La unión europea intenta evitar un futuro distópico para la humanidad. Esos vaticinios que desató el televisor y ahora parecen volverse realidad con la llegada de las redes sociales, de la inteligencia artificial y los metaversos, quedaron por escrito en Fahrenheit 451 en palabras proféticas de la feliz desdicha con que se describe al control mediático y cultural:
El televisor es real. Es inmediato, tiene dimensión. Te dice lo que debes pensar y te lo dice a gritos. Ha de tener razón. Parece tenerla … dale a la gente concursos que pueda ganar recordando las letras de las canciones más populares,… atibórralos de datos no combustibles, lánzales encima tantos hechos que se sientan abrumados. Entonces tendrán la sensación de que piensan, tendrán la impresión de que se mueven sin moverse. Y serán felices. No les des filosofía o sociología para que aten cabos. Por ese camino se encuentra la melancolía… Más deportes para todos, espíritu de grupo, diversión, y no hay necesidad de pensar, ¿eh?
Para evitar eso es que los europeos quieren regular las aplicaciones de la inteligencia artificial en un Acto que no fue previsto por Ray Bradbury, Philip Dick o las hermanas Wachowski. De saberlo no habrían profetizado sociedades alienadas donde los seres humanos han sido esclavizados por el desvarío de inteligencias superiores.
Las normas que configuren el acuerdo jurídico para los países de la comunidad europea deberán ser aprobadas este año y pretenden evitar que un día quedemos atrapados en una matriz, inmersos en una realidad simulada diseñada para distraernos mientras una inteligencia oportunista usa nuestros cuerpos como fuente de energía. De manera que no será para nosotros el escenario de la película Matrix como tampoco será el previsto por Minority Report en que la antelación de los males ha llegado al aparato de seguridad del Estado que por medio de pre-policías puedan arrestar a los criminales antes de que cometan un crimen. Un informe de minorías que se base en lo que “precogs” (mutantes precognitivos) den por resultado después de una prueba psicológica permitiría detener a quien está destinado a delinquir, pero la policía PreCrimen podría no llegar nunca, no por lo menos a Europa.
Estados Unidos es otra cosa, allá existen oficinas desplegadas por agencias norteamericanas desde hace años para predecir los futuros crímenes. El metaverso avanza en los Estados Unidos con agresividad y ambición prometiendo dar sentido a nuestra existencia por medio de otras muchas. Como si la multiplicidad de vidas no reprodujera el sinsentido de la que ya tenemos, como si la solución al vacío que nos deja la modernidad fuera la de contar con opciones, alternativas virtuales, extensiones paralelas de nosotros mismos que si bien es cierto no serán reales sí serán más intensas, menos limitadas y extraordinariamente enajenantes.
En abril de 2021 se propuso en Europa un marco legal regulatorio de la Inteligencia Artificial y este año deberá concretarse la iniciativa en que se antepone un esquema horizontal encaminado a brindar certeza jurídica, promover la inversión y la innovación en Inteligencia Artificial.
En este momento se discuten, revisan y debaten las ideas mientras el Consejo de la Unión Europea y del Parlamento Europeo toman posición.
La definición de IA (como se estila hoy referirse a la Inteligencia Artificial) es por ahora el gran tema. Si bien es cierto que IA no se reduce a programas o software en general sino a aquellos sistemas desarrollados con base en lógica y conocimiento, la definición establece el punto de partida y en gran medida el punto final. Todo parece indicar que la versión que empieza a tomar forma es parecida a la usada por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico Países Desarrollados (OCDE), organismo en que México participa y según la cual, Inteligencia Artificial es cualquier “Sistema basado en la máquina que puede hacer predicciones, recomendaciones o tomar decisiones, influyendo en entornos reales o virtuales, sobre ciertos objetivos definidos por los humanos”.
Para legislar es de particular interés aquello que constituye alto riesgo en seguridad y salud, de manera que la nueva ley prohibirá cierto tipo de aplicaciones como el reconocimiento biométrico remoto o aquellas que manipulan subliminalmente a las personas. Las aplicaciones que exploran áreas vulnerables de grupos de personas en una manera dañina como el social scoring, esto es la valoración de una persona por su comportamiento, serán castigadas. El social scoring genera puntuación social que determina la credibilidad de una persona en función de datos personales, actividad profesional, etc. No debería ser parte del futuro, pero una regulación quizá no será suficiente para contener las maneras intrincadas como los sistemas pueden adquirir la información personal para luego comerciar y definir la vida de los otros.
La votación en pleno está por llegar y lo que se decida representará una marca en el tiempo, una apertura al futuro como lo vamos diseñando, un punto de inicio y una apuesta a las capacidades que tenemos para hacer prevalecer valores y sistemas de creencias humanas, para evitarnos un final gris. Por lo demás la legislación en Europa no es la legislación en otras partes del mundo y en ese sentido el futuro sigue siendo incierto. Dependerá de los tiempos en cada caso. Como diría Gandalf: “Esto es lo que desean los que viven en estos tiempos, pero no nos toca a nosotros decidir qué tiempo vivir, sólo podemos elegir qué hacer con el tiempo que no es dado, hay otras fuerzas en este mundo, Frodo, además de la voluntad del mal”.
AQ