‘En otro país’: mentir para amar

Cine

La película de Sang-soo Hong, un ensayo visual en torno a la inocencia, la mentira y el arte, enfrenta a su protagonista con la hipocresía del mundo adulto.

Joon-Sang Yoo e Isabelle Huppert en ‘En otro país’. (MUBI)
Fernando Zamora
Ciudad de México /

El cine de Sang-soo Hong exige cierto esfuerzo. No el de una película de Godard, pero sí la que requiere, por ejemplo, ver llover hasta quedar hipnotizados. Esta es justamente la sensación que queda cuando uno ve alguna de las casi treinta películas de este prolífico director: la de estar hipnotizados.

En otro país estuvo en competencia en Cannes en 2012. La obra se nos presenta como puesta en abismo, esto es, una ficción dentro de otra ficción… hasta el infinito. Wonju es una jovencita que come un pastel junto a su madre en un café al aire libre. Estamos en un pueblo costero y más allá de las mujeres hay una playa gris salpicada de embarcaciones. Ellas discuten en torno a un familiar que ha amenazado con suicidarse. Por culpa de él y, por razones que no se nos explican, madre e hija tendrán que quedarse dos o tres días, quizá algunas semanas, en este pueblo. ¿Algunas semanas?, pregunta Wonju. “Me estás diciendo que nos vamos a quedar a vivir aquí”. La madre apaga su cigarro y comienza a comer, culpable, el pastel. El diálogo ofrece claves para entender lo que estamos viendo porque resulta que la niña, en cuanto sabe que tendrá que vivir en provincia a causa del familiar incómodo, se pone a escribir una película que vamos a ver, pero, más importante, gracias al diálogo introductorio sabemos que la chica conoce a su madre y sabe que miente. Wonju ha dejado de creer en ella y justamente por eso intuimos que ha llegado a la madurez.

Aun así, las historias que estamos por ver son muy sencillas, como arte naif, y parecen, en efecto, escritas por una chica que apenas ha llegado a la pubertad. En ellas, Anne, una mujer francesa interpretada por Isabelle Huppert llega a este mismo pueblo costero, sale a dar un paseo para buscar un faro que le han dicho que es “chiquito pero muy hermoso” y se encuentra en cambio con un salvavidas que la hipnotiza. Las tres historias de En otro país son variaciones en torno a este mismo tema: el encuentro casual entre una hermosa extranjera ya mayor y un joven salvavidas coreano. Y es válido asumir que las tres historias son como el inicio de Manhattan, de Woody Allen: borradores creativos que, en la mente de Wonju, se van afinando.

Vale la pena notar, sin embargo, que estas tres variaciones sobre un mismo tema permiten al director explorar el tópico que debería atraer nuestra atención en esta película: el nacimiento del amor sexual. En muchos sentidos, el director coreano está siguiendo aquí las huellas de Éric Rohmer quien, en Pauline en la playa de 1983, exploró también el nacimiento de la sexualidad (y la sensualidad) en una chica de 15 años. De acuerdo con ambos directores, para que nazca este deseo otra cosa tiene que morir, esto es, la inocencia infantil. En efecto, como Pauline en la playa, En otro país enfrenta a su protagonista con la hipocresía del mundo adulto como condición para que ellas mismas puedan crecer. Y aún más, el descubrimiento de la mentira que implica en esta película el descubrimiento de la sexualidad es justamente lo que permite a Wonju crear. Como vemos, la puesta en abismo no es sólo un artificio. Es parte integral de este ensayo visual en torno a la inocencia, la mentira y el arte; un ensayo en que la forma y el fondo se complementan como en todas las obras de arte, produciendo cine que no necesita de grandes presupuestos, pero sí de los elementos más básicos del cine: imaginación, buena fotografía y una fabulosa actuación.

En otro país

Dirección: Sang-soo Hong | Corea del Sur | 2012


Disponible en Cinépolis Klic y en MUBI.

AQ


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