Cuando alguien quiere captar la atención de sus compañeros de mesa, puede comenzar diciendo: “No es que me guste el chisme…”. A quienes lo escuchan tampoco les gustan los chismes, pero se vuelven todo oídos.
Gogol se refiere a este rasgo de la naturaleza humana en Almas muertas: “pero los mortales son así: por muy infame que sea una noticia, con tal de que sea una novedad, uno la divulgará, aunque solo sea para decir: ‘Fíjese qué mentira han divulgado’, y el otro mortal la escuchará con placer, aunque diga luego: ‘Es una mentira infame que no merece ninguna atención’. Y acto seguido se irá a buscar a un tercer mortal para contárselo y exclamar luego, junto con él, con noble indignación: ‘¡Qué mentira más infame!’. Y necesariamente esta noticia dará la vuelta a la ciudad y todos los mortales se hartarán de comentarla, reconociendo después que aquello no merece ninguna atención ni merece la pena que se hable de ello”.
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No sé cómo habría redactado Gogol este párrafo en tiempos del tuit, que le ha dado al chisme nueva magnitud, categoría y verosimilitud goebbelsiana. Así, alguien podría parafrasear a Sabines: “Yo no lo sé de cierto, pero he tuiteado que una mujer y un hombre un día se quieren, se van quedando solos poco a poco, algo en su corazón les dice que están solos, solos sobre la tierra se penetran, se van matando el uno al otro”. Eso mero: yo no lo sé de cierto.
Verdad es que el pez muere por la boca, pero algunas serpientes llevan en ella el veneno para matar. El toro embiste porque no puede hacer otra cosa y el cacomixtle mata porque sí.
Un proverbio de Salomón dice: “Las palabras del chismoso son como bocados suaves, y penetran hasta las entrañas”, y el propio Jehová soltó como mandamiento: “No andarás chismeando entre tu pueblo”.
Nadie canta mejor el tema que don Basilio, en El barbero de Sevilla de Rossini. Para desprestigiar al conde de Almaviva, “bisogna principiare a inventar qualche favola che al pubblico lo metta in mala vista”. Y así nos revela en el aria que la calumnia es como una suave brisa que insensible, sutil, ligera y dulcemente comienza a susurrar; que diestramente se introduce en la oreja de la gente y que a medida que sale de la boca va tomando fuerza y volando di loco in loco, que ojalá significara “de loco en loco”, pero significa “de un lugar a otro”. Hasta que “produce un’esplosione come un colpo di cannone”, e inevitablemente “il meschino calunniato, avvilito, calpestato, sotto il pubblico flagello, per gran sorte va a crepar”. O sea, “el infeliz calumniado, cabizbajo, pisoteado, bajo el flagelo público de suerte morirá”.
Pero no fue así, porque al final Almaviva se queda con Rosina y vivieron felices para siempre.
LVC