‘Huesera’: nacer para sí misma

Cine

El horror de la cinta de Michelle Garza está en cobrar conciencia sobre las transformaciones del cuerpo y si son o no nuestro deseo.

Natalia Solián en ‘Huesera’. (XYZ Films)
Fernando Zamora
Ciudad de México /

El 13 de junio falleció el escritor Cormac McCarthy de quien, Manohla Dargis, de The New York Times dijo: nunca leyó un manual de guionismo. Y lo puso como un elogio. Lo mismo puede decirse de Michelle Garza y Abia Castillo, guionistas de Huesera (disponible en Amazon Prime).

Huesera puede resultar difícil para el amante del cine de fórmulas, con tres actos, plot point y un desenlace moralmente aceptable. Aquí no hay nada de eso, pero hay conflicto. Uno que atañe a todos los seres humanos. Porque Huesera no es sólo, como se ha dicho, una obra en torno al desafío que lanza Valeria, la protagonista, contra la institución heteropatriarcal de la maternidad. No es ni siquiera un sutil manifiesto contra el statu quo.

Huesera es, en un sentido más amplio, la historia de una persona que tiene que enfrentar un cambio radical en su cuerpo. No es necesario poder embarazarse para entender a Valeria, basta recordar la angustia que produce la pubertad.

La investigadora Linda Williams, en Film, Bodies, Gender, estudia el cine que produce horror a partir del cambio corpóreo. Los humanos solemos pensar que somos espirituales (cuando menos mentales) pero cierto cine nos enfrenta con el hecho de que también somos carne, vísceras, huesos. Los cambios en el cuerpo muestran que estamos hechos para morir.

En 1978 William Girdler dirigió The Manitou, un filme extraño sobre un hombre a quien le crece un cerebro en el hombro. Algo mucho más complejo tiene lugar en Eraserhead de David Lynch y, por supuesto, en la mejor de todas, The Brood de David Cronenberg. El horror psicológico al que se enfrenta Valeria no estriba en su preocupación por la vida que lleva adentro, como en El bebé de Rosemary. Al contrario, ella está consciente de que en su seno hay otra vida, una existencia distinta que la está haciendo cambiar. Por eso resulta tan original ese final extraordinariamente actuado por Natalia Solián. Más allá de los discursos baratos, la actriz transmite esperanza, amor y ternura. Pero no en el sentido convencional. Más allá del discurso político, Valeria nos muestra que para dar vida es necesario, primero, nacer. Algo similar a lo que pasa con la protagonista de la novela El acontecimiento de Annie Ernaux.

Entonces, ¿Huesera es un filme de horror? No en el sentido convencional. Los demonios están en la mente de Valeria y si somos honestos, nos enfrentará con nosotros mismos, con este conflicto radicalmente humano, la necesidad de decidir entre lo espiritual —representado aquí por el amor a otra mujer— o lo corpóreo, dar a luz. Se trata de un conflicto que desgarra los huesos de Valeria en esta película más próxima a Freud que a Beauvoir. Porque, en efecto, la protagonista tiene que enfrentarse a una transformación corpórea y en la cultura en que vivimos eso nos recuerda que tenemos que morir.

Para los cristianos la transmutación era una buena noticia, los romanos pensaban, con Ovidio, que las metamorfosis podían hacer de los hombres seres divinos, pero vivimos en una sociedad totalmente desencantada. Para nosotros, como para Kafka, la metamorfosis implica el horror de transformarnos en insectos de la maquinaria social. En esta cultura las metamorfosis que vivimos día con día en el tránsito del niño al adulto, durante el embarazo o en la menopausia, nos enfrentan a todos con el auténtico conflicto de Huesera: ¿estamos dispuestos a transformarnos en nuestro propio deseo o vamos a dejar que nuestro cuerpo nos transforme en un deseo que nunca fue nuestro?

Huesera

Michelle Garza Cervera | México | 2022

AQ

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.