Retorno a la inociencia

Toscanadas

"Tolstói se desilustró; aquí me divorcio de su pensamiento que se volvió parecido a un fanatismo religioso", escribe David Toscana.

"El propio Tolstói caminó hacia atrás", asegura David Toscana. (Archivo)
David Toscana
Ciudad de México /

Decía Tolstói que los individuos y las naciones procuraban la civilización y no la ilustración. Según su entendimiento, una persona se puede llamar a sí misma civilizada si va a la universidad, se limpia las uñas, visita al peluquero y viaja. Por su parte, una nación es civilizada si posee ferrocarriles, academias, fábricas, barcos de guerra, fortalezas, periódicos, libros, partidos políticos… En cambio, la ilustración requiere de un mayor esfuerzo, por eso es desdeñada por la gente. Dice que una mayoría odia la ilustración porque expone la mentira de la civilización. No hay duda de que Tolstói usa la palabra civilización, “цивилизаціей”, y así está en todas las traducciones de sus diarios, pero quizá sería pertinente sustituirla hoy por progreso, esa palabrita que conocen bien los políticos. Y voy a suponer que, por ilustración, Tolstói se afiliaba a la famosa definición de Kant: “Que el hombre deje atrás la inocencia que se impuso a sí mismo”.

Es difícil hablar de ilustración y fácil hablar de progreso. Por eso hay tanto debate sobre la construcción de un aeropuerto o una refinería o un ferrocarril, pero no hay quien tome la palabra para entrar al mundo de la ilustración: plantear lo que debe ser una escuela, lo que debe enseñar, si se opta por la disciplina o el mimo, si la universidad ha de ser para todos o para quienes se constituyen en élite intelectual, si se deben tomar medidas contra los agentes idiotizadores, si el derecho a la educación comprende también el derecho a no educarse, si la escuela debe avanzar en cada nivel al ritmo de los inteligentes o rezagarse al paso de los bobalicones, si la letra ha de entrar con sangre o si sólo es para aquellos que le hallaron el gusto.

Apenas menciono algunos temas de la educación, que a su vez es apenas la base de la ilustración.

Pero vaya uno a saber, cada día me desencanta más la idea de que todo el mundo debería educarse más allá de saber leer y escribir. A partir de ahí, se supone que cada individuo es libre de dejar la inocencia que se impone a sí mismo o fundirse la cabeza viendo series. Progreso o civilización, estamos dando pasos atrás. En el pasado, el ser humano se enorgullecía de ser el amo de la naturaleza, hoy muchos se avergüenzan; se enseñoreaba de las bestias, y hordas hoy quieren ser una bestia más.

El propio Tolstói caminó hacia atrás. Renegó de sus grandes novelas, se volvió vegetariano, satanizó el alcohol, y entonces llegó a criticar que los campos se sembraran con uva para el vino, con granos para otras bebidas o lúpulo para la cerveza. Aquí me divorcio de su pensamiento que se volvió parecido a un fanatismo religioso.

Tolstói se desilustró, se impuso un retorno a la inocencia.

ÁSS

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