Gloria Lasso, la diva de la canción

Música

Además de un legado de casi 600 grabaciones a lo largo de su carrera, la cantante le dejó invaluables lecciones de vida al autor de este texto.

Rosa Vicenta Montserrat Coscolín Figueras, conocida artísticamente como Gloria Lasso. (Wikimedia Commons)
Luis Roberto Rodríguez Valle
Ciudad de México /

En uno de los discos de acetato que tenía mi padre en la vieja consola, descubrí a quien se convertiría en mi cantante favorita: la barcelonesa Gloria Lasso. Recuerdo que ese disco incluía la versión en español de “Capri c’est fini”, éxito del francés Hervé Vilard.

En la sala de su casa, nervioso, la vi bajar las escaleras. “Buenas tardes”, me dijo.

Había leído mucho sobre su carrera en periódicos españoles y franceses, también lo que escribía de ella el periodista mexicano Mario de la Reguera, quien a menudo reseñaba sus discos, conciertos y presentaciones, principalmente en Francia.

Era una de las cantantes más famosas del mundo, con más de 80 millones de discos vendidos, tres mil canciones de varios idiomas y conciertos en el Olimpia y el Bataclan en París y el Carnegie Hall de Nueva York.

Absorto, la escuché repetir: “Buenas tardes”, le devolví el saludo y estreché su mano. Se me quedó viendo fijamente, de arriba abajo. Nos sentamos y yo le pregunté:

—Señora Lasso, ¿cuándo inició su carrera?

—Es una larga historia, es muy pesada, tantos recuerdos, mejor hablemos de ahora, de lo que estoy haciendo y voy hacer. Tengo muchas cosas por hacer —me respondió.

Acepté la propuesta, sin imaginar que conocería más de cerca su vida y carrera artística, porque a partir de esa entrevista, establecí con ella una relación de amistad y de trabajo que duró hasta su muerte en Cuernavaca.

Gloria Lasso (Barcelona, 1922) empezó su carrera de improviso, al sustituir a una cantante que murió de un paro cardiaco durante un programa radiofónico en la empresa en la que ella trabajaba como operadora: Radio Madrid, a finales de los años cuarenta.

Pocos años después, en 1954, se estableció en Francia, donde se convirtió en cantante exótica de music-hall. Dotada de una gran voz, cultivó con esmero la canción española, pero también cantó muchas adaptaciones de los temas del momento. Fue descubierta por empresarios de la disquera Pathé Marconi (EMI FRANCE) y contratada para grabar un disco que incluía “Étranger au Paradis” (sobre una melodía de la ópera Príncipe Igor, de Borodín). Esta canción tuvo un éxito sin precedentes para la época, vendió un millón de copias. De esta manera despegó como cantante, colocándose muy pronto a la cabeza de la conocida sala Olympia de París, donde realizaría más de 30 presentaciones a lo largo de su carrera. De igual modo, sus canciones resonaron en toda Europa.

¿Por qué si Gloria Lasso era española y triunfó en París, vivía en Cuernavaca?

Su respuesta fue categórica: “Me gusta Cuernavaca, me gusta, ¡me encanta Cuernavaca!, cada rincón de Cuernavaca me encanta, menos cuando me tropiezo con un escalón. ¡Adoro Cuernavaca!, ¡Adoro la gente de Cuernavaca!, me gusta cómo me acoge la gente de Cuernavaca. ¡Me quiere!, ¡me quiere la gente de Cuernavaca! Me saluda cuando me ve en la calle. En ningún lugar del mundo es así, hasta el taxista te dice, ¿cómo está madrecita?”

Y vaya que le gustó la “Ciudad de la eterna primavera” (como la bautizó Humboldt), que conoció a finales de los años cincuenta, luego de terminar una temporada en El Señorial de la Ciudad de México.

Su amiga Edith Piaf le había sugerido que viajara a nuestro país, ya que sus discos eran todo un éxito en tierras mexicanas.

En su libro El silencio roto describe a Cuernavaca como un verdadero paraíso, llena flores y árboles, pero además habla de su acompañante, el empresario de El Señorial, ni más ni menos que el actor del western mexicano, Mario Almada, en ese entonces muy elegante.

A partir de aquella primera visita, decidió establecerse en México. Y así, durante cerca de cincuenta años Gloria Lasso viajó por todo el mundo para regresar siempre a su Cuernavaca, a sentarse a disfrutar del Jardín Borda y de la catedral, de la que siempre le sorprendió su majestuosidad y donde cantó con los Niños Cantores de Morelos.

Una vez me dijo: “Luis, no sabes cómo quiero a esta ciudad, esta catedral es maravillosa, ¿sabes que canté aquí? Fue espectacular, pero desordenado.

“Lo leí en su libro”, le respondí, mientras me imaginaba el alboroto que le habría hecho al organizador del concierto, ya que para sus conciertos era muy estricta, incluso intransigente, porque para “las cosas deben salir bien”, porque la gente paga.

