De la censura a la castración, una de las grandes pérdidas del arte actual, sometido al políticamente correcto arte VIP y su puritana iconoclastia, es la presencia del desnudo masculino en el arte.
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550 millones de dólares es el precio que piden los especuladores de bienes raíces por la venta en Roma del palacio del Barroco conocido como Villa Boncompagni Ludovisi o Villa Aurora, diseñada y construida en 1621 por el pintor Domenichino. El Cardenal Francesco Marial del Monte, dueño de la villa, y mecenas de las artes, pidió al pintor Guercino que hiciera un mural en el techo del edificio central llamado El Carro de la Aurora. El otro mural fue comisionado a su principal protegé, Caravaggio. El Barroco no era como nuestra época maniatada a sus prejuicios, la ciencia, la teología y la filosofía mantenían agitadas discusiones, todo era cuestionable en la búsqueda de la luz del conocimiento. El Cardenal interesado en la alquimia, la física y la astronomía, ya analizadas desde el Renacimiento, pidió a Caravaggio que sus ideas estuvieran reflejadas en el mural.
La transformación del plomo en oro, el Sol como centro del Universo, que en ese momento era negado por la Iglesia, y en los extremos aparecen Júpiter con su águila, Neptuno, con su hipopótamo o caballo, y Plutón con el perro de tres cabezas Cerberus. Los signos del zodiaco rodean la escena, y los tres dioses romanos tienen el rostro de Caravaggio. Plutón está completamente desnudo, su falo demuestra que es un dios. La desnudez era parte del arte, no sólo a nivel estético o académico, era filosófico. Las estatuas del arte clásico grecolatino, el Renacimiento con las obras de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, las del Sodoma en el Vaticano, la mirada educada, el diálogo estético, permitían que el cuerpo masculino fuera parte del arte.
Los desnudos de Egon Schiele, audaces, violentos, nerviosos, conocieron la censura, ya se anunciaba el cambio. En este siglo XXI una pintura de un desnudo masculino es para ciertos coleccionistas, no es para un lugar público, como una catedral, actualmente “visten” a las esculturas públicas. La exposición de desnudo masculino que montaron hace años en el MUNAL, la mayoría de las obras no eran desnudos.
En la mayor de las contradicciones es factible ver un desnudo en un performance ridículo y escatológico, pero si está en una pintura es acusado como “cosificación del cuerpo” o censurado por sus infinitas teorías de género. Es impensable que hoy veamos un desnudo como el de Caravaggio, el cuerpo está secuestrado por la pornografía barata, la sociología y las teorías del género. Las redes sociales son la nueva moral, Facebook, Instagram, etc., incapaces de distinguir entre arte y pornografía, censuran imponiendo su visión corporativa de la “decencia”. La sociedad rechazó la madurez de contemplar el cuerpo humano, femenino o masculino, como el vehículo para percibir la realidad, pensar y manifestar nuestra existencia, naturaleza y filosofía, en los cambios de nuestro propio ser.
La villa será vendida a algún personaje inmensamente rico, y lo realmente valioso ahí es la monumentalidad de la libertad con la que vivimos hace 500 años y que hoy hemos perdido.
AQ