El sábado 31 de julio, en su edición 946, Laberinto publicó el texto “Un poema desconocido de López Velarde”, escrito por Evodio Escalante en referencia a “La mujer X”. Guillermo Sheridan fue el primero en advertir el equívoco en su cuenta de Twitter, señalando a su probable autor: Enrique Fernández Ledesma. En días recientes, el poeta Luis Vicente de Aguinaga publicó en la revista digital La Santa Crítica un artículo para “desautorizar el yerro con toda nitidez”, dado que ni Escalante ni el editor de Laberinto reconocieron “el error públicamente” ante el comentario de Sheridan. Desde luego, admitimos la equivocación y el siguiente artículo —solicitado antes del señalamiento de Luis Vicente de Aguinaga— es muestra de ello.
Aclarado el equívoco por el tuit de Guillermo Sheridan, el poema “La mujer X” de Enrique Fernández Ledesma tuvo la ilusión —al menos por un día— de haber sido escrito por Ramón López Velarde. Tal vez el entuerto o la broma no duró solo un día, sospecho y divago. Una semana después del artículo de Evodio Escalante, publicado aquí en Laberinto, Luis Vicente de Aguinaga abonó argumentos para desvanecer la confusión; incluso rompió una lanza para releer sin prejuicios al autor de Con la sed en los labios (1919) al que en vida llovieron —de Carlos Pellicer y Salvador Novo, por ejemplo— duros ataques “por imitar” al autor de La sangre devota (1). Entre los dos poetas, nacidos en pueblos de Zacatecas y educados en su primera juventud en Aguascalientes, se forjó una amistad sin dobleces, de una lealtad a carta cabal. El prestigio del jerezano arropó y promovió las letras del amigo al grado de publicar, en la misma editorial que diera a conocer Zozobra, su único libro de versos. Pero, también, la confianza fraterna entre estos dos “bohemios” los llevó a cerrar filas cuando el giro de la obra velardeana —con las entregas líricas de su segundo libro— alentó dudas y descalificaciones de la canalla literaria de la época. Fue precisamente Fernández Ledesma el confidente en torno de los comentarios amargos que suscitó “La última odalisca” (2) y de la resolución de López Velarde para “escribir un poema tan simple, tan cristalino, tan llano” para desconcertar a sus detractores.
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De Aguinaga refiere que Allen W. Phillips había detectado el error, apenas consignado en una escueta nota a pie de página en su libro de 1962 (3). Necio como Santo Tomás, quiero ver y tocar las fuentes hemerográficas originales. Revisar, por ejemplo, si en la edición del día siguiente de El Universal (4) o en posteriores se aclaró o no la equivocación. ¿Por varios meses Enrique Fernández Ledesma fue el autor de “Ánima adoratriz” y Ramón López Velarde de “La mujer X”? ¿Estamos seguros que fue un error del formador de la página? El humor y el desenfado del autor de Galería de fantasmas fueron conocidos y celebrados por sus contemporáneos (5). En honor de esa levedad, la posible boutade convenida por los amigos —va mi resto al 8 negro de la ruleta— se mantuvo al menos hasta finales de 1919, en el que se publicaron sus respectivos libros en las ediciones de México Moderno. Contrastadas las piezas, “La mujer X” es a todas luces “un poema tan simple, tan cristalino, tan llano”, a mucha distancia de las piruetas verbales y los enigmas insondables de “Ánima adoratriz”, ejemplo absoluto de lo “despatarrante”, diría Enrique González Martínez.
Otra vez, el aleteo de una mariposa en Tacámbaro provoca un tifón frente a las costas de Malasia. La broma o el entuerto literarios de 1919 —los sutiles mecanismos de la trampa que fascinaron a Borges y Perec— convocaron un siglo después a varios escritores mexicanos a un teatro o un ring de sombras, ora cándidos y solemnes, ora rigurosos y despreocupados.
1. El artículo en cuestión: “Vida y milagros de la mujer X”, 9 de agosto de 2021, de la revista virtual La Santa Crítica. Enlace consultado el 10/08/2021
2. Poema publicado en El Universal Ilustrado el 11 de abril de 1919.
3. Según la breve noticia de Phillips, “‘Ánima adoratriz’ apareció en El Universal, el 26 de enero de 1919, con un error de firmas; pero no sabemos si se tomó ya del libro Zozobra”, lo que da pie a De Aguinaga para conjeturar razonablemente que en esa misma edición apareció “La mujer X”, poema acreditado equivocadamente a López Velarde. La última oración de la cita desconcierta porque, para esa fecha, el segundo libro del jerezano estaba en proyecto. ¿Qué quiso decir Phillips?
4. Apoyándose de nueva cuenta en Phillips, De Aguinaga, con la colaboración de Carlos Ulises Mata, nos enmienda la plana a Alfonso García Morales y a mí, aclarando que el supuesto entuerto lírico no tuvo lugar en las páginas de El Universal Ilustrado sino en los pliegos de El Universal. Otro asunto a despejar es el origen de esta confusión que se prolonga en la edición del 19 de junio de 2021 de El Universal en línea.
5. El círculo de íntimos de López Velarde gustaba de la guasa y la picardía. Un ejemplo de suplantación: en viaje a Guadalajara, en mayo de 1921, Rafael López hizo pasar al doctor Jesús López Velarde como Jesús Fernández Ledesma, según la nota de sociales de El Informador.
ÁSS