El nuevo libro del prolífico Miguel Ángel Muñoz reúne ocho ensayos y 47 entrevistas, casi todas breves, la mayoría publicadas en los años noventa en diversas revistas y suplementos culturales, aunque hay algunas más recientes, como la de Fernando del Paso, de 2017, quien habla sobre su novela policial Linda 67, historia de un crimen (1995).
Elogio de la memoria. Ensayos y conversaciones (Praxis, 2023) es el título de esta recopilación en la que Muñoz escribe sobre la obra de autores como Octavio Paz, Gutierre Tibón, Rubén Bonifaz Nuño y Francisco Umbral, y dialoga, casi siempre sobre libros o asuntos específicos, con personajes como Mario Vargas Llosa, V.S. Naipaul, Salman Rushdie, Elena Garro y Augusto Monterroso. No son conversaciones de tipo ensayístico, no indagan en profundidad sobre el trabajo o el pensamiento de los entrevistados, pero sin duda resultan interesantes. Por ejemplo, al entrevistar a Vargas Llosa con motivo de la aparición de La fiesta del Chivo y El lenguaje de la pasión (antología de sus artículos publicados en El País), el Nobel peruano dice: “La democracia, la tolerancia y el espíritu cívico siguen siendo una anomalía en la historia, un privilegio. Cuando uno vive en Occidente llega a tener una perspectiva errónea y llega a olvidar que la mayoría es barbarie, es autoritarismo, es despotismo”.
Elena Garro, a quien Muñoz visitó en 1996, muestra su desgano por los nuevos escritores: “No conozco nada, no me dan ganas de leerlos. Solo me he dado cuenta de que a los jóvenes ya no les interesa leer a los clásicos españoles. Recuerdo que en la universidad leíamos a los ingleses en inglés, a los latinos en latín, pero era otra época, otros tiempos, ahora hay seres malvados que quieren acabar con toda la literatura hermosa. Hoy estoy absolutamente sola, no tengo amigos y nadie me visita”.
Y el filósofo Ricardo Guerra, al que entrevista en dos ocasiones, en el segundo diálogo habla de su relación con Rosario Castellanos a propósito de la publicación de Cartas a Ricardo (Conaculta, 1994), que reúne alrededor de 600 que ella le escribió, incluidas las de talante amoroso. ¿Qué le queda de es gran amor de Rosario por usted?, le pregunta el reportero y él responde: “Mucho. Lo viví como algo real, no como algo literario; lo que me queda es una relación recíproca, independientemente de lo que pueda decir la gente. Por otro lado, me parece bien la publicación de las cartas, de todas maneras hubiera sido un error decir que no se publicaran, pues es una obra de Rosario, y si a mi hijo Gabriel le parece bien, pues adelante. Gran parte de esas historias son conocidas por nuestros amigos y familiares, pero los chismosos y morbosos ya las leerán”.
Escritores, historiadores, filósofos, dramaturgos, poetas se dan cita en estas páginas que el autor desempolva de las publicaciones periódicas donde aparecieron por primera vez para darles una nueva vida a través de este libro.
AQ