La verdad y la estadística de las elecciones: la paradoja de Simpson en la Ciudad de México

Ciencia

¿En verdad hubo un cambio de color político en la capital? En el tratamiento de datos suelen surgir situaciones contraintuitivas que dan la impresión inversa de lo que ocurre en la realidad.

"La estadística es un arma de doble filo que puede causar daño si se usa del lado incorrecto". (Foto: Juan Carlos Bautista | MILENIO)
Gerardo Herrera Corral
Ciudad de México /

El fenómeno fue reportado por primera vez en 1951 por el británico Edward H. Simpson, quien falleció hace dos años, después de hacer grandes contribuciones al estudio de los datos estadísticos, la encriptación y el análisis de sistemas de información. Sin duda, Simpson fue más conocido por haber hecho el atinado señalamiento: “cuidar con detalle la interpretación de los datos”.

La paradoja de Simpson se da cuando los datos estadísticos se agregan sin el debido cuidado. La tendencia aparente puede ser lo contraria por no considerar variables que desaparecen en la suma de datos.

¿Un cambio de color político en la Ciudad de México? “Los números redondos son siempre falsos”, decía el escritor inglés Samuel Johnson. Ahora es una de las frases favoritas de los analistas de datos y puede ser bien citada por los que escuchan con recelo a quien dice que la Ciudad de México ha cambiado de color político.

En la Ciudad de México nueve de las dieciséis alcaldías cambiarán de administración y sólo siete seguirán pintando del color marrón que tenían antes, de manera que los números redondos parecen decirnos que la capital ha dejado de ser el bastión de izquierda que solía ser. Sin embargo, en ésta como en otras ocasiones: “los números redondos son falsos”.

La estadística es una herramienta poderosa en la toma de decisiones, pero es un arma de doble filo que puede causar daño si se usa del lado incorrecto. El pasado 6 de junio se celebraron las elecciones más grandes en la historia de nuestro país y aunque la base electoral fue de 93 millones y medio, sólo la mitad salió a ejercer su voto. La participación puede ser crucial en los resultados y hay que recordarla cuando se quiere leer correctamente el mensaje de los números que se generan en un ejercicio cívico electoral.

Es importante tomar en cuenta que la participación por alcaldía fue muy desigual y curiosamente fue mayor en aquellas en que Morena-PT perdió liderazgo. ¿Qué pasaría si la participación fuera igual en todas? ¿Cómo se vería el panorama si la participación hubiese sido del cien por ciento?

Tenemos la información necesaria para calcular los resultados en este caso.

La paradoja de Simpson aparece en las elecciones de la Ciudad de México porque al sumar votos con la participación obtenida, se puede ver una ligera ventaja de 51 mil 218 votos para los opositores. Sin embargo, cuando escalamos las fracciones obtenidas al cien por ciento de la votación nos percatamos de que Morena-PT se queda con 3 millones 211 mil 733 mientras que los opositores obtienen sólo 3 millones 161 mil 161 es decir, la tendencia se invierte. Morena-PT ganaría con 50 mil 572 votos.

Si la participación de 63.7 por ciento en la Alcaldía Benito Juárez hubiera sido la de Iztapalapa en donde se contó sólo 45.3 por ciento y en Iztapalapa hubiese tenido la participación de Benito Juárez, entonces la ventaja de Morena-PT sería de más de 150 mil votos.

En otras palabras, la participación en determinadas regiones de la ciudad confabuló para dar la apariencia de que la preferencia política había cambiado. La variable oculta es la participación y la desagregación que clarifica las aguas es por regiones. Cuando se la toma en cuenta se observa la tendencia contraria de lo que se obtiene con la participación que se dio ese día por las razones que fueran.

Es importante señalar que localmente no cambia nada porque el ejercicio que hacemos es de escalamiento. En ese proceso las Alcaldías quedan con la misma ventaja o desventaja que tienen con la participación correspondiente pero la eliminación de diferencias en participación marca la diferencia del total.

Esto nos permite afirmar que la Ciudad de México sigue siendo una ciudad de izquierda pero que se puede elegir una participación ciudadana específica para dar la impresión contraria tal como ocurrió en el proceso electoral.

Por supuesto, deberíamos considerar que los inconformes con la administración actual son los más interesados en votar y que son ellos los que se levantan temprano para expresar su incomodidad. También podríamos anotar que en la Ciudad de México Morena-PT fue sin alianza con otros partidos o que el PRI y el PAN se separaron en un par de Alcaldías, etc. De tal suerte que aún sería necesario hacer correcciones adicionales de tipo político electoral. Aquí sólo queremos señalar la presencia de una paradoja estadística que por sí misma resulta interesante y nos advierte sobre las sutilezas que pueden existir en la lectura de datos. Queda claro que obtener el verdadero pulso de la Ciudad de México debe pasar por un análisis cuidadoso de las variables ocultas que en esta ocasión está en la participación ciudadana.

AQ

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