La dolce vita se estrenó en febrero de 1960; fue un acontecimiento que dividió las opiniones en la Iglesia y puso la atención del mundo en una ciudad alumbrada por la historia y el misterio, por la belleza de las mujeres y la galantería de los hombres.
El libro La dolce vita, publicado por la editorial Scala, es un homenaje a la película de Fellini, pero también a una época de transgresiones en una ciudad poblada de celebridades, llegadas de todas partes para darle un nuevo rostro con sus fiestas interminables y escandalosos romances, como el protagonizado por Elizabeth Taylor y Richard Burton, cuando ella estaba casada con Eddie Fisher.
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El libro es un amplio catálogo de la vida en Roma en la década de 1960; ofrece una impecable iconografía de esos años de glamur, de cabarets elegantes, de impresionantes orquestas, de músicos como Xavier Cugat, Harry Belafonte o Louis Armstrong, de bailarinas como la turca Aïché Naná, que en una fiesta en el restaurante Rugantino hizo un striptease para asombro y felicidad de los invitados.
Las actrices de caras hermosas y cuerpos perfectos ocupan un lugar destacado en este libro de más de 500 páginas. Ahí están las divas italianas Gina Lollobrigida, Claudia Cardinale y Sophia Loren, la sueca Anita Eckberg, la francesa Brigitte Bardot, las británicas Belinda Lee y Elizabeth Taylor, las norteamericanas Jayne Mansfield y Jane Fonda, entre tantas otras. Roma es el escenario por el que deambulan los famosos y la dulce vida parece no tener fin.
La ciudad, imponente, se vuelve sede de grandes producciones de Hollywood; los estudios de cine se llenan de actividad y las noches de rutilantes estrellas. Ahí se filman, por ejemplo, Espartaco, protagonizada por Kirk Douglas y Jean Simmons; Ben-Hur, con Charlton Heston, y Vacaciones romanas, con Audrey Hempburn y Gregory Peck.
Los directores italianos más reconocidos: Felini, De Sica, Pier Paolo Passolini, Michelangelo Antonioni; actores como Marcello Mastroianni, Jean-Paul Belmondo, Alain Delon, Tony Curtiz, Frank Sinatra; bailarinas, cantantes, aristócratas, nobles, políticos, deportistas, todos hicieron y vivieron en los años sesenta la dulce vida de Roma.
En La dolce vita, Fellini les dio nombre a los paparazzi: esos fotógrafos que persiguen a los famosos hasta límites intolerables. “Los paparazzi —dice el libro— picaban a sus víctimas tras pasar por esperas extenuantes, disfraces y fugas rocambolescas, siempre preparados para deslumbrar con sus objetivos”, con los flashes que disparaban con impresionante precisión.
La dolce vita es un libro que explora y registra la actividad en una ciudad que en los años sesenta experimentó días y noches de diversión y transgresión y que ahora pasa momentos de agobio ante una pandemia que nos hace reflexionar sobre el sentido de la vida.
SVS | ÁSS