El hiperrealismo en la trampa | Por Avelina Lésper

Casta diva | Opinión

"Pintar para alcanzar los niveles de una fotografía deja incompleta a la pintura. Ésta debe ofrecer algo más que la realidad, algo que sólo el artista puede ver".

Óleo hiperrealista de Pedro Campos. (pedrocampos.net)
Ciudad de México /

La realidad no existe en el arte. Lo que conocemos como realismo en la pintura es un engaño. Esa ficción llamada “realismo” no es un invento actual, está presente desde la Edad Media, los retratos describían rostros detallados, se pueden ver cada uno de los cabellos y las pestañas. Ese realismo se volvió más crudo y violento en el Barroco. Lo que actualmente se está retomando es menos realista que el Barroco más oscuro, porque el realismo de hoy es idealista.

El llamado Hiperrealismo o Fotorrealismo retoma las búsquedas de la mimesis que ha tenido el arte desde hace siglos, y esos nombres crean una confusión que está afectando incluso su apreciación y sus búsquedas. No es cierto ese nombre, no son hiperrealistas y menos fotográficos, porque la pincelada, la fragmentación del objeto a captar, genera una distancia con la realidad. El hecho de retener un aspecto de la realidad y maximizarlo, es una abstracción. En muchos casos hay pinturas que se centran en una textura, perdiendo el contexto o la referencia y eso las hace completamente abstractas.

El artista altera los planos, resuelve con líneas, cambia los colores, en esas obras no hay realidad, y no debe haberla, porque la pintura es interpretación, no es información.

La fotografía llegó después que la pintura y aprende de la pintura. La pintura inventó la composición y la recreación de la imagen, por eso carece de sentido que la pintura imite a la fotografía desde su lenguaje, composición y objetivos.

La fotografía debe ser un punto de partida que se interpreta y reinventa.

Las pinturas que imitan las fotografías de publicidad, denuncian que ese artista sabe pintar, pero no sabe qué pintar. La fotografía publicitaria informa, la pintura no es información, es transformación y creación.

Pensar que la pintura es pirotecnia y que toda su búsqueda y sentido está en llevar al máximo detalle una técnica es lo que ha llevado al Hiperrealismo a estar acorralado. El fin de la pintura no es la mimesis, es qué decir con esa mimesis. El problema del Hiperrealismo es el mismo que el de cualquier estilo pictórico: decir algo y crear un lenguaje para decirlo.

Si un artista lleva al detalle absoluto su pintura, ahora debe buscar qué decir con esa técnica. Decir es que saben pintar, es decir que carecen de argumentos en su obra. Reproducen las fotografías, desde la imagen hasta el tema o lenguaje, y eso no sólo lo hace un hiperrealista, lo hacen miles de pintores. Son los pintores que confunden una naturaleza muerta con un product shot, o publicidad.

El detalle no es una búsqueda artística, es una búsqueda técnica, el arte surge cuando ese detalle nos dice algo, que paradójicamente, nos hace olvidar ese detalle.

En el Barroco no existía la fotografía, esas escenas que pintó Caravaggio o José de Rivera son inventadas en la mayoría de los detalles. Eso significa que, en ese realismo, la imaginación aporta la verosimilitud.

La pintura nos debe dar algo más que la realidad, nos debe dar algo que sólo el artista puede ver. Pintar una obra para alcanzar los niveles de una fotografía deja incompleta a la pintura. La interpretación y recreación es lo que hace excepcional e insustituible a una pintura, ese engaño nos permite aprender cómo ver a la realidad y qué ver de una pintura.

​ÁSS

  • Avelina Lésper

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