‘First Cow’: una historia de amor en el Viejo Oeste

Cine

Dirigida por Kelly Reichardt, la cinta plantea la amistad como estado natural del ser humano a partir del encuentro de dos hombres a inicios del siglo XIX.

Orion Lee y John Magaro en 'First Cow'. (A24)
Fernando Zamora
Ciudad de México /

Decía Lévi-Strauss que si sueltas a un gato casero en el bosque se volverá salvaje, pero si sueltas a un humano en el mismo bosque producirá cultura. Tal vez este sea el sentido de la película First Cow, disponible en MUBI: afirmar que lo natural en el ser humano consiste en producir lazos con sus iguales. Así como un pájaro hace nidos y una serpiente teje redes, el hombre produce amistad. First Cow tiene mucho del viejo western. De hecho, The New York Times refiere al cine de Kelly Reichardt así, como westerns feministas. Y lo es en el sentido de que ofrece sensibilidad a un mundo que no lo tiene. Mis películas, dice Reichardt, son “destellos de gente que va pasando”.

Estamos en 1820 y Cookie, el cocinero de unos cazadores, se encuentra con King-Lu, un chino escondido en el bosque. Estamos en el territorio de Oregón, en lo que hoy es la frontera entre Canadá y Estados Unidos. King-Lu es un aventurero que ha caído en desgracia, recibe la ayuda de Cookie y no vuelven a verse hasta que, pasados unos meses, se encuentran de modo casual, se beben una botella y desarrollan una poderosa amistad.

Basada en la novela de Jonathan Raymond, la fuerza de esta película radica en las muchas lecturas que propone. Puede ser una parábola religiosa, una reconsideración histórica o cine gay. En todo caso es importante advertir que el arte de Reichardt no cae nunca en la vulgaridad de lo obvio. De ninguna manera podría compararse, por ejemplo, con Secreto en la montaña. Es arte que más bien se detiene en los detalles que a menudo no vemos; es cine que genera un tiempo y un tono en el que no importa tanto la historia como la narración.

El realismo, para Reichardt, implica la creación de tomas largas y diálogos mínimos con acciones mínimas también, pero con la intención de introducir al espectador en el juego de la contemplación. Desde un punto de vista religioso, la película inicia con lo que pudiese ser la referencia a la Parábola del Buen Samaritano. Conforme avanza la trama, sin embargo, el tema cristiano toma su propio camino y parece referir a la noción de que todo el bien que haces regresa. Amar significa dar, recibir y devolver. Vista así, la relación entre Cookie y King-Lu ha llegado al nivel más alto del amor según lo definían los griegos: la amistad. Y es el más alto porque no tiene interés. Ni siquiera sexual.

Desde el punto de vista de la reconsideración histórica vale la pena detenerse en la primera secuencia: una chica desentierra unos huesos. La imagen recuerda el intento de la región (especialmente Canadá) por reconciliarse con su pasado. En este sentido la amistad entre un cocinero y un aventurero chino está al servicio de confirmar que toda la violencia que hubo en la occidentalización de esta región tiene, sin embargo, una luz.

La tercera interpretación es la más polémica: ¿es First Cow una película gay? Durante una secuencia la cámara sugiere que Cookie observa a King-Lu mientras se baña. Fuera de esto no hay más pistas pues, lo dicho, el amor entre estos dos hombres no se agota en el deseo por satisfacer una pasión. Reichardt está interesada, en todo caso, en contar la historia de dos personajes que, por lo estrecho de sus lazos pueden desafiar al orden establecido. ¿Y cómo? Ordeñando una vaca. Vista así, First Cow es una historia de amor no necesariamente sexual que tiene lugar en el Viejo Oeste, una frontera en que dos humanos se encuentran atrapados entre el mito de la grandeza y la realidad.

First Cow

Dir. Kelly Reichardt | Estados Unidos | 2019


AQ

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