Enrique Semo: “Me sentía llamado a cambiar el mundo y a remediar sus injusticias”

Entrevista

En entrevista, el autor de ‘Viaje alrededor de la izquierda mexicana’ afirma que un hombre o una mujer sin un ideal que vaya más allá de la felicidad personal es una persona incompleta.

Enrique Semo, historiador mexicano. (cdmx.gob.mx)
Adriana Cortés Koloffon
Ciudad de México /

A los once años huyó con su familia de Bulgaria, su país natal, perseguidos por el fascismo. Enrique Semo (Sofía, 1930), doctor en Historia Económica por la Universidad de Humboldt, Alemania, e investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México, a sus infatigables 95 años ha escrito más de una decena de libros que son clave para conocer la historia de la izquierda mexicana; entre otros, Historia del capitalismo en México. Los inicios 1521-1776 y Viaje alrededor de la izquierda mexicana. Docente en distintas universidades del mundo, ha obtenido, entre otros reconocimientos, el Premio Nacional de Ciencias y Artes (2014) y la Medalla Hegel de la Universidad Humboldt de Berlín. Actualmente, la Universidad Autónoma de la Ciudad de México publica sus Obras reunidas en varios tomos.

¿Qué recuerda de su huida de Bulgaria?

En 1939, antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, nos vimos obligados mis padres y yo, que tenía 9 años, a dejar Bulgaria. A esa edad yo me había quedado solo en una casa relativamente grande y bastante espantado por lo que pasaba, mientras mis padres se encontraban ya en Francia. Uno de mis tíos me llevó con ellos en el famoso Orient Express, ese tren que iba de Londres a Damasco, que pasaba por Sofía y también por Belgrado y Milán para cruzar los Alpes y entrar a Francia. En esos años el Orient Express llegaba a su auge. Pero mi viaje no fue precisamente un paseo, por lo contrario fue muy angustiante. Por las ventanas del tren se veían muchos soldados. Todos los países habían decretado la movilización de los jóvenes: primero del ejército búlgaro, luego del ejército yugoslavo. El tren pasó también por el norte de Italia e igualmente estaba lleno de soldados. Llegué a París donde se encontraban mis padres y ahí nos alcanzaron los alemanes, que después de una ofensiva de la Blitzkrieg destrozaron en un mes al ejército francés y tuvimos que huir a Marsella, en una multitudinaria caravana hostilizada por los aviones alemanes. En esa ciudad que quedaba en la mitad no ocupada de Francia, pero sometida a la política pro nazi, los judíos y los emigrantes de la Guerra Civil Española fuimos acosados cotidianamente. Después de mucho esfuerzo mi padre consiguió una visa a Cuba, pero nos quedamos en México, que para nosotros significó la libertad frente al holocausto europeo, del que apenas logramos escapar, en el penúltimo barco de refugiados que partió de Europa a México, el San Tomé. Al llegar a Veracruz yo tenía 11 años y el impacto que me dejó el puerto es hasta hoy inolvidable.

¿Cómo influyó en su pensamiento la experiencia en el kibutz?

Yo llegué al kibutz en Israel a la edad de 23 años. Mi objetivo era construir un socialismo diferente al de la Unión Soviética desde una comunidad agrícola de plena igualdad y democracia directa en donde no circulaba el dinero y cada uno desempeñaba un papel en una economía mixta en la cual se combinaban la agricultura, la avicultura y la ganadería. Durante tres años trabajé en los establos de ovejas y vacas de alto rendimiento. Las reuniones vespertinas permitían la participación de todos y cada uno y eran la máxima autoridad. En el kibutz Meguido había una excelente biblioteca marxista aportada por los miembros de origen libanés, de la que yo fui un ávido lector. Salí de ahí porque quería continuar mis estudios. Primero lo hice en la Escuela Superior de Derecho y Economía en Jaifa y luego en Tel Aviv. La subida de la derecha después del asesinato de Isaac Rabin en Israel ha sido acompañada por la destrucción paulatina del kibutz, que fue transformado en una cooperativa minada por el capitalismo y su cultura.

Alguna vez declaró que nació para ser socialista. ¿Qué detonó su postura ideológica?

Hacia los 15 o 16 años inicié la rebelión contra la autoridad (imaginaria) de mi padre y el modo de vida de la clase media que era propio de mi familia. Me sentía llamado a cambiar el mundo y a remediar las flagrantes injusticias que lo aquejaban. No me resignaba a vivir solo para satisfacer mis deseos personales, sentía la necesidad de vivir por un ideal que me llevara a cambiar el mundo. La organización juvenil en la cual participé desde mi llegada a México, Hashomer Hatzair, era de orientación definidamente socialista. Mi amigo de la adolescencia, Friedrich Katz, era hijo de padres comunistas alemanes y luego sería un destacado historiador de México. Desde esa edad leía a Marx, aún me recuerdo las largas idas y venidas de su casa a la mía en la cual se discutían obras de Marx y Engels. Además, mi socialismo temprano vino de la comprensión de lo que fue el holocausto en Europa, pero sobre todo de la impresión que me causaba la cruel desigualdad en México.

