Donadores de memorias en el Museo del Chopo

Artes visuales

El sentido de lo habitado, de Marianna Dellekamp, se exhibe en la Galería Central del Museo Universitario del Chopo con un enfoque en la experiencia colectiva.

Detalle de la exposición de Marianna Dellekamp. (Cortesía: Museo Universitario del Chopo)
Miriam Mabel Martínez
Ciudad de México /

En la Galería Central del Museo Universitario del Chopo se presenta El sentido de lo habitado de Marianna Dellekamp (Ciudad de México, 1968), una instalación que continúa la línea que ha marcado el trabajo de esta artista: memoria y coleccionismo, así como su propuesta de crear piezas participativas, en la ruta que el arte conceptual aprendió de Joseph Beuys de involucrar al otro no solo en la “activación” de las obras sino en la gestación de las mismas, armando, de esta manera, obras colectivas-efímeras.

Con curaduría de Itzel Vargas Plata, Dellekamp propuso un proyecto que requiriera pocos recursos y que simultáneamente generara la colaboración social, se apropiara del espacio, invitara al espectador a evocar la historia del inmueble y conectara con la memoria de los otros. De ahí el uso de los espejos para generar un juego de reflejos en el cual el visitante se recoloca para recontarse los recuerdos personales a través de objetos ajenos que por un instante, al ser deambulados, son reapropiados.

Para la integración de El sentido de lo habitado, la artista lanzó una convocatoria a través de las redes sociales en la que solicitaba objetos o muebles —en préstamo— que fueran los protagonistas de una historia íntima que se quisiera compartir. Este ejercicio, que es ya parte de su proceso creativo, reafirmó lo que Dellekamp ha comprobado en otras piezas como la Biblioteca de tierra: la gente está ávida de compartir y de tejer redes afectuosas. Para esta pieza, se escogieron 23 objetos —de 20 personas— que se ajustaron al trabajo espacial-arquitectónico diseñado para arroparlos y para conectarlos narrativamente entre ellos.

No todos los donadores de memorias conocían a la artista (como la dueña de una bicicleta Vagabundo), lo que aumenta la aventura creativa. Así esta pieza, que será registrada en su desgaste, es también la experiencia de la empatía y la posibilidad de construir. Cada relato está rotulado en el piso; el visitante pasea reinventando y desgastando la historia.

¿Por qué conservamos cosas? ¿Qué nos dicen? ¿Cuáles son esas narrativas silenciosas y contenidas en los objetos que guardamos? Si bien esta instalación evoca los paseos de Janet Cardiff o las instalaciones del cineasta Atom Egoyan (quien también convoca a compartir memorias), el enfoque de Marianna Dellekamp se centra en la experiencia colectiva. Las memorias prestadas se funden en una sola y se revelan tomando así vida propia.

ÁSS

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