En el callejón de los deseos

Al margen

En 'Pura pasión', Annie Ernaux revela deseos y transgresiones sin buscar la comprensión ni la absolución social.

Portada de 'Pura pasión', de Annie Ernaux. (Tusquets)
Alma Gelover
Ciudad de México /

¿Existe algo nuevo en la novela Pura pasión, de Annie Ernaux? No en sentido estricto; es la historia de una mujer con un amante casado, al que recibe en su casa cada vez que él logra escaparse de sus deberes profesionales o familiares. No puede escribirle ni llamarlo por teléfono, no puede darle regalos ni mucho menos ir con él al cine, al teatro, a un restaurante, pasear por la calle. No puede dejarle marcas —mordiscos, arañazos— cuando hacen el amor. Es una relación clandestina en la que ella espera permanentemente que él se ponga en contacto, que le anuncié su visita, que le conceda un tiempo para enfrascarse en los delirios del sexo, sin compromisos ni reclamos.

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Publicada originalmente en 1991, traducida al español por Tusquets en 1993, muchos años fuera de catálogo y reeditada por esta misma editorial en 2022 con motivo del Premio Nobel de Literatura concedido a su autora, Pura pasión cuenta una historia común con honestidad singular y tajante, sin miramientos ni sentimentalismo. Ella, Ernaux, es esa mujer atrapada en el callejón de los deseos, esa mujer que espera, consciente del lugar secundario que ocupa en la vida de su amante, un diplomático extranjero que radica en la misma ciudad que ella. Esa mujer que describe sin falsos pudores las escenas sexuales que tienen lugar en su casa, a donde sus hijos, todos mayores, no pueden llegar sin avisar ni cuando ella se los prohíbe explícitamente.

El año que dura esa relación es para ella un tiempo suspendido “entre dos citas”, que a veces suceden en un lapso de días o semanas. Acontecida antes del uso de los celulares, la tiene siempre pendiente del timbre del teléfono; si abandona su casa por un motivo cualquiera, piensa que durante esa ausencia él podría llamarla, y eso la llena de angustia, como le desespera responder llamadas que no son las de él, a quien identifica como A. “Pero cuando oía la voz de A., mi espera indefinida, dolorosa, celosa evidentemente, se esfumaba tan de prisa que tenía la impresión de haber estado loca y de recuperar repentinamente la cordura. En el fondo, me asombraba la insignificancia de aquella voz, y la desmedida importancia que revestía en mi vida”, escribe la también autora de El lugar, novela en la que narra la muerte de su padre.

Con apenas 70 páginas, Pura pasión es un libro que revela como una historia que pocas mujeres se atreven a contar, la historia de sus deseos y transgresiones sin buscar la comprensión ajena ni la absolución social. Cuando él regresa a su país, ella se siente devastada, todo le da igual, sabe que no volverá a verlo y eso le duele profundamente: “Me habría gustado arrancarme el dolor, pero lo tenía en todas partes”, escribe la narradora que no pretende sino relatar lo que la existencia de ese hombre significó para ella: “Una especie de obsequio devuelto”.

AQ

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