Hasta hoy considero que un hombre o una mujer sin un ideal que vaya más allá de la felicidad personal es una persona incompleta y limitada. Tenía una misión y mi persona debía supeditarse a ella, ese sentimiento no me abandonó el resto de mi vida. Quizá por eso es que haya nacido para ser socialista, porque eso me vino muy temprano y aún no me abandona. A veces me pregunto por qué.

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A 52 años de publicada su Historia del capitalismo en México. Los orígenes 1521-1763, ¿cuál considera que sea su originalidad respecto a la historiografía de la época?

La elaboración de una tesis sobre los orígenes del modo de producción capitalista en México que decididamente se remonta a la Colonia. Durante los 70 y los 80 se publicaron varios libros en Latinoamérica sobre el tema de los modos de producción. Puedo citar a autores como: Maurice Dobb, Eric Hobsbawm, Maurice Godelier, Sempat Assadourian, Luis Chávez Orozco, Aníbal Quijano, Ernesto Laclau, Sergio de la Peña y algunos más. Este fue un gran tema de la historiografía de esas décadas. Pero en México creo que fue el primero.

Ya en este primer ensayo están planteadas las líneas de investigación que dominaron gran parte de mi obra: a) el problema del desarrollo de México y los países dependientes y subdesarrollados; b) el estudio comparado de los sistemas económicos; c) los orígenes e historia del capitalismo mexicano; d) los problemas de la colonialidad y la dependencia a lo largo de los siglos XVI hasta nuestros días; e) la combinación de los modos de producción y las formaciones sociales.

¿Cuál cree que sea su mayor aportación en Viaje alrededor de la izquierda (1988)?

Creo que la mayor aportación fue elaborar los sentidos del concepto de izquierda o izquierdas que desde entonces ocupa un lugar central en mis escritos. La izquierda ya sea socialista, comunista, nacionalista-popular o revolucionaria, guerrillera, zapatista-chiapaneca o impulsora de la Cuarta Transformación, son rostros cambiantes de algo en común, ese algo es la izquierda. Todos ellos tienen algo de común a la vez que sus particularidades. A veces actúan juntos y otras sucesivamente.

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¿Cómo conoció a José Revueltas?

Lo conocí y mantuve una amistad cercana con él durante dos años. Enrique González Rojo me lo presentó a mediados de 1959, cuando los dos estaban en la célula Carlos Marx. Pepe vivía en una casa en Polanco, cerca de un riachuelo cuyo nombre no recuerdo. No tardó en conquistarme con su inteligencia superior, su fantasía desbordada, sus figuras de pensamiento originales y sus relatos de un humor mordaz. Luego conocí a su mujer, María Teresa Retes y a su hijo Román, que tenía la misma edad que mi hijo mayor Ilán, estudiaron violín con el mismo maestro ruso. Mucho de lo que decía, imaginaba y vislumbraba me fascinaba. Tenía creatividad, inspiración, gracia y un toque de genialidad indudable, cada frase guardaba algo inesperado. Pepe producía una simpatía natural entre los jóvenes y los intelectuales y yo no escapé a sus encantos. Su imaginación tenía una tendencia irresistible de cuestionar y subordinar la realidad. Su carácter irreductible y la persistencia militante en la lucha por la emancipación de los trabajadores, que lo caracterizaron a lo largo de toda su vida, desde los 15 años cuando fue encarcelado por participar en un mitin e ingresar a un partido clandestino, el PCM. En aquel entonces 1959-60, él mantenía una intensa lucha interna contra la dirección del Partido Comunista Mexicano que lo llevaría fuera del partido. Mientras que yo después de las violentas luchas obreras y campesinas de los años 1958-62 pensaba ingresar a él, cosa que cumplí. Su tesis sobre un proletariado sin cabeza tenía algo de verdad, pero su práctica no. La Liga Espartaco que él fundó y de la cual fue expulsado también, no logró algo mejor que el PCM.

Aun me quedan huellas profundas de su libro El apando, escrito en la cárcel. Revueltas había sido ingresado a Lecumberri acusado de incitación a la rebelión, asociación delictuosa, sedición, daño a propiedad ajena, ataques a las vías generales de comunicación, robo, despojo, acopio de armas, homicidio y lesiones. Los absurdos del PRIEstado de aquella época. Publicado en 1969 El apando, como dice Sonia Adriana Peña, es la historia de una cárcel dentro de la cárcel, y es también la historia de la degradación del ser humano, de la involución que lleva a la barbarie.

Por último, ¿sus preferencias literarias y musicales?

Aparte de los rusos Dostoievski, Tolstoi y Gorki, el deslumbrante, prolífico y radical Bertolt Brecht, autor entre otros de: La ópera de los tres centavos, Madre Coraje y sus hijos, El alma buena de Sezuan. Y en otro sentido a Henning Mankell que escribió una serie policiaca fascinante; la ganadora del Nobel de Literatura, francesa, Annie Ernaux. Y, sin duda, Carlos Fuentes y José Emilio Pacheco que nos habla de la Perra vida en donde dice: Despreciamos al perro por dejarse / domesticar y ser obediente. / Llenamos de rencor el sustantivo perro / para insultarnos. Y una muerte indigna / es morir como un perro. ¿Mis gustos musicales? En la clásica destacan Vivaldi, Beethoven, Chaikovski y Shostakóvich y en la popular Carlos Gardel, Juan Gabriel, Consuelo Velázquez y Joan Manuel Serrat.

AQ / MCB

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