“Es fundamental que el director esté de acuerdo con la banda sonora, al fin y al cabo es su película y no la mía”. Esa era la modesta ubicación que Ennio Morricone le daba a su trabajo, aunque en no pocas ocasiones (y el tiempo es un excelente juez) las películas decrecían mientras la música que Morricone componía adquiría la estatura de obra maestra. Su excelencia lo llevó a firmar musicalmente alrededor de 500 scores, convirtiéndose en el compositor cinematográfico más solicitado y más prolífico de todos los tiempos.
Respecto a su forma de trabajar, Morricone cuenta que algunos directores le daban a leer el guión, otros le mostraban la película ya terminada para que la musicalizara, algunos más trabajaban con él simultáneamente.
Sergio Leone, que era muy respetuoso con la música de Morricone, llegó a alargar y transformar escenas para adaptarse al tempo y a la duración de la pieza del músico romano.
A Sergio Leone —quien sería el famoso creador del spaguetti western— lo conoció en la banca escolar y décadas más tarde lo llamó para que musicalizara uno de sus filmes. Con base en esta confianza, Morricone le pidió a Leone que en el tercer trabajo en conjunto ya lo dejara “hacer lo que quisiera”. Sobra decir que las innovadoras Por un puñado de dólares, El bueno el malo y el feo y Érase una vez en América valen tanto por la imagen como por la banda sonora de Morricone. Los dos artistas trabajaron juntos hasta la muerte de Leone en 1989.
En ocasiones, las melodías creadas por Morricone se transformaron en personajes. Es el caso de la “vengativa” armónica que Charles Bronson toca en Hasta que llegó su hora (1968) o la “implorante” flauta que Jeremy Irons tañe en La misión (1986).
La versatilidad del músico lo llevó a abarcar todos los géneros: el drama, el western y hasta el filme de horror. Recordemos que musicalizó La Cosa (John Carpenter, 1982). Morricone —hay que destacar— siempre derrochó profesionalismo. Compuso su primera obra para trompeta a los seis años y a los doce ya había cursado en el conservatorio las asignaturas de Armonía y Composición.
Pop star
La gimnasia musical que practicó en decenas de arreglos que a fines de los años cincuenta compuso para los cantantes pop de la RCA lo convirtió en un atleta de alto rendimiento que creó muchas de las mejores bandas sonoras de la segunda mitad del siglo XX e inicios del XXI. “Guarda come dondolo”, el twist de Il sorpasso (Dino Risi, 1962), fue compuesto por Morricone.
A Mina le compuso la música de “Se telefoneando” (1966), y cuenta Morricone que la concibió “haciendo cola para pagar el recibo del gas”. La estrenó la también llamada Tigresa de Cremona y más tarde fue interpretada por Françoise Hardy, Franco Batiatto, NEK… En 1971 compuso, junto a Joan Baez, “Here’s To You” para la cinta Sacco y Vanzetti. En 1984 colaboró con Metallica en “The Ecstasy of Gold” y en 1987 participó con Pet Shop Boys en “It Couldn’t Happen Here”.
Pero como su vocación no era el pop e inicialmente tampoco el arte de las bandas sonoras (que a decir de él mismo “se le fue dando con el tiempo”), Morricone encontraba el tiempo para componer su “música absoluta” (la que más le importaba), música libre de compromisos comerciales que lo llevaría a las grandes salas de concierto. “Hasta entonces no me había dado cuenta de la necesidad del público de establecer contacto conmigo, sus ganas de descubrir mi obra en vivo. Quise saber de qué se trataba y me gustó”. Quince conciertos para piano, 30 piezas sinfónicas y una ópera…, en eso consiste cuantitativamente la “música absoluta” de Morricone, en la música que apreciamos más frecuentemente que en sus bandas sonoras el lirismo místico que caracterizaba su estilo. Cuando se le preguntaba si la música era capaz de acercarnos a Dios, Morricone respondía: “La música está cerca de Dios y es el único arte que nos aproxima al Padre Eterno y a la eternidad”.
“El Mozart del cine”
Morricone era un padre de familia responsable. Se casó en 1956 con María Travia, con quien tuvo cuatro hijos. Por ellos trabajaba a destajo. Llegó a realizar la música de una banda sonora en una semana.
Pasolini, Tornatore, Leone, Fellini, Joffé, Scola… Almodóvar le encargó el score de ¡Átame! (1989) y cuenta Morricone que Almodóvar “escuchó la música para el filme sin decir nada. Me dejó muy desconcertado, inquieto. Luego coincidimos en alguna premiación y entonces me dijo que le había gustado”.
También trabajó con Tarantino en Los 8 más odiados, cinta por la que en 2016 obtuvo un Oscar. En una premiación, Tarantino dijo: “Morricone es el Mozart del cine”. “Bah, ni él se lo cree”, respondió Morricone.
Un Oscar honorífico en 2006, diez David de Donatello, tres Globos de Oro, seis BAFTA, dos Grammy… A decir de Morricone, “el premio más importante es la satisfacción que mi trabajo les causa a los directores que me contratan”.
El hombre que sin ceder a la vulgaridad introdujo silbidos, armónicas y guitarras eléctricas en sus partituras cinematográficas ha muerto en Roma a los 91 años. Él, que supo empatar lo familiar con lo inusitado, lo habitual con lo misterioso y lo novedoso con lo tradicional nos deja la tarea de volver a disfrutar sin imágenes, o con imágenes, su obra musical.
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