Gregorio Walerstein, el zar del cine mexicano

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La historiadora Eugenia Meyer recorre la carrera del productor y recrea la época que le tocó vivir, de la bohemia del barrio universitario cuando era estudiante.

Gregorio Walerstein murió el 24 de enero de 2002. (Intervención a la portada del libro publicado por el FCE)
Andrea Serdio
Ciudad de México /

La biografía Gregorio Walerstein. Hombre de cine (FCE), escrita por su hija, la historiadora Eugenia Meyer, cuenta las peripecias profesionales de quien desde niño descubrió su pasión por la farándula, primero en el teatro y luego en el séptimo arte.

Gregorio Walerstein nació el 22 de febrero de 1913 en la Ciudad de México, el mismo día que el país se estremeció con los asesinatos de Francisco I. Madero y José María Pino Suárez. Sus padres, judíos de origen polaco, habían llegado a México en busca de una vida mejor para sus hijos y se encontraron un país en llamas.

Walerstein estudió Contaduría en la Universidad Nacional de México, por cuya autonomía luchó en el movimiento estudiantil de 1929. En 1941 incursionó en la producción cinematográfica junto con Simón Wishnack. Su primera película fue Lo que el viento trajo, una comedia simplona dirigida por José Benavides Jr. y protagonizada por Jesús Martínez “Palillo”, que fue un rotundo fracaso de crítica y taquilla.

El libro de Eugenia Meyer no sólo recorre la carrera de Walerstein, también recrea y habla de la época que le tocó vivir, de la bohemia del barrio universitario cuando era estudiante, de su matrimonio con Josefina Derechin Syrulik, del nacimiento de sus hijos Frida, Eugenia y Mauricio, del ímpetu y la pasión con la que se fue erigiendo indiscutible Zar del cine mexicano en un tiempo de bonanza para esa industria en nuestro país.

Después del desastre de su primera película, Walerstein y su socio tuvieron otras dos experiencias poco gratas antes de encontrar la clave del éxito con la versión cinematográfica de la novela de Alejandro Dumas El conde de Montecristo, llevando en los papeles estelares a Arturo de Córdova y a la hermosa y simpática puertorriqueña Mapy Cortés.

En su larga travesía por el cine mexicano, Walerstein contó con colaboradores de lujo como los escritores Efraín Huerta, José Revueltas y Mauricio Magdaleno y descubrió la piedra filosofal que le permitió hilvanar un éxito tras otro con películas como El baisano Jalil, dirigida y protagonizada por el inolvidable Joaquín Pardavé.

Como empresario, Walerstein ocupa una página sobresaliente en la historia del cine nacional y para algunos, como el director Julio Bracho, “ha sido el mejor productor que ha tenido México”.

La filmografía de Walerstein comprende 278 películas, algunas muy malas y otras que se han vuelto clásicas y se mantienen vigentes en el gusto del público, como México de mis recuerdos, El gran Makakikus o El Enmascarado de Plata, con la que comienza la leyenda del Santo.

Gregorio Walerstein murió el 24 de enero de 2002. Fue un hombre de cine y sus películas son el reflejo de una época en la que los sueños se hacían realidad a golpes de audacia.

RP/ÁSS

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