El príncipe y la corista | Por Avelina Lésper

Casta diva | Opinión

Entre Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler, la verdadera novela es la huida del olvido y el pánico ante la frágil memoria de la masa.

Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler antes de un evento con la realeza española en 2019. (Foto: Chema Moya | EFE)
Ciudad de México /

“No tenemos más remedio que leer a los novelistas muertos y olvidarnos de los vivos”, dice el personaje del cuento Los Vientos de Mario Vargas Llosa. ¿Quién recuerda a los vivos? Varios que han ganado el Premio Nobel están en el olvido, una vez muertos quedan sepultados debajo de la lápida de la indiferencia.

Trascender es cuestión de talento, ser famosos es un azar, los dos se sostienen con mucho trabajo. Así como el escritor pelea contra la página en blanco, el famoso pelea por los likes y los seguidores.

Vargas Llosa ha escrito muchos cuentos, y este es famoso, no porque esté bien escrito, es farragoso y largo, para lo que dice se toma demasiadas líneas, trata de ser gracioso y no lo es, carece de acidez, de agudeza.

No es “autobiográfico”, es un artículo criticando a la actualidad, disfrazado de cuento y su recurso escatológico es una repetitiva onomatopeya que corea su opinión. Un anciano narra sus recuerdos y olvidos, el mundo perdido, lo único real que conserva son sus “vientos”, sus excrementos, la nostalgia es la ruta que sigue mientras camina extraviado en su demencia, no sabe cómo llegar a su casa. Critica el veganismo, la asexualidad, a los “animalistas”, la comida sana, el teatro, la digitalización que acaba con cines y bibliotecas, es un paisaje apocalíptico que mira un anciano demente, justo a tiempo para despedirse de un mundo que rechaza.

El cuento va lento, aburrido, hasta que entra el primer añadido: Abandonó a “Carmencita su mujer por muchos años” por una que “no valía la pena” y de la que no recuerda su nombre. ¿De verdad? ¿Isabel Preysler no valía la pena? Vargas Llosa es Premio Nobel, colecciona Honoris Causa, es miembro de la Academia Francesa, pero la gran fama popular, ser perseguido por los paparazzi, estar en los memes, aparecer en los programas y revistas del corazón, se la debe a su romance con la “Reina de Corazones”. Esa mujer que “no valía la pena” le dio un pedazo de fama que nunca habría alcanzado.

En su larguísimo paseo a la nada, están las otras líneas de su venganza: se burla de Tamara, la hija de Preysler, y su carrera gastronómica, que además es muy exitosa porque ha tenido un show en la televisión y ha ganado el Master Chef. La Preysler hace declaraciones en “exclusiva”, exige “no se metan con mis hijos”, todos guapos y famosos. Los más pestilentes “vientos” fueron esas breves líneas.

En la convocatoria mediática corazón mata intelecto, el cuento solo habría quedado en el círculo de los lectores de Vargas Llosa, pero con la mala tinta de su relación con la Preysler alarga su presencia en el cotilleo. La colección de hombres de Preysler está completa con un Premio Nobel, los dos son adictos a la fama, es una lástima su rompimiento, el mundo intelectual y literario ganó mucho con esta relación, lo regresó a la mundanidad, parecía que los novelistas tenían otras aspiraciones, además de los premios y de los puestos burocráticos. La verdadera novela es esa, el romance de esta pareja huyendo del olvido, desesperados, en pánico ante la frágil memoria de la masa.

AQ

  • Avelina Lésper

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