Héctor Xavier, un moderno solitario

Arte

Señales de vida es el título de la exposición que presenta el Museo Nacional de Arte para celebrar los cien años del dibujante mexicano, uno de los fundadores de la legendaria Galería Prisse.

Héctor Xavier, 'Juan José Arreola', s.f. (Cortesía de la familia Xavier Kaiser)
Miriam Mabel Martínez
Ciudad de México /

El 3 de diciembre se celebra el centenario del nacimiento de Héctor Xavier, un artista que “vivió intensamente lo que dibujó”, como escribiera Alberto Dallal, crítico de danza que lo observó más que inventarse un destino, trazarlo. Dibujante por convicción, Héctor Xavier dedicó su vida a observar para entender el movimiento no solo de los cuerpos, sino la vida en sí, como lo evidencia su obra.

Su línea, elegante y energética, indaga, cuestiona; esa curiosidad, ese ímpetu es el legado que se exhibe en Héctor Xavier, señales de vida, en el Museo Nacional de Arte del 7 de diciembre al 20 de febrero de 2022; la segunda de tres exposiciones curadas por maestra la Miriam Kaiser.

La primera, Centenario de Héctor Xavier, se inauguró el 24 de septiembre —y hasta el 22 de febrero— en el Museo de Arte de Sinaloa insertado en los festejos de los 30 años del MASIN y los 490 de la fundación de Culiacán, y la tercera navegará en la virtualidad. Y si bien el artista nació en Tuxpan, Veracruz, lo liga a este recinto una colección de 16 dibujos que resguarda, a instancias de Jaime Labastida, admirador de este artista solitario tan respetuoso, como lo describe el poeta sinaloense, de los materiales y de su trabajo en sí.

Ese respeto se observa en la acuciosa investigación que Héctor Xavier inició desde muy joven, quizá desde niño cuando dibujaba el río Tuxpan en su imaginación, líneas que lo llevaron ya en la década de los cincuenta a viajar y explorar otras tradiciones, como le sucedió a su paso por Italia y su encuentro con la punta de plata, un hallazgo que lo definió como artista y como explorador de líneas. Después ya no fue él mismo, abandonó el lápiz para indagar otras tradiciones y otras posibilidades, las cuales le fueron imprescindibles en la tarea que se impuso: explorar el poder del dibujo no como un medio, sino como un fin. Así, aprendió a mirar desde el sumi-e y otras técnicas japonesas, a buscar soportes, a explorar papeles artesanales, a palpar las texturas de los arches y, sobre todo, a fortalecerse en el dibujo. Esta fuerza, inmersa en su obra, es la que merece, más que ser reconocida, mirada por las generaciones actuales… sería lo justo.


Héctor Xavier, Cartulina 3B

(Cortesía de la familia Xavier Kaiser)


Es justo recuperar su trabajo para entender el desarrollo de las artes visuales en México. Es justo contemplar su línea, sus experimentos, su capacidad de ver al pasado y actualizar técnicas. Es justo entender cómo problematizó el dibujo y lo indagó en sus formalidades para explorarlo como un tema en sí. Es justo porque es uno de los grandes artistas del dibujo del siglo XX; un moderno solitario, como se agrupó a los sin grupo que tanto contribuyeron a la explosión de la cultura y de las artes del medio siglo XX. Un rebelde que se unió a otros solitarios, como Vlady y Alberto Gironella, para fundar la Galería Prisse, en 1952, y demostrar que sí había otras rutas. Personajes como Héctor Xavier son los que continuaron una ruptura que venía rompiendo moldes en manos de Carlos Mérida y Rufino Tamayo, como lo hizo paralelamente su contemporáneo Pedro Coronel, pintor también nacido en 1921 (25 de marzo) y cuyo festejo de centenario —en el Museo del Palacio de Bellas Artes— coincidirá en fechas. Es justo que los públicos del siglo XXI descubran la aportación de estas figuras que está intrincada en los trazos de otros y el relato de todos.

Héctor Xavier, Amigo de León Felipe, s.f.

