El más imbécil de todos

Toscanadas

"Los valores o antivalores temporales han surgido y luego se han apagado en muchos momentos de la historia, pero la borregada nunca ha hecho falta".

De un lado tenemos líderes, héroes e inquisiciones; del otro tenemos a la borregada que nunca falta. (Especial)
David Toscana
Ciudad de México /

Allá en los años estalinistas de la URSS hubo un heroecito de trece años llamado Pavlik Morozov. La memorable acción del angelito fue denunciar a su propio padre de realizar acciones antisoviéticas. El hombre fue ejecutado bajo ese implacable sistema de justicia. El chamaco estuvo muy orgulloso de sus actos hasta que cuatro integrantes de su propia familia, iracundos por la mala sangre de Pavlik, lo asesinaron. Los parientes, a su vez, recibieron la pena de muerte. El balance del mocoso soplón fue de seis muertos. Pero eso le ganó la estatura de héroe de la Unión Soviética, y de paso enviar un claro mensaje a todos los chicos de aquella época: denuncien a sus padres. Con el tiempo, cae la Unión Soviética, y Pavlik ya no parece tan heroico; antes bien, luce como un hijito de puta; mientras que su padre se acerca a la condición de mártir.

Hay valores universales y valores pasajeros. Por eso la historia juzga de manera distinta que el presente. El presente es impulsivo, temeroso e irracional.

Hoy, por ejemplo, Girolamo Savonarola es sinónimo de intolerancia, insensatez y fanatismo criminal. Pero pudo hacer lo que hizo porque en aquel momento muchos savonarolitos lo apoyaron, convencidos de que quemar objetos de lujo era lo correcto, y de paso incluir libros y obras de arte.

Los valores o antivalores temporales han surgido y luego se han apagado en muchos momentos de la historia. Ahí está la Inquisición, están los nazis, montones de dictaduras que han gozado de sólido apoyo, religiones, sectas; y todas van acompañadas de sus héroes. En el clímax de su popularidad, Benito Mussolini jamás hubiera creído que su fin le llegaría escupido, pateado, amarrado de patas, descamisado, bocabajo en una gasolinera junto a su querida Clara Petacci. Pero así son los romances efímeros con los líderes: más amor entre más promesas, y más desamor entre menos resultados. Pregúntenle a Napoleón.

En ese rubro, nuestros tiempos no son distintos a otros. De un lado tenemos líderes, héroes e inquisiciones; del otro tenemos a la borregada que nunca falta.

Hay un video breve pero muy ilustrativo, pues resume en cinco minutos el comportamiento de la borregada. Busque usted un video llamado “He venido a hablar de mi libro”. Verá que el público cambia de bando con suma facilidad, ríe cuando cree que la cosa es de risa y al final aplaude al más imbécil de todos. 

Quizá hoy también estamos aplaudiendo al más imbécil de todos.

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