En este mundo inestable parece haber al menos un sitio al que, en aquello del arte, siempre se puede volver. Rusia sigue produciendo el mejor cine del mundo según demuestra el Festival de Cine Ruso que en México se entrega por internet.
El hombre que sorprendió a todo mundo no tiene concesiones. Es estridente y estrafalaria. Más que un himno a Siberia es como un grito punk. Un hombre está por morir. Y en su vida cotidiana todo parece gris, incluso pedestre. Pero un día escucha el lamento desesperado de su esposa que le dice que haga todo lo posible por curarse y, en el bosque, escucha el cuento que le ofrece una mujer borracha, una bruja. Una suerte de Baba Yagá. Todo el mundo que se desmorona cuando Yegor se entera que está por morir lo aprehendemos no por diálogos explicativos o discursos visuales extravagantes. Nos lo regala, más bien, el actor Evgeniy Tsyganov quien consigue, sólo con la mirada, ofrecer un paisaje mural de lo que sucede al interior de su personaje.
También su mujer, interpretada por Natalya Kudryashova. Por ejemplo, no necesitamos que se nos diga que la pareja tiene una gozosa vida sexual. Basta que, en cierto momento de intimidad (casi tosca de tan cotidiana), ella sonría cuando él la penetra. Feliz. Los directores y guionistas Aleksey Chupov y Natasha Merkulova no han necesitado otra cosa que una risita de gusto para narrar lo que en el peor cine hollywoodense se nos diría con una pomposa escena ambientada con violines y cuerpos sudorosos retratados en extremo close-up.
Pero, además de la actuación, está la premisa. Resulta tan obvia que parecería soez. Está basada en un cuento siberiano que existe con diversas variantes en todo el mundo: un hombre se disfraza para engañar a la muerte. ¿Cómo se consigue una obra del tamaño de El hombre que sorprendió a todo mundo con esta premisa pueril? Llevándola hasta sus últimas consecuencias, entrando en el origen del mito y en la mente de sus protagonistas, en sus pequeñas y efímeras historias de amor. En Rompiendo las olas, Lars von Trier retoma la historia bíblica de Oseas; en El árbol de la vida, Terrence Malik reconstruye el mito de Job. Pareciera difícil conseguir algo de ese tamaño con un cuentito siberiano. Pero Chupov y Merkulova provienen de la tradición de Afanásiev, quien estudió el cuento folclórico ruso y lo puso a la altura de las grandes historias del mundo. Y lo consiguen, llevando hasta sus últimas consecuencias esta leyenda que, ante el misterio de la muerte, podría sonar ridícula. Han producido una joyita de cine contemporáneo que sin luces artificiales ni música de fondo está a la altura de Bergman.
Vale la pena subrayar, sin embargo, el diseño sonoro. Hay dos momentos en que Yegor escucha un crack-crack. Un ruidito similar al que, dicen, producen las brujas. O el demonio. El mal. Fuera de este recurso no hay nada artificioso en esta película que, sin duda, es necesario ver. En cuanto a las metáforas, se ha dicho que la historia de Yegor es una “denuncia” de la injusta situación que viven los travestis en Rusia. Quien crea esto corre el riesgo de pensar que El séptimo sello, por aquella clásica escena del hombre que juega contra la muerte, es en realidad una película que trata de ajedrez.
El hombre que sorprendió a todo mundo puede verse en México, hasta el 17 de diciembre, en el Festival de Cine Ruso que se ofrece gratuitamente por streaming en FilminLatino.
AQ | ÁSS