El joven José Agustín

Literatura

Representante de la juventud mexicana de mediados del siglo XX, el autor llega ahora también a las nuevas generaciones.

José Agustín, escritor mexicano representante de la literatura de la Onda. (Foto: Arturo Berúdez | MILENIO)
Jovany Hurtado García
Ciudad de México /

Hay autores en los que, a pesar del paso del tiempo, su prosa conserva la vitalidad electrizante de su juventud. Dentro de ese grupo se encuentra José Agustín, cuya obra, para suerte de todos, está siendo reeditada en meses recientes por Penguin Random House.

José Agustín tiene una obra amplia que se mueve por distintos géneros literarios. Se puede ir del cuento a la novela y terminar estudiando la historia en Tragicomedia mexicana, donde no realiza una narración acartonada de los hechos históricos, fiel a su ironía explora y descubre los sucesos más importantes de 1940 a 1994, “el presidente Ruiz Cortines no era muy popular. De él la gente solo destacaba su edad avanzada y por eso le decían el Príncipe Charro (que como se sabe era un eufemismo de ‘el Pinche Vetarro’) y se le atribuía un viejo chiste: Ruiz Cortines metía la mano a la bolsa; sin embargo, ésta se hallaba agujereada, y el presidente decía: ‘¿Pasitas? ¿Cuándo compré pasitas?’” (Tragicomedia mexicana 1, 2022). Es con ese manejo del lenguaje y del doble sentido que él quebranta la tradición literaria. Se atreve a acercarse a los lectores desde su sentido juvenil. A los jóvenes les habla a través de un lenguaje que les hace sentirse parte de la literatura, conversa de igual a igual. Usa las palabras coloquiales y les da la forma de la alta literatura. Trastoca su tiempo, desafiando lo establecido y construyendo nuevas formas de narrar y de crear.

El joven José Agustín es un torbellino de lenguaje, lo cual deja de manifiesto dos cosas: leyó bastante y su oído captó los sonidos de la calle, ahí donde se dan las conversaciones que él recupera y las presenta tal como son, “En el café, ¿okay?/ Okeyísimo; entonces, hasta las siete, Elsa. /Hasta las siete. En el café. Chao. / El auricular en su puesto y corresponde el turno a la redondez con niño. El sol estaba en su cenit (mais non, G.!) repartiendo la luz y calor sin egoísmos. Caminé lentamente hacia la escuela, gozando de los rayos solares, al pensar en los ojos grises de Elsa Apellidonacional” (La tumba, 2022).

Desde su primera novela, La tumba, aparecida en 1964, empezó a tocar aquellos temas que la juventud vivía. Cambios culturales que encontraban una ruptura generacional con lo establecido por la sociedad de su tiempo, por ello la relevancia de su literatura. Rompe con los moldes, y se inserta en lo que se conocerá como La literatura de la Onda, así nombrada por Margo Glantz y que dentro de sus principales representantes tuvo también a Gustavo Sáinz y Parménides García Saldaña. Son la juventud que conoce el rock and roll, que se opone a la Guerra Fría y aplaude la revolución sexual. Todo lo que sucede a su alrededor lo hacen suyo, lo incorporan a su creación desde la libertad del lenguaje, juegan con él y retan al lector. Usan el albur como una herramienta que transgrede las formas literarias y que da vitalidad a la manera en que se escribe: “¿eso querías cabrón, que me pusieran como camote?, pues se tizo, por lo pronto ya me superjodiste la rodilla bien y bonito y en la casa me van a poner como Soberano Infeliz Camote. / Yo estaba muy serio, pero algo fuerte (fuertísimo) me hizo decir: / ¿Por qué no te sientas?/ Pero lo pescó. Dijo: / Ya ves, todavía me albureas, cómo eres, ni la burla perdonas, me van a reamolar por tu culpa y tú ni siquiera te preocupas, no seas chueco…” (De perfil, 2022).

José Agustín es un escritor que regresa a sus temáticas, que retoma lo olvidado de la cultura dándole voz aquellos personajes marginales de la sociedad, como los jóvenes y los adolescentes, que sin importar la época ese sector de la población siempre encontrará en su literatura algo que le pertenece, ya que en el centro de su creación se encuentra: la rebeldía, que es desafío a lo impuesto por la sociedad.

En sus libros siempre hay entrecruzamiento de distintas realidades y personajes. Ese juego con los tiempos y los espacios es lo que permite transitar con mayor fluidez por su narrativa. De igual manera aproxima al lector a espacios desconocidos, mismos que construye ya sea en la Ciudad de México, Oaxaca, Morelos y que terminarán formando parte del imaginario colectivo: “Cuando llegamos a Ayautla llovía torrencialmente y el piloto, pálido, no podía creer que hubiéramos aterrizado. Era una durísima tormenta inesperada. Pero llegamos. Nos dimos una empapada de aquellas cargando nuestras maletas en lo que caminamos a la Casa Gringa”. (Vida con mi viuda, 2022).

José Agustín es un autor indispensable para entender la literatura mexicana. Que sus libros estén retomando una nueva vida es bueno, ya que revitaliza a nuestras letras, las nuevas generaciones tendrán acceso de manera más fácil a su obra, y quizá es momento que distintas instituciones académicas preparen coloquios y seminarios para analizar, estudiar y redimensionar la obra de José Agustín, autor que siempre seguirá siendo joven.

AQ

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