetas árabes, visigodas, celtas, quechuas, guaraníes, destellos del náhuatl, del chibcha y del aymara, relámpagos del Quijote y de Macondo, sones cubanos y corridos de México, vallenatos de Barranquilla y romanceros gitanos”.
En Puerto Rico, en 2016, Jorge Edwards señaló: “Tenemos un idioma rico, de una extensión y una diversidad geográfica impresionantes, y un pensamiento que siempre evita la ostentación, pero que sueña y a la vez cala en la realidad. Es una lengua que hemos escuchado siempre, que nos remueve las entrañas cada vez que volvemos a escucharla, como dijo, sabia y terca, Gabriela (Mistral), y que una vez más nos convoca”.
En Córdoba, a partir de mañana, con el lema “América y el futuro del español. Cultura y educación, tecnología y emprendimiento” los invitados al CILE, entre ellos Mario Vargas Llosa, Luis García Montero, Gonzalo Celorio, Nélida Piñon y Alex Grijelmo, abrirán una nueva ventana al diálogo y la polémica sobre los horizontes de una lengua que debe enfrentar los desafíos del lenguaje inclusivo, de los imperativos digitales, de la imaginación siempre desbordada de los jóvenes.
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