Como han reconocido algunas de sus figuras sobresalientes, ha sido hasta años recientes que las personas trans socialmente han comenzado a acaparar la atención, pero paradójicamente dentro de la comunidad LGBTQ+ otros han señalado la intención de invisibilizarlas. En su novela, Tapizado corazón de orquídeas negras (Tusquets, 2023), Évolet Aceves crea a Cayetana de la Cruz Schneider, uno de los primeros personajes trans de nuestra literatura. Nacido con el nombre de Leonardo, lo que muestra la novela es su transformación.
La novela se ambienta en las primeras décadas del siglo XX y su estética —en el manejo del lenguaje y la vestimenta y el entorno del personaje— es la del modernismo y decadentismo mexicano. En entrevista para Laberinto, Évolet Aceves puntualiza sus intenciones.
¿Desde el principio tuviste claro que la novela tenía que estar ambientada en los comienzos del siglo XX o estuviste tentada a ubicarla en nuestros tiempos?
Creo que desde un inicio la intención fue hacerlo en esa época porque la mayoría de mi narrativa se ubica ahí. De hecho, nunca pensé en escribirla en un escenario contemporáneo, me gusta remontarme al pasado.
Ya que hiciste esa elección, ¿quisiste hacer de la protagonista una pionera en el campo trans?
Sí, creo que sí lo quise hacer así. Me gusta pensar que hubo alguna figura parecida tal vez, pero que por el machismo dominante y asfixiante aquella persona nunca pudo salir a la luz. Y me gusta pensar cómo hubiera sido.
Por el modo en como describes a Cayetana —su forma de vestir, sus joyas— ella está impregnada más del final del modernismo y el decadentismo mexicano.
Qué bueno que lo mencionas. Sí, en efecto, yo soy una gran admiradora y amante tanto del modernismo como del decadentismo, tanto en literatura como en las artes visuales. Toda esa ola de artistas que plasmaron el decadentismo y el modernismo me encanta y una de mis intenciones fue plasmar a Cayetana como una de esas mujeres que ellos retrataron.
Por el periodo en que ubicas la niñez de Cayetana, ella resulta, valga la redundancia, contemporánea de los Contemporáneos. Mencionas como alguien cercano a ella a Xavier Villaurrutia, pero por las características del personaje hubiera pensado más en Salvador Novo, hablando de pioneros en la lucha LGBTQ+.
A mí me encantan todos los Contemporáneos y tanto Novo como Villaurrutia son más versátiles en cuanto a los géneros que ejercieron. Y sí, tal vez hubiera sido prudente hablar de Salvador Novo; de hecho, La estatua de sal me influyó mucho. Creo que si no lo hubiera leído no hubiera escrito esta novela. Me encantó su voz infantil y sus experiencias eróticas tremendas, impensables para la época.
Hay una serie de licencias históricas que te tomas, como hacer que el personaje siendo niño vaya a ver al psicoanalista, ¿puedes hablar de ellas?
Sí, varios elementos son de ficción y yo quise incorporarlos para ir desenvolviendo al personaje de cierta manera. Hay varios hechos que no ocurrieron en esa época como los del psicoanálisis, pero eso forma parte de la ficción para armar la historia.
Precisamente destaca la hiperconciencia que tiene el niño de ser diferente, la del cuerpo es notable.
Es importante resaltar esa hiperconciencia porque no solemos tratar con seriedad a los niños y sus opiniones. Incluso, se les aleja de las conversaciones de los adultos. Me encanta lo que hice con este personaje siendo niño porque está plagado de imaginación, pero al mismo tiempo la imaginación no demerita su propia conciencia, es simplemente una parte de su evolución.
Desde las primeras páginas él va construyéndose fetiches como los zapatos de su mamá o las joyas de su abuela, que van a formar parte del vestuario de Cayetana.
Sí, también hay una intención de aferrarse a lo que se le ha enseñado que es lo prohibido. Es un gusto casi irracional por todo aquello que el niño quiere hacer parte de él, le pide a Dios en un momento que le dé oportunidad de adornarse de esa forma.
Cayetana muestra su marginación, pero incluso en nuestros tiempos las personas trans continúan siendo el sector marginal entre la comunidad LGBTQ+.
En ese sentido tienes muchísima razón, pero como ya mencioné, quise evitar basarme en un escenario contemporáneo. Quise basarme cien por ciento en aquellos años, pero las inquietudes que se reflejan en el personaje sí son inquietudes que tengo en este momento, por lo menos mientras escribí la novela, que ya tiene un tiempo, y que trasladé a aquella época. Muchos recuerdos los fui poniendo en ella, pero no es una autobiografía tal cual porque yo quería pasar todas esas inquietudes por la ficción.
Mi intención fue visibilizar al trans, hasta el día de hoy no tengo conocimiento de una escritora trans mexicana que haya publicado una novela o cuentos; eso no significa que no la haya, simplemente que México sigue muy petrificado en ese sentido. No permite ni una salida, la mía fue como una casualidad o chispa de suerte, ¿no? Yo creo que seguramente ha habido más, pero no han salido y eso también habla de en qué situación está México por esta realidad tan atemorizante. Un periodista me decía que la novela es un manifiesto; más allá del que se menciona en la novela, la obra en sí es todo un manifiesto. Creo que en parte puede ser leído como una especie de declaración para decir “Aquí estamos las escritoras trans y también hacemos ficción y no nada más programas de televisión y para hacer reír a la gente”.
Desde la infancia, la protagonista tiene conciencia de su cuerpo. Por la escena final, la novela reivindica la existencia de un cuerpo diferente al cual también hay que celebrar y por el que debe sentirse orgulloso quien lo posee. Es como todos los que ahora muestran el suyo rechazando lo estéticamente impuesto.
Sí, y qué buena forma de leerlo. Creo que sí es eso, la aceptación, pero no una aceptación resignada sino una aceptación orgullosa, gustosa y gozosa. Una aceptación tanto del cuerpo, pero también de tu ser y tu espíritu. Y un abrazo también al propio cuerpo y a nosotros mismos, porque a veces también nos saboteamos mucho.
Y finalmente también mencionas algo importante: esto no nada más es para las personas trans, es para todo mundo.
Yo no quiero que esta novela sea leída solo por personas trans, sino que sea leída por todo el mundo. No me gusta eso de “literatura trans” o “literatura gay” porque son etiquetas que oprimen mucho. Lo que quiero es que mi novela entre en la literatura contemporánea sin más, sin encasillarla. Pero al mismo tiempo sí quiero que sea reconocida como una oferta dentro de este universo, por el vacío que hay. El final lo quise hacer como una especie de epifanía o estampa literaria. Dentro de nuestro contingente también hay rivalidades y pedradas, eso se vale pero no creo que sea lo más prudente porque se fragmenta la lucha. En el manifiesto de Cayetana puse mis palabras.
AQ