Desde hace años, la mezzosoprano letona Elīna Garanča habita en España, pero no sólo dentro de sus fronteras, sino en el territorio más vasto que es su idioma, al que rinde homenaje en recitales, en especial con uno de los géneros tradicionales de la península ibérica y pariente de la ópera: la zarzuela.
A su regreso a México para ofrecer sendos conciertos en la capital y Monterrey, Garanča quizás por eso dice en entrevista con Laberinto que para ella el español “es un estado de ánimo”, una lengua a la que dedicó buena parte de las canciones del álbum Sol y vida, que incluye su versión de las mexicanas “La Llorona” y “Granada”, de Agustín Lara, la célebre “Gracias a la vida”, de Violeta Parra, “El día que me quieras”, de Carlos Gardel, o piezas de La tabernera del puerto, la zarzuela del español Pablo Sorozábal.
Grabó ese álbum en 2019 para la Deutsche Grammophon con su marido Karel Mark Chichon al frente de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria. Aunque en su primera visita a México en 2017 Garanča ya había interpretado en la sala Nezahualcóyotl romanzas y zarzuelas de El barberillo de Lavapiés, El barquerillo y El niño judío, además de arias de la Carmen de George Bizet, igual inspirada en España.
“Soy una amante de la zarzuela, que me ha regalado muchos éxitos en mi carrera y siempre crea un buen humor en la sala”.
En la breve conversación, habla de sus diferencias con la soprano rusa Anna Netrebko, con la que otra vez compartió escenario en Viena en la producción de Aída de la Wiener Staatsoper; de su debut en una zarzuela en otoño próximo y de la influencia de la música sacra en su repertorio y espiritualidad.
“Cada uno necesita dormir con su moral en la noche”, señala sobre su postura contraria a la de Netrebko, en relación con la invasión de tropas rusas de Putin a territorio ucraniano hace justo un año.
“¿Qué quieres saber de mí que no haya dicho ya?”, me pregunta al comenzar la entrevista.
—Quisiera saber qué es para usted el idioma español, ya que lo habla casi a la perfección, decidió mudarse a vivir en el sur de España y canta romanzas y zarzuelas y canciones vernáculas latinoamericanas en español.
“Al final, el español es un estado de ánimo. Es la manera en cómo se aprecia la vida, cómo se vive la familia. Letonia sigue siendo mi país principal, pero, al final, es cierta actitud en la vida, cuando la familia es lo más importante”, expone sobre su decisión de mudarse a España la mezzo de 46 años, madre de dos niñas: Catherine Louise y Cristina Sophie, que procreó con el director maltés Chichon.
—Sin embargo, ¿por qué viviendo en España nunca ha cantado en una producción de zarzuela?
—Voy a hacer Luisa Fernanda el próximo otoño—, dice con emoción, aunque su rostro, en vísperas del primero de sus dos conciertos en México, mostraba los estragos del viaje desde Viena donde cantó la Amnéris de Aída con Anna Netrebko y Jonas Kaufmann.
“Tengo muchísima ilusión, será un reto bastante grande, pero entro a hacer Luisa Fernanda con el corazón abierto y la experiencia que tengo, conozco el teatro (de la Zarzuela en Madrid), conozco su atmósfera, su público. Tengo muchos amigos en España que me ayudarán seguramente. Es una gran experiencia para mí”, agrega Garanča (aunque fue muy criticada la anterior versión de esa comedia lírica de Federico Moreno Torroba en ese escenario, en febrero de 2021, bajo la batuta justo de Chichon).
Residente en España con su familia, Garanča expuso que el tema del retiro ya está en su cabeza, porque quiere disfrutar de sus dos hijas, por lo cual es más selectiva en este momento de sus presentaciones.
“He encontrado un punto justo después de interpretar Amnéris, porque después de este momento todo lo que ha pasado son bonos que no me había esperado. Hay que ser realista, la voz es como un coche, ya no es la misma de antes. Hay que saber reconocer el tiempo justo del retiro. He pensado en ello. Todavía no, pero quizá sea en los próximos 20 años. También, como mamá de dos niñas, intento combinar mis diversas facetas para que todas esas partes de mi vida se cumplan de forma equitativa”.
Reconoció que ya no le interesan los papeles de jóvenes (travestidos, para mezzosopranos, como el Cherubino de Las bodas de Fígaro o el Octavian de El caballero de la rosa), aunque agregó que los puede cantar porque técnicamente sabe lo que necesitan, pero la voz no tiene esa frescura.
“También hay repertorio que he cantado suficiente y no pienso repetir más de 50 veces. Por ello, busco las posibilidades de abrirlo, partiendo del barroco, el bel canto, el romanticismo. El repertorio más fuerte y dramático, el que cuesta y usa más la voz, lo estoy reduciendo para darle la fuerza y valoración ideales”, añadió la diva, para quien ya no hay un protagónico que le interese en particular. “Sería interesante quizá Lady Macbeth (de Verdi) o Venus (de Henri Desmarest), pero, soy sincera conmigo y con mi público: no me emociona tanto como hace 15 años. Y entrar al escenario con un papel que ya no me emociona, mejor no lo hago”.
