Facilón, qué libro facilón

Toscanadas | Nuestros columnistas

En Amazon es frecuente el elogio "se lee fácil y rápido", pero las obras amadas y la buena literatura exigen un tiempo fascinante, placentero y memorable.

Las grandes novelas exigen del lector un buen esfuerzo mental y emocional. (Foto: Darwin Vegher | Unsplash)
David Toscana
Ciudad de México /

Cuando eché un vistazo a las reseñas de lectores en Amazon, hallé dos elogios que se repiten al recomendar ciertas novelas: “se lee fácil” y “se lee rápido”. En cambio, yo le pondría baja calificación a un libro que se lea con facilidad y rapidez, pues supongo que no me movería a la reflexión, a tomar notas, a desentrañar pasajes profundos, a releer párrafos maravillosos o a releer entera la obra, a cuestionar a los personajes o al autor, a sopesar las frases, a interrumpir la lectura para buscar una referencia, a apreciar cómo se transforma mi alma, a embriagarme de palabras, ideas y alcohol, a agradecer a las musas por la buena literatura.

Pienso en Los hermanos Karamazov, Ulises, Guerra y paz, Don Quijote, Pedro Páramo, La metamorfosis, El general del ejército muerto, El ruido y la furia, La región más transparente, Caballería roja, El hombre sin atributos, Vida y destino, En busca del tiempo perdido, Casa de campo, El jardín de los Finzi-Contini, Hambre, Juntacadáveres, La clase, La familia Moskat, en fin, puedo echar una lista larga de las muchísimas novelas que me vienen a la cabeza como obras amadas, respetadas y admiradas, y ninguna me ha resultado fácil ni rápida; si bien no puedo decir lo contrario, pues tampoco he tenido con ellas la sensación de que hayan sido difíciles o lentas.

Las grandes novelas exigen del lector un buen esfuerzo mental y emocional, pero éste no se traduce en dificultad sino en interés, voluntad, crecimiento y degustación; también exigen tiempo, pero es un tiempo fascinante, placentero y memorable.

¿Qué quieren leer los que aprecian la lectura fácil y rápida? Esos dos adjetivos no sirven para encomiar ningún placer. ¿Qué tal la cena? Se come fácil y se digiere rápido. ¿Qué tal tu noche con Eréndira? Fácil y rapidín. Este vino se bebe fácil y rápidamente. Reunión con los amigos: tómense rápido sus cervezas y conversemos con facilismo.

Lo rápido y fácil ha de buscarse en las molestias: pagar impuestos, sacar la licencia de manejar, aplicarse una vacuna, solicitar un crédito, hacer una reclamación a la compañía de gas…

La lectura rápida y fácil creo que gusta a las empresas editoriales, pues prontamente el lector está listo para comprar otro libro; también gusta a las autoridades culturales, que pueden reportar el índice de lectura con números más jugosos; gusta a muchos maestros, para no batallar; y gusta al leedor banal, que puede zamparse cinco libros en lo que otro más avezado va degustando un clásico.

Pero ya puesto a pensar en estas cosas, he de decir que tampoco entiendo el elogio que va al otro extremo, ése de “sin concesiones al lector”.

AQ​

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