Autor de clásicos de como La llamada de Cthulhu, En las montañas de la locura y El resucitador, Howard Phillips Lovecraft (1890-1937) es maestro del terror filosófico, el género fantástico y la ciencia ficción, como saben sus lectores y enfatiza la solapa de Cuadernos de ideas (Periférica, 2024), un libro breve compuesto —escribe Lovecraft— “de ideas y citas anotadas a vuelapluma para su posible uso en ficciones de misterio”. Esto es, son relámpagos, imágenes inesperadas, frases tomadas de prisa de algunos libros, sueños, recuerdos, balbuceos que en algunos casos se concretaron en relatos y en otros quedaron como meros registros de la incesante búsqueda de atmósferas, temas y personajes de un hombre de creatividad desbordada, al que muchos acusan de ser mal escritor pero pocos se atreven a cuestionar su genialidad.
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Como dice uno de sus estudiosos, el español Jesús Cañadas, autor de Los hombres muertos, en entrevista con Ángel Vivas para el periódico El Mundo: “Su estilo consistía en ametrallar al lector con los mismos adjetivos para provocar terror, pero eso no provoca terror, sino agobio. [No obstante,] en el modo de sugerir cosas sí era bueno; era maestro en mostrar no el horror, sino las reacciones de horror del personaje, que es lo que da más miedo. Es como si pusiera la cámara en el hombro del personaje, algo que no había hecho nadie”.
Cuaderno de ideas contiene el germen de futuras narraciones terroríficas, pero también párrafos que son verdaderas minificciones, como cuando Lovecraft escribe: “Extraño ritual nocturno. Animales que danzan y desfilan al son de una música”. O más aún: “La muerte: su desolación y horror, lúgubres espacios, el fondo del mar, ciudades muertas. Y, sin embargo, la vida: ¡el horror más absoluto!, inmensos reptiles nunca vistos y leviatanes, bestias horrendas de una jungla prehistórica, una flora viscosa y nauseabunda, instintos malignos del hombre primitivo. La vida es más horrible que la muerte”.
Pesadillas, revelaciones, casas, lugares sagrados o malditos (cementerios, criptas, catedrales), criaturas horribles, sensaciones indecibles, todo se va encadenando en este bosquejo de un universo que ha cautivado a millones de lectores y espectadores (en películas y programas de televisión) en todo el mundo, que en nuestros días, pese a su modernidad, muchos conservan la capacidad de sobresaltarse cuando leen: “Un vampiro visita a un hombre en la morada de sus antepasados. Es su padre”.
“Cuaderno de ideas es un viaje apasionante por un paisaje literario aún por inventar”, dice la contraportada del libro. Tiene razón el anónimo redactor, aquí hay semillas utilizadas por Lovecraft, pero también muchas otras que podrían servir para que otros autores continúen —a su manera— el camino trazado por el ilustre maestro.
AQ