Las increíbles aventuras de George Plimpton

Personajes

Jugar en el Yankee Stadium y ser discípulo de Leonard Bernstein son sólo dos de las las aventuras de este periodista que tuvo una vida que supera a la ficción.

George Plimpton formó parte de la corriente del "nuevo periodismo". (Foto: cortesía de la editorial)
Andrea Serdio
Ciudad de México /

Las instantáneas de George Plimpton son deslumbrantes. Editor de la legendaria revista The Paris Review, figura insoslayable de la literatura estadunidense en la segunda mitad del siglo XX, fue el creador del llamado periodismo participativo, del que su libro El hombre que estuvo allí, publicado por la editorial española Contra, recoge un muestrario ejemplar y divertido.

Se trata de una antología del trabajo periodístico y ensayístico de Plimpton, durante varios años reportero de la prestigiosa revista Sports Illustrated, para la que escribió sus experiencias como “profesional aficionado” en béisbol, hockey sobre hielo, golf, boxeo y otros deportes.

En 1958, en el Yankee Stadium, previo a un partido de postemporada entre equipos de la Liga Nacional y la Liga Americana, Plimpton asumió el reto de lanzarles a todos los jugadores de ambos equipos, plagados de estrellas. Al principio le fue bien, después comenzó a sentir desesperación, fatiga y una enorme soledad mientras más de veinte mil espectadores veían, entre indiferentes y curiosos, sus reiterados fracasos en el montículo.

La vida de George Plimpton es una permanente aventura, un desafío constante a los convencionalismos. Quiso vivirlo todo, y lo hizo.

En 1959, en el viejo Stillman’s Gym de la Octava Avenida, en Nueva York, se enfrentó en una pelea de exhibición, pactada a tres rounds, al campeón mundial semipesado, Archie Moore. El previsible resultado fue una dolorosa derrota que lo dejó con la nariz sangrando y una excelente crónica en las manos.

La mayor virtud de Plimpton es la honestidad con la que escribe sus fracasos, sus “autoimpuestos calvarios”, como dijo su amigo Ernest Hemingway. En 1963, por ejemplo, después de insistir en varios equipos para que lo aceptaran como último quarterback durante la pretemporada, fue admitido por los Leones de Detroit, donde gestó otra derrota, otro ridículo que transformó en una joya narrativa.

El volumen se divide en cinco apartados. En cada uno de ellos, Plimpton despliega sus dotes escriturales, su sentido del humor, su memoria prodigiosa. Recuerda cuando alineó como portero en un partido profesional de hockey sobre hielo, la ocasión en que, bajo la dirección de Leonard Bernstein, tocó el triángulo y los platillos con la Filarmónica de Nueva York, y logró un éxito inesperado al golpear el gong en la Segunda Sinfonía de Tchaikovski.

Es un libro risueño, entrañable, con las vivencias y reflexiones de Plimpton, quien nació en Nueva York en 1927, la ciudad en la que moriría en 2003. Nunca se privó de nada, fue amigo de John y Jackie Kennedy, a quienes dedica una crónica entrañable; se adentró como trapecista en el mundo del circo, hizo pequeños papeles en el cine y la televisión y contó historias estremecedoras de personajes como Muhammad Ali o Vince Lombardi.

De muchos de los episodios que relata en el libro existen registros audiovisuales disponibles en internet para los interesados en la historia de un aventurero y apasionado periodista.

AQ

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