Horiguchi Kumaichi, el samurái que salvó a la familia de Madero en la Decena Trágica

Entrevista

El diplomático y escritor Carlos Almada comenta el libro donde rescata este episodio poco conocido de la historia de México.

Detalle de portada de 'Un samurái en la Revolución Mexicana' (Debate)
Ángel Soto
Ciudad de México /

Hay historias que se revelan ante su autor por gracia de la fortuna. En 2015, en vísperas de partir hacia Tokio con el encargo de presidir la embajada mexicana, Carlos Almada leyó en la prensa una noticia que lo asombró: un senador había dirigido los reflectores hacia un episodio ignoto de la historia nacional ocurrido un siglo atrás. Proponía, además, honrar la memoria de un diplomático nipón y reconocer su “gesta heroica”. Primera casualidad.

El 26 de febrero de aquel año, el senador chihuahuense Patricio Martínez García narró con detalle ante los parlamentarios los “hechos trascendentales” iniciados durante la madrugada del 9 de febrero de 1913, cuando los generales Manuel Mondragón y Gregorio Ruíz comandaron la revuelta que culminaría en el derrocamiento —y posterior asesinato— del presidente Francisco I. Madero. Mientras ocurría ese primer intento de golpe de Estado, el diplomático Horiguchi Kumaichi —quien por entonces oficiaba como encargado de negocios ad interim de Japón— acogió a la esposa, padres y hermanas de Madero, poniendo en riesgo su integridad y la seguridad de su propia familia.

La noticia resonó en la cabeza de Almada por dos motivos independientes. En primer lugar estaba su próxima ratificación como emisario mexicano en la tierra del Sol naciente; en segundo, un vínculo familiar: su esposa, María del Carmen Madero, es sobrina-nieta de Francisco I. Madero. Su abuelo, pues, era hermano del entonces Presidente. Segunda casualidad.

Cuando habla sobre estos eventos fortuitos, Carlos Almada no esconde su estupor. “Hay episodios en la vida de las personas o de los países que exigen ser contados. Yo creo que si no hubiera escrito la historia de Horiguchi Kumaichi, no habría podido dormir tranquilo”, dice el exembajador en entrevista con Laberinto.

El texto al que se refiere Almada lo publicó recientemente el sello Debate con el título Un samurái en la Revolución Mexicana. El relato abreva en documentos y fuentes históricas para reconstruir la proeza de Horiguchi, pero también es producto de la mirada curiosa de Almada. El libro es, por momentos, una suerte de bitácora en la que su autor retrata su viaje a Japón, el cruce con esa cultura de Oriente y la conmovedora reunión con los descendientes de Horiguchi. Al paso de las páginas, los lectores conocemos cómo se fraguó, entre bambalinas, esa relación entre dos diplomáticos separados por un siglo.

¿Por qué, si existía un vínculo familiar tan estrecho, Horiguchi Kumaichi no se había asomado antes en el horizonte de Carlos Almada? Por recelo al dolor, explica. “Doña Sara Pérez de Madero —viuda del Presidente—, nunca quiso volver a hablar con nadie de la Decena Trágica, porque fue algo verdaderamente traumático para ella”.

No obstante, un pilar de este libro es la pugna contra la desmemoria. En la introducción del libro, Almada revela su gran motivación: relatar la historia “sin jactancias” para “levantar el telón de plomo del olvido”.

“Yo estoy convencido”, dice el autor, “de que la razón de ser de la historiografía es luchar contra el olvido, rescatar los episodios ocurridos en el pasado y encontrar su sentido. No se trata de que sea nuestra maestra, porque los hechos históricos son irrepetibles y únicos, pero sí nos da lecciones. Los seres humanos tenemos que saber agradecer y recordar lo bueno y lo malo. El olvido es, en mi opinión, un enemigo”.

Un samurái en la Revolución Mexicana es también un inventario de aprendizajes. Más allá de las lecciones de la Historia, están los vínculos que se forjan en el presente. Entre las lecciones que Carlos Almada asimiló durante el transcurso de su investigación sobre Horiguchi, atesora una: “Es muy divertido escribir, pero a veces también es difícil, complejo y doloroso. La lección más importante que obtuve es que hay que pedir ayuda a los que saben. Quien crea que hace las cosas solo, se equivoca. Todos somos ayudados… esa es otra razón para luchar contra el olvido y, por consecuencia, contra un pecado mayor: la ingratitud”.

'Un samurái en la Revolución Mexicana' (Debate)

ÁSS

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