El día más corto del que se tiene memoria

Ciencia

La Tierra gira sobre su eje para darnos días y noches a una velocidad de rotación de una vuelta por cada 86 mil 400 segundos, es decir 24 horas. Sin embargo, los guardianes del tiempo han observado que ahora gira más rápido que antes.

Horizonte de Hong Kong, desde donde se aprecia el rascacielos Central Plaza. (Foto: Jason Wong | Unsplash)
Gerardo Herrera Corral
Ciudad de México /

Con el uso de relojes atómicos de muy alta precisión se ha podido mostrar que los días pueden variar en duración. Algunos pueden tener 0.001 segundos de más o de menos. Esa variación corresponde a la velocidad con que nuestro planeta rota sobre su eje y hoy sabemos que este movimiento cambia por efecto de vibraciones en su interior, por la intensidad de las mareas o eventos meteorológicos entre otros muchos.

Así, por ejemplo, el fenómeno del “niño” que es un calentamiento en la región tropical del océano pacifico, o “la niña” que ocurrió a finales de 2020 y que es el enfriamiento de esa misma región, tienen efectos contrarios en el movimiento de rotación de nuestro planeta. Mientras que “el niño” provoca que la velocidad disminuya “la niña” incremente la velocidad con que gira.

Los cambios en la rotación se compensan en diciembre o junio de algunos años sumando o restando un segundo para sincronizar el tiempo medido de relojes atómicos con el tiempo solar debido a la rotación de la Tierra. A este ajuste se lo conoce como corrección de “segundo intercalar”. Sin embargo, en diciembre de 2020 no fue necesario añadir tiempo y en cierta medida debido a que la rotación de la Tierra se incrementó. El 19 de julio del año pasado se registró el día más corto de los últimos tiempos con 1.46 milisegundos menos del promedio.

Por más de cincuenta años se ha observado una oscilación regular en que la Tierra gira más rápido en julio para ir disminuyendo su velocidad de rotación durante los siguientes meses y luego aumentar nuevamente. La duración del día vuelve a ser más corta en enero, si bien no tanto como en julio, luego la rotación disminuye nuevamente. En marzo de 2016 se tuvo el día más largo en mucho tiempo con poco más de 2 milisegundos extras. Tres meses después comienza a aumentar la velocidad y llega nuevamente a julio, la etapa del año en que nuestro planeta se apresura al máximo para dar una vuelta alrededor de su eje.

No es nada de lo que debamos alarmarnos, pues como decimos arriba, existen muchísimos factores que conducen a un cambio en la rotación del planeta. Las precipitaciones, la erosión de las montañas, los sismos, son algunos de los fenómenos que perturban su movimiento.

La última vez en que se rectificó con un segundo intercalar fue en diciembre de 2016. También se sumó un segundo en junio de 2015 y 2012. Para evitar la intervención frecuente e irregular se ha propuesto que, en lugar de usar el “segundo intercalar” se sume una hora cada 600 años, pero en este como en otros, no hay consenso internacional: mientras China y Gran Bretaña se oponen, los Estados Unidos, Italia, Francia, Alemania, Japón y Rusia apoyan la propuesta. Otra opción es retroceder el reloj una hora cuando la variación de la rotación terrestre haya acumulado media hora. Esto ocurriría en 2600, de manera que no seríamos la generación afortunada en ganar una hora de vida.

Curiosamente desde el año 2016 se ha venido observando que la velocidad de nuestro planeta alrededor de su eje aumenta para que tengamos días más cortos a una razón de 0.3 milisegundos por año. Es cierto que no se trata de tiempos considerables, pero en estos tiempos, ¿quién regala el tiempo?

El pasado mes de julio, tuvimos el día más corto del año, aunque no llegó a ser tanto como en julio del año pasado cuando alcanzó el mínimo histórico de los registros. Considerando que la oscilación conocida alcanza valores cada vez menores, pensábamos que este año se rompería el récord establecido el año pasado, pero no fue así.

Un milisegundo no es mucho, pero es tiempo perdido que luego es recuperado cuando el IERS (por sus siglas en inglés: International Earth Rotation and Reference Systems Service) nos compensa ese instante de vida.

Algunos expertos han estimado el cambio en la longitud del día a lo largo de los milenios y con la ayuda de registros de eclipses y tiempos de ocultación encontrados en Babilonia, China y las culturas árabes, se ha reportado un cambio de más de 60 milisegundos en los últimos 4 mil años, para dar días más cortos.

Un milisegundo menos algún día del mes de julio puede parecer poco, pero en ese tiempo la luz viaja 300 kilómetros, una abeja levanta el ala a la mitad del ascenso en su vertiginoso aleteo, y puede significar el centímetro fatal para un corredor olímpico en la competencia más importante de los cien metros planos.

De manera que, siendo cada vez más cortos los días, nuestro día a día es menos día y conforme pasa el tiempo se hace más difícil cumplir con el famoso Carpe diem (aprovecha el día). Ahora resulta importante recordar al poeta que decía: “Acorta al tiempo breve la esperanza larga. Abraza el día, no confíes en el mañana”.

​AQ

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