Estrella de la Metropolitan Opera House de Nueva York desde finales de la década antepasada por su protagónico en Carmen (este reportero atestiguó el hechizo que lanzó como gitana en todas las funciones de la temporada 2010-2011), Garanča sonríe cuando se le comparte en la conversación que en noviembre de 2023 ese teatro tendrá por primera vez una ópera cantada en español en un siglo: Florencia en el Amazonas (1996), de Daniel Catán, inspirada en la obra de Gabriel García Márquez.
—Ya que habla español y conoce tan bien la cultura en este idioma y ha cantado en sus recitales obras del cancionero mexicano ¿le gustaría interpretar algún rol en una ópera mexicana?
—A mí me gusta conocer todo lo que no conozco. La ópera mexicana, voy a decirlo honestamente, es algo que no conozco, a diferencia de las canciones mexicanas, porque uno se encuentra esa música en muchas partes. Después de cantar 50 o 100 veces el mismo papel, para seguir cantando y si uno tiene la fuerza, hay que reinventarse, así que yo estoy abierta siempre a algo nuevo. Pero, no es algo que yo sola decida, si hay una invitación, claro.
No obstante, cuando antes se le planteó en la conferencia de prensa que ofreció en la Ciudad de México si se podría platicar para invitarla a protagonizar una producción en nuestro país, ella acotó que “una gran noche de ópera no la hace una sola cantante”.
“Yo, en ese sentido, soy un poco egoísta. Venir a hacer una sola producción, a mí me parece una limitación, porque hay solo un papel que se puede mostrar en esa producción. A mí me gusta en estos países dar un concierto con un programa que varíe tanto, que tenga diferentes estilos, idiomas, personajes que se pueden interpretar. Pero, también se podría acortar el tiempo de estar lejos de la familia, con óperas concertantes que introduzcan al público repertorio que no es súper común, la preparación no es tan larga, ni es tan cara, así también se puede ofrecer un proyecto particular.
“La planificación de un teatro es cuatro cinco años de anticipación, se tiene que ver para qué, por qué y con quién se hace un proyecto. Y yo siempre digo que las noches particulares no salen bien solo por un cantante, las producciones espectaculares, inolvidables, son porque algunos cantantes hicieron algo juntos. La famosa Aída con Maria Callas y con la mexicana Oralia Domínguez era espectacular por esas cantantes, porque eran estrellas mundiales en su plenitud máxima, entonces hacen la noche”.
Hija del director de coro Jānis Garančs y de la cantante de lieder Anita Garanča, también ha incursionado en la música sacra, en diferentes escenarios religiosos en Europa, y destaca esa faceta.
“Soy muy espiritual. La religión a veces limita a uno porque cada Iglesia, cada religión tiene su sistema para practicar su fe, y eso me encierra mucho. Yo creo en dios en la forma que sea, la espiritualidad me acompaña a diario. Mi padre era director de coro y con él cantábamos muchísimos réquiems, pasiones, misas… El canto coral, con ocho, seis voces, es algo que se siente divino, porque la voz humana, cuando resuena con estos coros en esas columnas y arcos de las iglesias, es algo tan divino.
“Puede ser que este silencio o este eco en una voz es lo que yo busco también en la ópera. Claro que me gustan los aplausos, pero, para mí, la satisfacción total son el par de segundos en el concierto cuando somos en silencio tan unidos que parece que el mundo está abierto en otra manera y nos comunicamos con dios, con la superioridad, con la luna, con el universo, de tal manera que nadie busca o pregunta nada, es un momento en el que se para el tiempo, y esta sensación, es algo que he tenido en la memoria desde niña, cuando estaba en el coro con mi padre”, agrega Garanča, a quien hay que escuchar y ver en su interpretación del Panis angelicus de Cesar Franck, en la Frauenkirche de Dresde.
—Acaba de volver a compartir estelar con Anna Netrebko, cantó la Amnéris de la Aída de Giuseppe Verdi, en la Wiener Staatsoper. En el contexto de la invasión de Rusia a Ucrania y las críticas y vetos que ha enfrentado la soprano rusa ¿cómo fue volver a trabajar juntas?
—Es muy difícil contestar, porque estamos en dos posiciones diferentes. Yo no he cambiado mi opinión de la guerra ni del régimen de Vladimir Putin. Cada uno necesita acostarse en la cama con su ideología y dormir tranquilo. Ella también es medio austriaca y esa es la razón por la que hemos cantado juntas, pero yo no tengo ningún proyecto próximo con ella. Y reitero: cada uno necesita dormir con su moral en la noche.
AQ