El escándalo de llamarse Pita

Amazonia

Se llamó Guadalupe Amor y nació en 1918. Dicen que su capacidad de improvisar y versificar emulaba a la de Sor Juana. Así escribió diecinueve libros de poesía.

Guadalupe Teresa Amor Schmidtlein, 1918-2000. (Archivo)
Kyra Galván
Ciudad de México /

Se llamó Guadalupe Amor, nació en 1918 y escribió diecinueve libros de poesía. Hija de una familia católica, la expulsaron de todas las escuelas a las que asistía. Creció para convertirse en una mujer tan guapa que a donde quiera que fuera, llamaba la atención. A los dieciocho años se volvió la comidilla de la sociedad mexicana porque se fue a vivir con un señor de 60 años, José Madrazo, dueño de la ganadería de toros La Punta. Desde entonces fue catalogada mujer de cascos ligeros y tuvo amoríos con artistas, toreros, escritores y con quien se le dio la gana. El entrar al círculo de Madrazo se puso en contacto con personajes de la cultura y la literatura mexicana, como Xavier Villaurrutia.

Diego Rivera la retrató desnuda, lo que fue escándalo. La pintaron también Juan Soriano, Roberto Montenegro, Raúl Anguiano y Antonio Peláez, entre otros artistas. Incursionó como modelo y actriz, pero no fue muy exitosa en ese terreno. Entonces, y para el asombro de todos, Pita, como era conocida, comenzó a escribir poesía. Resultaba que esta mujer libertina como se le catalogaba entonces tenía la misma capacidad de Sor Juana, de improvisar y versificar poesía con extraordinaria facilidad.

Se dice que, un día de 1947, empezó a escribir en una servilleta con un lápiz de cejas: “Casa redonda tenía de redonda soledad…”, el comienzo de su primer libro: Yo soy mi casa. De ahí nadie la paró hasta que logró escribir dos mil sonetos y mil novecientas liras. Fue aclamada por Juan Rulfo, José Gaos, Villaurrutia, Salvador Novo y Juan José Arreola, entre otros. Se volvió una celebridad y vivía la vida al máximo, y al igual que su contemporánea, Carmen Mondragón, mejor conocida como Nahui Ollin, nunca tuvo ningún pudor en mostrar su cuerpo. Se dice que le gustaba vestir con gasas vaporosas que dejaba caer a cualquier provocación y que le gustaba pasear por la Alameda, desnuda, cubierta solo por un abrigo de mink. Amaba la vida nocturna y regresaba a casa con las primeras luces del día.

Al cumplir 40 años quiso tener un hijo, pero cuando nació no supo qué hacer con él y se lo dejó a su hermana mayor para que lo cuidara. Al año, el niño falleció ahogado en una pileta. Este episodio habría de marcar su vida en dos. A partir de entonces se recluyó por un periodo de 10 años.

Nadie pudo entender cómo una mujer con una vida sexual y amorosa tan agitada escribía esas maravillosas Décimas a Dios. Esa poesía mística digna de una monja.

Al perder su juventud, dejó ir en gran parte, la razón y la capacidad económica. Vivía en condiciones deplorables y de la caridad ajena, vendiendo sus poemas por unos cuántos pesos. Se volvió una especie de bufón y burla de sí misma. Perduraban más los escándalos y el exotismo de su vida en la memoria colectiva que sus versos profundos y sonoros. ¿Qué hubiera sucedido, me pregunto, si Pita hubiera sido hombre? ¿Sus excesos amorosos y su vida libre se hubieran considerado más importantes que su obra?

AQ

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