La mirada de Rose Mary Salum es implacable en Donde el río se toca, un libro que impide al lector tomar aliento; el desasosiego aparece a cada instante en las nueve historias que contiene, todas ellas protagonizadas por animales, en ocasiones acompañados por humanos para subrayar la sevicia de nuestra especie, su inevitable deshumanización.
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Publicado en 2022 en Nueva York por la editorial Sudaquia (cuyo lema es: “Nada como leer en tu idioma”), este volumen muestra a una autora en pleno dominio de su oficio. Rose Mary Salum fabula, juega, exhibe, reflexiona sobre algunas de nuestras peores taras: la intolerancia, la violencia, los prejuicios, la discriminación, la crueldad que merodea a cada momento en nuestra vida cotidiana; lo hace de manera incisiva, sin renunciar, cuando es conveniente, a los dardos de la ironía o el humor, como en el cuento “La lora de Clara”, en el que un ave burlona saca de quicio a su propietaria, quien la persigue infructuosamente con una escoba para devolverla a su jaula, pero una y otra vez la lora la esquiva mientras Clara la insulta, tira y rompe el televisor, se golpea repetidas veces en una sucesión de escenas cómicas que parecen sacadas del cine mudo, pero que también nos muestran el fastidio de la convivencia rutinaria, la incomprensión, la falta de respeto hacia el espacio del otro/ de la otra, el dolor de la pérdida, cuando la lora escapa de la casa.
Con ilustraciones de Rita Basulto, el libro tiene uno de sus momentos más dramáticos en “La gata en cuarentena”, obvia referencia al encierro que experimentamos con la pandemia. Una gata herida de una pata deambula por las habitaciones de una casa solitaria, sube a una ventana y desde ahí observa la ventana de la casa vecina donde un hombre y una mujer están sentados a la mesa, cenando. Ella habla y él come, de pronto él se pone de pie, se dirige hacia ella, la jalonea, le jala los cabellos, vuelve a sentarse y de nuevo se levanta para seguirla golpeando. Todo sucede como en La ventana indiscreta de Alfred Hitchcock, con la gata como único testigo. De pronto aparece en escena una niña, la mujer, tumbada sobre la mesa, se reincorpora y trata de arreglarse la ropa. “El hombre señala con el dedo a la nena. La mujer se baja de la mesa con un gesto rápido y trata de detener al hombre que parece irse sobre la niña porque ahora la toma por los hombros y la sacude”. La luz se apaga, la gata se acurruca, pero no puede conciliar el sueño.
Es asombrosa la manera como Rose Mary Salum construye sus relatos; economizando todo, sobre todo palabras, no califica, no opina, solo expone, y al hacerlo construye el reflejo de nuestro tiempo.
“La muy mona”, “La mosca en la sopa”, “El zángano” y “Donde el río se toca” son otros de los cuentos de este libro que merece la mayor atención de los lectores.
AQ