Un proyecto de Abraham Cruzvillegas, en el que participan más de 60 artistas para integrar una pieza gigante que propone ser vivida como un taller en el que las obras funcionan como motores que accionan la autoconstrucción, que caracteriza la obra de ese artista estrella de la Galería Kurimanzutto.
A Cruzvillegas le interesa el proceso, estrategia explorada por los ya clásicos conceptualistas occidentales en la segunda mitad del siglo XX, quienes en las décadas de 1960 y 1970 se propusieron hacer del proceso en su técnica, investigación y teorización la obra en sí. En su trayectoria también es evidente la influencia de artistas que se autoconstruyeron en el conceptualismo desde las periferias, como Helio Oiticica. El legado de ambas miradas, que se propusieron transformar ideas en piezas procesuales para dejar una huella política en el espectador, está presente en esta experiencia–exposición, al igual que la visión narcisista, propia de la posmodernidad, que ha caracterizado la obra de Cruzvillegas, quien más que enfocarse en el proceso como un fenómeno lo utiliza como un espejo; su trabajo predica ser un aprendizaje de autoconstrucción, autodestrucción y reconstrucción. Este argumento transita —a veces con obviedad, en otras con una exquisita hechura y en algunas con un sofisticado tratamiento conceptual— por esta pieza colectiva–procesual que busca exponer uno de los problemas del capitalismo tardío: la basura.
¿Cómo reinventar la basura? ¿Cómo reutilizarla, re–consumirla o re–conceptualizarla? Las obras incluidas la utilizan como soporte y también como idea y reto. Quizá lo más interesante de esta propuesta no está en la exhibición de piezas, sino en las actividades complementarias que profundizan sobre la premisa de cómo vivir —y no solo sobrevivir— en una megalópolis que se autodestruye.
La puesta en escena de este taller artístico vivo surge a partir de la aún inconclusa escultura de Cruzvillegas (un muro de basura), iniciada en 2016 en colaboración con el arquitecto Pablo Pérez Palacios, en la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel, y se extiende en esta muestra para además provocar la reflexión entre artistas, científicos, académicos, humanistas y ciudadanos. Esta posibilidad de discusión es quizá el atractivo principal de una exposición que si bien cuenta con obras interesantes como Estratos de autonomía de Fermín Díaz y H. K., Mural autoadherible de Rodolfo Díaz–Cervantes, y El estado de las cosas de Luis Carrera–Maul, es un pretexto para confrontar lo que ya también urge en el mundo del arte: la generación de basura.