Siempre me sorprendió su intuición para descubrir las fallas técnicas o de personal en los recitales, para ella era muy natural, con tanto concierto alrededor del mundo.

Gloria impuso en Europa canciones mexicanas en todas sus grabaciones, como “El soldado de levita”, “La cigarra”, “Guadalajara”, “Dos arbolitos”, “Veracruz”. Internacionalizó a los autores mexicanos, entre ellos a Armando Manzanero con su tema “Ahora”, que fue un éxito en Francia y el primer tema de Manzanero en grabarse en otro idioma.

Recorrió el mundo entero llevando en su voz la música española, mexicana y francesa, principalmente, ofreciendo recitales en países como España, Francia, Italia, Egipto, Bélgica y Canadá.

Grabó más de tres mil canciones en diversos idiomas y países, y su repertorio abarca unos 400 álbumes y más de cien compactos.

A comienzos de los 60 se instaló definitivamente en México. Durante veinte años se consagró entre el público mexicano, ofreciendo recitales en todos los teatros, foros y centros nocturnos del país, época en la que el presidente de México, Adolfo López Mateos, le otorgó la nacionalidad mexicana.

Cantó con grandes orquestas, entre ellas, la de Paul Mauriat y Franck Pourcel. Sus canciones fueron temas de películas como Romeo et Juliette. Su canción más conocida quizá sea “Luna de miel”, del célebre compositor griego Mikis Theodorakis, con letra en español del poeta Rafael de Penagos. Otras también importantes son “Amor, no me quieras tanto”, “Historia de un amor”, “Et maintenant”, “Extraños en el paraíso”, “Ahora”… éxitos de gran resonancia tanto en América como en Europa.

Gloria Lasso comentaba que durante su estancia en Europa su discográfica le instaló una recámara en el estudio para descansar en los intermedios de las grabaciones, ya que eran muchísimas las que realizaba.

Por su gran calidad fue nombrada “La diva de la música internacional”, “La voz romántica del bolero”, “La voz de oro”, “La reina de la música latina en Francia” y “Representante de la canción exótica”, entre tantas otras cosas que hablan del gran reconocimiento que tuvo.

En 1985 volvió a Francia; la reclamaron para el Olympia de París y decidió quedarse diez años más ofreciendo recitales y grabando varios discos compactos. En 1995, Paloma San Basilio grabó una versión de “Luna de miel” con buena fortuna, que se magnificó cuando ambas, Gloria y Paloma, la cantaron a dúo en un programa de televisión. Regresaron a México ese mismo año con un éxito arrollador. Surgieron homenajes, presentaciones y nuevas grabaciones como el disco América, con canciones del español José Luis Perales.

El último concierto

Dos semanas antes habíamos vencido todos los obstáculos, las arbitrariedades, la ignorancia y el desdén de las autoridades de la Secretaría de Cultura de Morelos, en aquel entonces a cargo de Cristina Faesler.

Después de ultimar detalles en la cafetería La Parroquia, se cayó en la calle de Guerrero, lesionándose la rodilla, lo que desmejoró su salud, situación que no le impidió despedirse, el 11 de noviembre del 2005, como las grandes en el Cine-Teatro Morelos, con hora y media de sus grandes éxitos.

— Ahí dejó el alma —dice María José Lasso, su hija, y es verdad.

A mí me la rompió al estarla observando en el escenario, hacía el mayor de sus esfuerzos y se desgarraba por cumplirle a su público sentada en un sillón Luis XV.

Quien estuvo presente atestigua su entrega, no se le cumplió el sueño (“quiero morir cantando como mueren las cigarras”, decía), un mes después, partió.

Durante sus últimos años Gloria Lasso viajó constantemente entre México y Francia ofreciendo conciertos y grabando discos, entre ellos, Canciones de amor (México 2005) y Ses plus grands succès (Francia 2005).

Ocupó frecuentemente las páginas de “la prensa del corazón” por sus múltiples matrimonios, que se han llegado a cifrar en una decena, aunque en una entrevista que dio en 2003 al diario francés France Soir, aseguraba que habían sido seis, y que el resto no eran sino publicidad.

En los últimos años, Lasso resultó beneficiada por la vuelta a la moda porque sus canciones fueron reeditadas y se dieron a conocer a las nuevas generaciones por medio del internet.

Ensayando canciones que interpretaría en un concierto para el 31 de diciembre, la sorprendió la muerte con un paro cardiaco. “La diva de la canción internacional” falleció el 4 de diciembre del 2005 y sus cenizas fueron depositadas en la Catedral de Cuernavaca, Morelos.

Gloria Lasso me dejó muchas lecciones de vida, su ánimo para levantarse ante los tropiezos, no rendirse, disfrutar la vida a cada instante, como ella lo hizo con su inolvidable e irrepetible voz.


Fragmentos de la Biografía de Gloria Lasso (inédita).

AQ

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