Esto no es Berlín es una declaración de principios del mexicano Hari Sama. Es, además, la película inaugural de la 67 Muestra Internacional de Cine. Declaración de principios porque Sama anuncia que lo que estamos por ver no sucede ni en una urbe de vanguardia ni en un tiempo en que México se haya distinguido por sus logros estéticos. Ello implica que la declaración puede leerse desde el anverso: esto es México.
- Te recomendamos 'Novecento': el pianista que no ha tocado tierra Laberinto
Estamos en la década de 1980 y los protagonistas, Carlos y Gera, son adolescentes que sobreviven al inicio de sus pulsiones sexuales en una prepa privada. Visto que la hermana de Gera canta punk, los amigos consiguen introducirse en el ambiente contracultural de esta ciudad. Ahora, si la declaración de principios implica que lo que estamos por ver es el retrato de una vanguardia o el remedo colonizado de la auténtica vanguardia es algo que cada quien debe pensar; lo cierto es que estos amigos se meten de lleno en un underground cuyas puntos focales son antros en Satélite, la Zona Rosa, el Centro Histórico y una fugaz participación en Ecatepunk.
Si uno vivió en México aquellos años quizá reconozca referencias a El Nueve, el Tutti Frutti y otros antros en los que se conectaba droga, se admitía a menores de edad, se ligaba con personas de uno u otro sexo y se escuchaba a U2 antes de que se hiciera pop. Porque si hay una moraleja en esta película es que el pop mata, asfixia. La vida de los chicos contrasta por ello con la de los fanáticos que siguen con fervor el Mundial de 1986. Darketos ellos, se mezclan con la afición que soñó con vencer a Alemania pero no pasó a la semifinal. Sobre todo Carlos, que es una suerte de Tadzio que sirve a Hari Sama para hacer este retrato que, lo dicho, si es pretencioso o justamente nostálgico depende de cada quien. Porque, cierto, no estamos en la capital del Dark, pero aquí están esos personajes que con el tiempo se volverían, le guste o no a la crítica de arte, los exponentes mexicanos de aquello que Avelina Lésper llama VIP (por aquello de que producen video, instalaciones y performances). Sobre todo Nico, un homosexual que se enamora de Carlos: es artista conceptual y fusila eventos como los que en aquellos años realizó en México La Fura dels Baus (antes de que también ellos se hicieran pop).
Esto no es Berlín es una buena película. Es un acierto que los curadores de la Cineteca la hayan escogido para abrir la muestra. Uno desearía que estuviera mejor fotografiada, pero Sama ha conseguido un retrato figurativo de todos estos artistas conceptuales. Por otro lado, no pasa mucho. Y el director y guionista hace bien porque para ver películas con estructura aristotélica están mejor las series de televisión. El cine sigue siendo un arte visual en el que gente como Sama puede retratarse, porque es claro que todo en esta obra tiene un aire autobiográfico. Y quizá no sea la vida de Sama sino la de los otros dos guionistas: Rodrigo Ordóñez y Max Zunino. Lo importante, en todo caso, es que hacía falta una película como ésta, pues lo único que el cine mexicano tenía de aquella juventud que vivió su adolescencia entre 1986 y 1996 eran películas tan mediocres como La primera noche.
Si es cierto que el cine como movimiento nacional es como los retratos que se cuelgan en la casa, Esto no es Berlín es un retrato que nos faltaba. Y uno, como agradecido espectador, puede verse en esta película con la sorna de quien se ve ridículo o con el interés de quien descubre todo lo que ha cambiado.
Esto no es Berlín
Hari Sama | México | 2019
RP | ÁSS