Gonzalo Martré: “El Chanfalla no es perverso sino hijo del medio ambiente”

Entrevista

Recientemente se publicó la trilogía protagonizada por el tristemente célebre personaje del escritor hidalguense, argumentista durante varios años del inolvidable ‘Fantomas. La amenaza elegante’.

Gonzalo Martré, escritor y periodista mexicano. (Cortesía del autor)
Silvia Herrera
Ciudad de México /

Gonzalo Martré (1928), argumentista durante varios años del cómic Fantomas. La amenaza elegante, inició su carrera literaria rodeado de escándalo por el lenguaje y las situaciones escabrosas que presentaba. Él se considera heredero de José Joaquín Fernández de Lizardi y lo mejor de su obra cae dentro del género satírico. El primer tomo de su trilogía El Chanfalla. Tiempo de buhoneros, merolicos y trapisondistas, apareció en 1978; el segundo, Tiempo de tiras, porros y caifanes, en 1984; y el tercero, ¿Tormenta roja sobre México?, en 1993. A propósito de la nueva edición de la trilogía completa (Autoridad del Centro Histórico-Angelito Editores, 2023) de esta novela mural que cuenta la construcción del México moderno y sus cambios políticos, visto por el protagonista que proviene del barrio, conversamos con el autor.

¿El Chanfalla es héroe o antihéroe?

El Chanfalla es villano desde que nace. Acuérdate que cuando es niño roba perros, hace las maldades que puede. El Chanfalla nunca fue nunca una buena persona, es un bicho malo.

¿Podría decirse que el barrio es quien lo hace malo?

En el segundo tomo, El Chanfalla se une a una pandilla de niños que ya van para la adolescencia; todos ellos hijos de rateros acostumbrados a la maldad para provecho propio. Se vuelve ratero, roba en los camiones, mata a un ciego, pero lo hace casi todo influido por el medio. Hay más: resulta que aparece una persona que lo adopta, Lola La Chata, que no es virgencita de la caridad ni monja enclaustrada; ahí aprende otras maldades.

Vas presentando los cambios de la época, ¿el sistema echó a perder a El Chanfalla?

Claro, el sistema lo echa a perder. La Candelaria de los Patos era ni más ni menos que la corte de los milagros de los años treinta y cuarenta, que empezó a desaparecer en los años cincuenta. Entonces, al lado de Lola La Chata, veía lo que ella hacía. Para él era muy natural verla comerciar con la mota y la cocaína; era la proveedora de los nuevos ricos emanados de la Revolución.

Si damos un salto al tercer tomo, con el PRI que se va consolidando, ¿podemos decir que su maldad aumenta cuando se hace sicario en ese nuevo escenario político?

El Chanfalla no ve como maldad lo que hace, es su modo natural de vivir. Ha ingresado a un cuerpo policiaco ilegal; el servicio secreto no estaba contemplado en la Constitución. En la Constitución estaba contemplado un cuerpo policiaco dependiente de la Procuraduría de Justicia; ese cuerpo era la Policía Judicial, pero el servicio secreto ideado únicamente para la Ciudad de México era comandado por un exmilitar, el coronel Manuel Mendoza Domínguez, que era un hijo de puta completo, muy eficiente porque basaba su investigación en la tortura y si no encontraba al culpable de algún ilícito, lo inventaba. Inventaba chivos expiatorios y eso lo veía El Chanfalla porque él lo había sido.

Cuando la muerte del periodista Bretón, culparon a dos delincuentes: uno grande, el Güero Batillas y el otro casi desconocido porque era lumpen. Pero el Güero Batillas tenía coartada y tenía padrinos; era compadre de Lola La Chata y supo zafarse de esa incriminación. El Chanfalla no, no tenía quién lo amparara. Entonces, fue víctima propiciatoria para encontrar un culpable de la muerte del periodista que estaba denunciando a Miguel Alemán como el gran ratero; y como no era permitido decir eso, lo mataron.

Entonces, El Chanfalla mayor es inconsciente, pero en otro caso ¿qué tan perverso puede llegar a ser?

No, no. El Chanfalla no se considera perverso, es un hijo del medio ambiente en que ha crecido desde niño; lo que hace en ese medio no es perversidad ni maldad. Es el modus vivendi de un cierto estrato social del hampa.

La novela es realista y mezclas personajes reales con otros inventados. ¿Todos tienen un modelo real?

En El Chanfalla casi todos los personajes corresponden a modelos reales. En 1978 les cambié el nombre, no fuera a ser yo víctima de ellos. Pero ya para la tercera edición, puse sus nombres reales porque todos estaban muertos, todos.

El Chanfalla es un personaje de ficción que se mueve en los estratos reales de la Ciudad de México. Vicente Lombardo Toledano aparece con su nombre. Cuando El Chanfalla se infiltra en el movimiento de Valentín Campa, ahí está Valentín con su nombre, también los fundadores del comunismo mexicano. El Chanfalla aprovecha que un viejo amigo suyo de la infancia es hijo de un ferrocarrilero y le hace creer a él y a su papá que es del grupo de Valentín Campa y Demetrio Vallejo. Se la pasa vigilándolos y no sospechan nada. Cuando ya todos están presos, se dan cuenta que fueron delatados por El Chanfalla.

Ante todo, está tu interés por el barrio. No ha faltado quien diga que lo denigras como lo hicieron contra Buñuel en Los olvidados.

Sí, la novela resulta pariente muy cercano de Los olvidados de Buñuel. Hay una controversia de que Buñuel le pirateó a un escritor la historia de la película, y no es cierto. Los personajes de ese escritor son campesinos y no gente de la ciudad. No tiene nada que ver con el barrio. Podríamos decir que Los olvidados también es la novela de El Chanfalla.

También algo ligado al realismo es el lenguaje, que es aportación tuya. Reflejas el caló de cada momento.

Cuando El Chanfalla ingresa, siendo apenas adolescente, a la palomilla que comanda El Barril chico, que es hijo de Lázaro, El Barril grande, un hampón muy famoso de medio pelo, aprende el caló de la época y se expresa exactamente igual. En el segundo tomo hay una dimensión, en la cual los chicos creen que a El Chanfalla lo mataron, porque así salió en el periódico. Entonces se ponen a rememorar las aventuras que tuvieron con él y lo hacen utilizando el caló. Es la única novela mexicana, donde el caló de la época adquiere una personalidad real. Yo lo aprendí, no lo inventé.

Parece que si la Ciudad de México era más peligrosa en el barrio, era porque la policía era más gandalla.

Desde luego, la policía era el enemigo número uno. Sobre todo, los del servicio secreto, porque acostumbraban a agarrar sus peones; o sea, que robaron para su beneficio. Les señalaban qué casas tenían que robar, a quién tenían que secuestrar y lo hacían.

El Chanfalla es una novela mural y puede ser considerada tu obra más ambiciosa. Pero ¿la consideras la mejor?

No. Es mi mejor novela de ese tipo, pero lo que yo considero mi obra mayor es El címbalo de oro. Es una especie de Chanfalla, donde se relatan los principales acontecimientos de la última década del siglo XX. También con personajes nombrados con sus nombres. Te señalaré uno nada más: la muerte del cardenal Posadas. Está relatado satíricamente; quienes lo matan son los narcos, el porqué es otro asunto.

Como resumen, El Chanfalla ¿es una obra seria con todo?

Por supuesto que sí. Es satírica, pero en el primer tomo hay hasta realismo mágico: los perros hablan, el oso habla.

AQ

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