No me esperaba algo bueno, pero nunca esperé algo tan malo. El Complejo Cultural Los Pinos reúne despilfarro y miseria. Realicé una visita y esta fue mi experiencia:
El “Museo del Maíz” es un insulto a la cultura, la mitología, la alimentación y la idiosincrasia de nuestro país. La pobreza creativa de la museografía y el diseño ignoran la exuberancia y riqueza del maíz en nuestro arte y cultura. El “concepto” estético es el círculo, que es “concepto” de Gabriel Orozco, artista oficial del régimen y director creativo del proyecto, al que le gustan las bolitas y contrata talleres para que las dibujen en su obra. Como la tortilla es un círculo, pues ya la hizo, hay ruedas en los muebles y mamparas. El museo es un conjunto de infografías ilustradas con fotografías fuera de foco, el contenido se puede encontrar en internet, carece de la importancia documental que se espera de un museo.
- Te recomendamos ‘La piedra de las galaxias’: un desvarío bien temperado Laberinto
El piso de la comida y el maíz, si se lo hubieran comisionado a la revista Cocina Fácil, sería más interesante y sabroso. En cualquier mercado del país hay más riqueza visual y gastronómica que en este museo. Es tal la apatía del montaje que el maíz, indispensable en nuestra gastronomía, ni siquiera se aprecia como un alimento apetecible y versátil.
El último piso está dedicado al arte, es el más penoso.
En el arte prehispánico y en el novohispano hay decenas de obras dedicadas al maíz. El INAH tiene piezas de extraordinaria belleza dedicadas al maíz, las deidades y los rituales. En este museo tienen una sola escultura, mal colocada, con una ficha técnica sin fecha, sin explicación, sin aclarar que es un desollado, dice: “Escultura. Museo Regional de Puebla”. ¿Qué clase de museografía pone una ficha de este tipo? Una sin idea de qué es un museo.
Mientras que el resto de las obras, muchas de ellas de los artistas o galerías enchufados con el régimen, están ultraexplicadas. Del “módulo escultórico” de Damián Ortega hecho con tortillas, su ficha dice: “Está hecha con tortillas tostadas con ranuras en ángulo, que permiten que una se ensamble con otra”. Además, es una crítica a la industria de la construcción. Genial, el infranivel de este museo.
Módulo escultórico de Damián Ortega hecho con tortillas en la Casa del Maíz del Complejo Cultural Los Pinos. (Foto: Avelina Lésper)
El “mural colectivo” de artistas que no saben hacer una mazorca con un poco de técnica y creatividad. El talento es un lujo que la austeridad no permite.
Las pantallas “interactivas” muestran animaciones de diseño infrainteligente, que parece de hace 20 años, cuando no existía el 3D, realizadas sin recursos técnicos ni creativos.
Las piezas de artesanía son escasas, teniendo en cuenta que hay cientos de ejemplos de gran artesanía inspirada en el maíz y que el FONART es parte de la administración cultural.
El tema del maíz le quedó grande, y para abordarlo lo redujeron a la miseria creativa de Gabriel Orozco y la miseria económica de esta Administración Cultural. Todo el museo cabe en un folleto, es injustificable dedicar un recinto a este contenido.
El museo de Lázaro Cárdenas es un culto a la personalidad al estilo estalinista, también realizado con infografías. Le hace falta una escultura de cera, de cuerpo entero del General, como el mausoleo de Lenin, para darle su toque folclórico-totalitario.
La gran pregunta es: ¿en dónde está el dinero que desde hace tres años le adjudican a este complejo cultural? Son cientos de millones. No invirtieron en infraestructura, porque todos los edificios ya estaban construidos, no invierten en exposiciones ni en actividades culturales relevantes, las museografías son paupérrimas.
El Complejo Cultural Los Pinos, más que una decepción, es un fraude, un engaño para la cultura y los ciudadanos.
AQ