Se estrenó en 1996, pero Irma Vep (disponible en MUBI) vuelve a adquirir actualidad. Su creador, Olivier Assayas, ha consentido en realizar este año, para HBO, una serie televisiva basada en su propia película.
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Assayas produce así un divertido juego de espejos cuya trama puede resumirse de este modo: un cineasta francés dirige en 2022 una serie cuya trama gira en torno a la producción de una serie basada en una película que ese mismo director realizó en 1996 y que se trata de cómo se produce una película basada en una serie de obras clásicas del cine mudo francés.
Parece churrigueresco y lo es. Por eso, la película de 1996 ha terminado por ser un clásico del cine posmoderno, ese que a menudo se tacha de frívolo y que se señala por hacer pastiches, pero que ha dado a la historia del arte un par de joyas. Irma Vep es una de ellas.
Y es que, más allá del juego de referencias, el de Assayas es un autorretrato similar al de esos pintores que se miran en un espejo con su estudio y sus lienzos detrás; es una introspección que parte del hecho de que Assayas, durante su juventud, estuvo obsesionado con la imagen de Musidora, la vampiresa original en la película de 1915. Y se enamoró al grado de darle vida de nuevo.
En este sentido, Irma Vep es un pretexto para construir una obra en torno a una belleza que lo obsesiona. Y su personificación es Maggie Cheung. La presencia escénica de Cheung queda de manifiesto en otra película en la que su belleza física resulta capital. En el 2000 Wong Kar-wai la contrató para personificar la voluptuosidad misma del deseo en In the Mood for Love. Así que, más allá del chisme propio de la página de espectáculos, resulta importante saber esto: que, en efecto, Olivier Assayas consiguió casarse con Maggie Cheung, que él y ella tuvieron un tórrido romance y un divorcio abrupto. Se trata de un dato que permite entender esta serie de televisión que se desarrolla como pretexto para reflexionar en torno a las razones por las que él y ella no consiguieron trascender el amor que se habían inventado en el set.
Pero aún hay más juegos de espejos. Los ojos que miran en los ojos del amante. Cheung representa en Irma Vep la mirada del extranjero, el otro; la visión foránea con la que Assayas consigue finalmente mirarse a sí mismo y a todo aquello que, tal vez por cotidiano, le suele pasar inadvertido: el set de cine y cierta cara salvaje de París, con sus raves, sus cafés y sus amores insatisfechos.
Hay algo que queda bien claro tanto en la serie como en la película: que lo que realmente ama Olivier Assayas es el cine. Por eso, más que la historia, lo que realmente impacta en la película Irma Vep son las imágenes, el clímax en que el director se permite hacer cine experimental utilizando técnicas de principios del siglo pasado.
Este hombre que se identifica con Terrence Malick y que desprecia a Ridley Scott ha decidido hacer una serie televisiva. Lo hace para reflexionar en torno al acto creador. Y por eso hay que ver la serie, pero sobre todo hay que ver Irma Vep, la película de 1996, dejarse hipnotizar por esas secuencias en que Assayas abandona el sonido y se concentra en la belleza oriental de Maggie Cheung. Estamos hablando de imágenes que ya forman parte de la historia del cine. Como las de Musidora cuando hizo a Irma Vep. Justo por eso, la película es fiel interpretación de la obra de Feuillade. Porque Assayas consigue refundar el mito, el de una mujer de belleza exótica que elogia en el cine lo efímero del amor.
Irma Vep
Olivier Assayas | Francia | 1996