Hermanas | Por Gisela Antonuccio

Ficción

Con autorización de Hachette Literatura presentamos el siguiente fragmento de la segunda novela de la periodista y escritora argentina, autora también de 'La hija'.

Portada de 'Hermanas', de Gisela Antonuccio. (Cortesía)
Gisela Antonuccio
Ciudad de México /

1.

Le pregunto a papá cómo es la muerte.

—Como la paz —dice papá—, hay calma, silencio.

—¿La viste?

—¿Por qué no vas a jugar?

No quiero. No digo por qué. Cuando juego hay silencio.

Le pregunto a mamá cuándo voy a tener un hermano o una hermana.

Mamá baja la vista. No me responde.

Estar sola me da miedo.

Le pregunto a papá si estoy muerta.

Se sorprende. Me abraza.

—Tu vida recién empieza.

Hace silencio.


Por la noche escucho llorar a mamá. Algunas mañanas se queda en la cama. Papá me prepara el desayuno. Le convido de mi tostada.

—Es tuya —me dice.

Ni él ni yo tenemos ganas de comer.


2.

Imagino cómo es jugar con alguien. Lo hago con mibebé de juguete. Se llama Lorena. A todos les digo que es mi hermana. Los adultos sonríen.

Mamá y papá me asustan cuando me enfermo. Tienen ojos de preocupación. Creo que tienen miedo de que me muera. Debe ser malo morir.


3.

Un día me doy cuenta de que mamá está más gorda.No es la primera vez que tiene panza. Otras veces le creció y después le desapareció. Le pregunto si la panza le va a durar.

—Espero que sí —me dice. Me acaricia.

—¿Tenés un bebé?

—En una de esas.

Por la noche les rezo a las estrellas. Les pido que la panza de mamá no desaparezca.


4.

Una tarde aprendo a coser con mi abuela. Hago un saco para mi bebé, que llevo a todas partes. Mi abuela hace el molde. Lo corto sin ayuda. Mi abuela me felicita.

El teléfono suena. Mi abuela atiende.

Al colgar, me dice que tengo una hermanita. Miro el teléfono, el mantel de hilo bordado. Miro las cosas que me rodean. Si no se mueven es que estoy despierta.


5.

Mi abuela me pone la bufanda y me acomoda el gamulán. Tomo a mi bebé. Le pongo su saquito nuevo. La puerta se abre. El viento es helado. Me despeina. Miabuela aprieta su mano enguantada a la mía. Con la otra aprieto a mi bebé contra mi pecho hasta llegar a casa.


6.

Mamá me extiende los brazos. Lleva puesta su bata.

Me abraza. Dejo mis brazos quietos. No quiero soltar a mi bebé.


7.

Papá prepara café. Me pide que no haga ruido.

Mi abuela me da la mano. Avanzamos por el pasillo. Me suelto. El piso de parqué cruje. Abrazo a mibebé. Me quedo junto a la puerta. Desde ahí veo elmoisés con tules verde agua. Veo un bulto debajo de una sábana bordada y una manta color manteca. Es mi hermana recién nacida. Veo su mano cerrada a la altura de la oreja. Sus aritos de perla, su nariz pequeña.Tiene pelo castaño. Le asoma por su gorrito de algodón. Me gustan sus pestañas. Tiene muchas, como yo.

Miro a mi bebé. Miro a esa que duerme.

La que tengo en mis brazos se parece a mí. La que está en el moisés, no.


8.

Mi abuela se acerca, se toma del moisés. Le quito la mano. Me acerco más a la bebé. Mamá y papá aparecen en el marco de la puerta. Me observan, contentos.

—¿Te gusta, Vane? —pregunta mamá—. Hay que pensar un nombre.

—Se llama Lore —digo—, como mi bebé.


9.

Le pregunto a mamá cómo salió Lore de su cuerpo.

Me dice que por la panza. Le pregunto si no pueden salir por otro lado. Le digo que me da miedo que me corten la panza. Me cuenta que algunos salen de más abajo, por un agujerito que tienen las mujeres para que salgan los bebés.

Le pregunto por dónde salí yo, si por la panza o por ese agujerito.

No sabe.


10.

Estuve en el cuerpo de otra mujer, me dice mamá.

Le pregunto si me encargó, como hace con el helado, cuando vienen visitas.

—Yo soy tu mamá del corazón.

Toma mi mano. La lleva a su pecho.


Me pregunto cómo es que salen los bebés del corazón.


11.

Cuando el moisés deja de moverse, mamá cierra la puerta.

—Vamos —dice.

Lore se queda con una vecina. Mamá le pidió que se quedara junto al moisés, hasta que regrese.


12.

Le pregunto a mamá qué pasa si Lore se despierta.

—No se va a despertar porque estuvo despierta toda la mañana.

Mientras caminamos hacia la escuela, le pregunto por qué dejó la radio encendida.

—Para que escuche ruidos normales de casa.

—¿Por si se despierta? —pregunto.


13.

Mamá camina apurada. Está seria. Casi siempre me lleva a la escuela con Lore en el cochecito. Pero esta vez mi hermana se durmió antes. A mamá no le pareció buena idea despertarla, por el frío.

—Mejor que duerma tranquila —dice.

Al llegar a la puerta del colegio, mamá me da un beso.

—¿Vas a casa? —quiero saber.

—Ya mismo —contesta.

Mamá me pone la mochila en los hombros.

—¿Qué traés que pesa tanto, Vane?

—Mi bebé —digo.

—¿Para qué? —me pregunta.

—Tengo miedo que llore si no me ve en casa.

Abro la mochila para mostrarle. Cuando levanto la vista, mamá ya no está en la puerta.

AQ

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