No creo que el inquilino del sexto piso sea antifascista.
Más bien el fascismo es anti inquilino del sexto piso.
El 4 de mayo de 1938, Adolf Hitler visitó la Italia fascista de Benito Mussolini. La población acudió a celebrarlo tanto por órden del régimen como por voluntad propia. Pero incluso en ese día tan especial, alguien tenía que quedarse en casa para realizar el trabajo que sostiene a un pueblo.
En su departamento, Antonietta (Sophia Loren), ama de casa como muchas otras de aquel tiempo (abnegada, inculta, fascista), se hace cargo del desastre que es tener un marido y seis hijos. Pero un encuentro fortuito con su vecino de enfrente la lleva a pensar, por primera vez, acerca de su papel en el hogar y en la sociedad misma, y a cuestionarse lo que los dogmas que le dicen qué debe creer sobre los demás.
Lejos de las multitudes, la historia transcurre en el espacio doméstico. Habitaciones, patios, pasillos. Allí también está presente el fascismo: en una transmisión de radio que narra las multitudes celebrando a Hitler, que se cuela por las ventanas y ahoga cualquier otro sonido; en la portera, quien fiscaliza la comunicación entre los vecinos; en el rostro de Antonietta, que se altera cuando entiende que Gabriele (Marcello Mastroianni), del departamento de enfrente, no es partidario del fasciscmo. Y él le responde: No creo que el inquilino del sexto piso sea antifascista. Más bien el fascismo es anti inquilino del sexto piso.
Un día especial (Ettore Scola, 1977) tiene entre sus influencias el arresto y expulsión de hombres homosexuales a la isla de Cerdeña (una, mas no la única) durante la Italia fascista. Este y otros datos históricos son el origen de Gabriele, interpretado por Mastroianni, quien hasta ese entonces había dado vida a personajes atractivos y complejos, pero heterosexuales. Con un encanto similar, pero resignificado, Gabriele enamora sin siquiera proponérselo. Locutor de radio, parece que su mayor talento no está en hablar, sino escuchar.
En vez de filmar elocuentes monólogos de denuncia, Scola recurre al diálogo entre los dos protagonistas, y expone cómo la convicción en las ideas sólo es verdadera cuando estas son contrastadas. Parecería, hasta cierto punto, una cinta muy teatral, con elementos mínimos y una historia que se desarrolla toda en una misma ubicación. Sin embargo, la mirada de Antonietta al final del día, consciente de que su devoción al marido y al partido no es recíproca, sólo se aprecia en primer plano. Así como la dignidad con la que Gabriele, escoltado por dos hombres, sale por última vez de la unidad habitacional. No hay gritos ni enfrentamientos, pero sí, en ambos, una agitación interior.
El fascismo, hoy en día, se atreve a venderse bajo el nombre de la libertad. Irónico, tratándose de una ideología que llega hasta lo más recóndito de la persona y dicta: esta es la única forma de ser. De esa manera consolida su dominio, no mediante un líder carismático ni con la fuerza del ejército, sino a través de la gente. Por ello mismo, el primer lugar donde se puede pararlo no es en el campo de batalla, ni en la legislación, sino en el individuo, unidad de medida de las masas. Al igual que un encuentro fortuito con un vecino, una película difícilmente cambiará por completo a una persona, pero puede dejarle un pensamiento o sensación que no haya tenido antes. Y capaz que sea uno de esos prohibidos por el fascismo.
Ettore Scola en la Cineteca
‘Un día especial’ forma parte de la Retrospectiva Ettore Scola que se lleva a cabo en la Cineteca Nacional. Se proyectará este sábado 20 de diciembre a las 6 pm en las sedes de Xoco y Chapultepec.
AQ