Cumplir 30 años de actividades ininterrumpidas en el arte de la edición no es cualquier cosa. Ediciones Eternos Malabares, la editorial independiente más antigua de Morelos, lo logró, y para celebrarlo realizó en noviembre su Festival Internacional de Poesía 2024. Invitados de varios países (Argentina, Ecuador, Francia, Irán, Perú, Venezuela, Rusia, Brasil y Guatemala) y de varios estados de la República (Hidalgo, Guerrero, Veracruz, Chihuahua, CDMX, Chiapas y Morelos) se dieron cita en este encuentro.
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La historia de esta editorial es similar a la de sus pares. Ediciones Eternos Malabares se fundó en 1994; cuenta con un catálogo que ronda hoy los 300 títulos, y tiene como principal objetivo dar continuidad a la difusión de la cultura literaria en el estado y en el país. Para tal fin, cuenta con varias colecciones: Mester de Junglaría, de poesía; la Saeta del Centauro, de ensayo; El Perseguidor, de narrativa; Cofrades, de antologías; Uña al Trompo, infantil; Talleres Literarios, y una colección especializada en humanidades y derecho: Temas selectos.
Como casa editorial ha realizado importantes coediciones con importantes instituciones de México y el extranjero y ha obtenido el apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes con Fomento de Proyectos 2022 para editar varios libros, entre otros.
El Festival Eternos Malabares se inserta en la agenda internacional y fue realizado con recursos propios; durante su clausura el maestro Julián Cruzalta, cofundador de este esfuerzo editorial, insistió en que el ámbito de la Secretaría de Cultura de Morelos no se reduce a prestar los espacios que son recintos que los ciudadanos pagamos con nuestros impuestos, “necesitamos más apoyo, necesitamos más, ceder un espacio y decir que no hay presupuesto no basta, eso no es una gestión para la cultura”, afirmó Cruzalta.
Hay que advertir, en el mismo sentido, la contracorriente a la que se enfrentan estas empresas del libro. No es extraño que distribuidoras abusivas como Educal retengan los pagos de las mercancías que estas editoriales ya vendieron, y no las pagan por manejos que urge investigar. Tampoco es ajeno a la comunidad literaria que una feria del libro como la del Zócalo de la Ciudad de México, la cual tuvo una gran tradición por ser inclusiva, se haya transformado en un grupo de élite para presentaciones con temas políticos, marginando a las independientes.
Las editoriales independientes, hay que decirlo, se distinguen por cubrir los puntos ciegos de los grandes consorcios, aquellos materiales u obras que éstos no logran ver y que pueden ser también una oportunidad para el lector, y no precisamente best sellers. O sea, una opción para que se conozcan libros que de otra manera no se podrían publicar. Por eso es benéfico que en Morelos y en el país haya esfuerzos de las editoriales independientes. Es fundamental apoyar la edición y acercar a los jóvenes al libro. Hay que mostrarles que el libro no es un objeto ajeno a sus vidas, es un amigo, una compañía que nos ilustra a través del lenguaje, que es la forma que tenemos de percibir y nombrar al mundo, un lenguaje con el cual se abren todas las puertas.
AQ