(Cortesía de la familia Xavier Kaiser)


Es injusto que sea un artista para artistas, porque esa capacidad de sintetizar ambientes y color, como señalaba Felipe Erhenberg, debería ser celebrada por todos. Deberíamos todos adentrarnos en el mundo de este dibujante aislado en un “mundo muy especial donde su preocupación era la estética del dibujo, con una capacidad técnica extraordinaria y respuestas siempre asombrosas”, como lo recuerda Tomás Parra. Deberíamos introyectarnos en el trabajo de Héctor Xavier para comprender lo que Gilberto Aceves Navarro apuntó: “el dibujo va a ser desde adentro hacia afuera”. Contemplar cómo fluyen esos adentros en los dibujos de Héctor Xavier es una delicia, una experiencia que hacen táctiles las palabras de María Luisa Mendoza: “En Héctor no solo era el tras, sino también la carne, el espíritu y el coraje, la ira, el dolor, la ternura. Era sensacional”.

Y esas sensaciones son los puntos de fuga de las curadurías de Miriam Kaiser que exploran al dibujo como género y que nos muestran el talento y la aportación de un artista que en vida tuvo tres exposiciones individuales en el Museo del Palacio de Bellas Artes y una en el Museo de Arte Moderno. Las tres muestras que hoy simultáneamente exhiben y celebran el hacer de Héctor Xavier son un reconocimiento y el resultado de la lucha de su familia por compartir un legado que, desde la marginalidad del mercado, ha definido la ruta de las artes visuales contemporáneas.

Héctor Xavier, El águila, 1978

(Cortesía de la familia Xavier Kaiser)


Visitar Héctor Xavier, señales de vida, que abrió al público este 7 de diciembre, es deambular por un microrrelato de la modernidad mexicana que nos ayuda a entender el presente. Es descubrir una ruta alterna, perderse en la intimidad del artista para ver el ejercicio cotidiano del dibujo. El espectador se enfrentará al ejercicio diario de la mano, al espontáneo que queda trazado en una servilleta o en un programa de mano o en un mantelito de papel, así no solo caminará por el pensamiento de Héctor Xavier, sino por la ciudad que caminó (ahí está el restaurante Kineret y La Flor de Lis, entre otros sitios ya inexistentes), por el paisaje que absorbió, mostrando esa capacidad de observación que ya había sorprendido en su tiempo a sus coetáneos en el libro-bestiario, Punta de plata, que hizo con Juan José Arreola, después de compartir ocho meses de visitas al zoológico de Chapultepec para contemplar a los animales, en un ejercicio que se adelantó al conmovedor texto de John Berger “¿Por qué mirar a los animales?”… ¿Por qué mirar?, la obra de Xavier no propone una respuesta, simplemente nos cuestiona y nos reitera la necesidad de observar, de observarnos. De detenernos a mirar el tiempo sin tiempo en cuerpos humanos y animales, en movimientos al aire que evocan la vida, en gestos que emergen del espíritu para marcar los rostros y también intuir el futuro en esos retratos, como se observa en retratos de su hija Tamari y de José Emilio Pacheco, o la simultaneidad en los de Jaime Labastida y Juan José Gurrola. Contemplar el trabajo de Héctor Xavier exige calma, hacer una pausa para imaginar cómo un artista puede convertir la técnica en investigación y cómo el hacer, esa práctica diaria que no cansa, sino que enaltece, se transforma en un método de conocimiento.


Héctor Xavier, Frida Kahlo, s.f.

(Cortesía de la familia Xavier Kaiser)


Es injusto que la muestra del MASIN, integrada por 69 piezas, no se exponga en la Ciudad de México, que las 30 obras que forman parte de la exhibición virtual no se sumen a las 55 que serán expuestas por primera vez en el MUNAL para armar una gran retrospectiva que incluya su participación en revistas culturales, su interés por la danza y la música traducido en dibujos, que no se esté escribiendo sobre su legado, sobre la continuidad de una tradición que lo conecta con el trazo de José Clemente Orozco en el pasado y con la mirada del dibujo como poiesis que explora Juan-Iván González de León (1960) en el presente o las prácticas posmodernas que investiga Darío Meléndez (1985). Es injusto que nos quedemos con las ganas de ver más de la obra de Héctor Xavier, un artista que se definió en la línea, que hizo del dibujo su leitmotiv.

Es injusto, sí; sin embargo, la posibilidad de mirar el retrato de su mano izquierda sobre una servilleta empieza a delinear una ruta, quizá, hacia la justicia.


Héctor Xavier, serie Las Azules

(Cortesía de la familia Xavier Kaiser)

AQ

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