"Toco lo que quiero, no lo que me imponen": Tony Levin

Música

El bajista de King Crimson habla en entrevista sobre su trayectoria, en la que ha colaborado con músicos como Bowie, Lennon, Lou Reed, Peter Gabriel, entre otros.

Levin grabó el bajo para 'Double Fantasy', de John Lennon. (Cortesía)
Juan Carlos Villanueva
Ciudad de México /

El 22 de enero de 1981, la revista Rolling Stone publicó una fotografía de John Lennon captado por Annie Leibovitz. La fotógrafa se dirigió a la casa de John y Yoko. Aunque los convenció de posar juntos, Yoko se negó a retratarse desnuda; solo John aceptó. La foto registra el más dramático arrumaco de la pareja y es la última imagen de John Lennon con vida. Horas después de esa sesión, Lennon fue asesinado frente a su apartamento.

“Fue un momento terrible cuando escuché que lo habían matado”, recuerda Tony Levin, el bajista que grabó para Lennon en Double Fantasy (1980) y el póstumo Milk and Honey (1984). 

“Me afectó muy fuerte y más porque había trabajado para él poco tiempo antes. Fue un proceso doloroso. Durante diez años me negué a hablar del tema. Tengo algunos recuerdos. No son tantos, pues las sesiones de grabación de Double Fantasy fueron breves. Cuando conocí a Lennon, lo primero que hizo fue acercarse a mí para presentarse y decir ‘Hola, oye, me dicen que eres muy bueno en lo que haces pero, por favor, no toques demasiadas notas’”.

Con múltiples sesiones en su haber, el bajista Tony Levin es un referente y testigo obligado de la creación de grandes discos de rock y pop de las últimas cuatro décadas. Algunos de los artistas de alto calibre con los que ha trabajado son David Bowie, Lou Reed, Peter Gabriel, Pink Floyd, Dire Straits, James Taylor, Paul Simon, Alice Copper, Steven Wilson. Desde 1980 es activo militante de las múltiples y diversas encarnaciones de King Crimson, uno de los actos de rock progresivo más trascendentes e intransigentes en la historia del género. 

“King Crimson siempre ha sido un desafío. Estar en esa banda demanda ser creativo todo el tiempo. Incluso, las piezas que no me gustan tanto de King Crimson trato de verlas como un reto y me esmero por tocarlas de mejor forma para que de alguna manera empiece a sentirlas mejor. No pienso en cuál es mi principal contribución a King Crimson. Me siento feliz de ser parte de la banda. Me enfoco en tocar mis partes de bajo o stick y el resto fluye. Somos como una familia, tenemos conflictos, pero es normal. En esta nueva etapa de King Crimson, Robert Fripp nos ha dicho: ‘Aquí ya no hay egos’. Y eso se ha reflejado en la banda, donde todo se ha encaminado hacia la misma dirección. Dentro de King Crimson, soy el que tiene más proyectos o bandas paralelas, como el dúo de jazz Levin Brothers (junto a su hermano Pete) o Stick Men (con Pat Mastelotto y Michael Bernier), y eso me ayuda a mantenerme fresco”.

—Ha trabajado con Robert Fripp por muchos años. ¿En verdad es alguien complejo?

Es complejo, pero creo que todos lo somos. Lo conozco muy bien como amigo y como persona. Sé que es diferente para quien mira desde afuera, pero Robert es muy bueno en muchos aspectos, por supuesto que tocando la guitarra y componiendo, pero también dirigiendo a una banda como King Crimson. No es fácil hacer eso. Cuando estamos de gira y Robert está de buen humor, es muy divertido. No ves eso en el escenario, pero es alguien gracioso.


—¿Cómo conoció a Robert Fripp?

Fue en julio de 1976, durante las sesiones del primer disco en solitario de Peter Gabriel. Curiosamente, a los dos los conocí el mismo día y sigo trabajando con ambos. Cuando los conocí, no tenía idea de quiénes eran. Recuerdo que en esa época tenía cabello y una gran barba. Había escuchado a King Crimson y a Genesis, pero en verdad no estaba familiarizado con ellos. Recuerdo que cuando formamos ese King Crimson de los años ochenta, la banda se iba a llamar Discipline, un nombre que no me gustaba. Robert Fripp decidió dejar el nombre de King Crimson al grupo pero titular al disco Discipline.

—Una de las líneas de bajo más fascinante que ha creado es “Don’t Give Up”, del álbum So de Peter Gabriel con Kate Bush. ¿Cómo crea sus melodías?

Cada canción es diferente, depende si es Peter Gabriel o King Crimson o quien sea. Escucho la canción e internamente imagino la línea del bajo y cómo sonaría. Cuando llego al estudio me presento sin la más mínima idea de lo que haré. Para “Don’t Give Up”, Peter llegó con una caja de ritmo con la base de la canción, y lo que hice fue ponerle notas a ese ritmo. Cuando grabamos ese disco en 1985, viajé a Inglaterra con mi hija de dos meses de edad. Así que puse sus pañales en el estuche de mi instrumento y para la segunda parte de “Don’t Give Up” puse un pañal debajo de las cuerdas del bajo para hacer un tapping en el sonido. En Inglaterra le llaman nappies a los pañales, así que Peter Gabriel lo nombró el Super Nappie Bass Sound.

—Si tuviera la oportunidad, ¿con quién le hubiera gustado o le gustaría tocar?

Con Miles Davis hubiera sido extraordinario, pero también con Jimi Hendrix. Con Frank Zappa hubiera sido interesante, lo malo es que daba órdenes a los músicos sobre qué tocar, y eso no me entusiasma mucho. Me gusta tocar lo que quiero, no lo que me imponen.

ÁSS

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