En 1979, José Efraín Ríos Montt se convirtió al cristianismo. En ese año también compañeros de religión lo convencieron de que debía gobernar Guatemala. El militar cumplió su meta entre el 23 de marzo de 1982 y el 8 de agosto de 1983. Diecisiete meses fueron suficientes para ejecutar a más de diez mil personas, la mayoría indígenas. En la recta final, el dictador se sometió a un juicio polémico. La cineasta guatemalteca Izabel Acevedo reflexiona sobre aquel periodo en su documental El buen cristiano.
¿Por qué regresar al periodo que gobernó José Efraín Ríos Montt?
Guatemala es un país con una historia compleja y por medio del documental quería aportar elementos para entender algo de la guerra que mi país padeció durante 36 años.
Aunque el periodo de Ríos Montt no toma más de diecisiete meses.
Sí, pero fue el periodo con la mayor cantidad de muertes, desapariciones y torturas de toda la guerra. A partir de su mandato se reconfiguró el país y por eso me parece importante entender quién fue este hombre, qué cambios realizó y cuál es su sombra.
Todavía hay viejas deudas en ese sentido.
De hecho, su juicio es apenas un paso. En diez años de dictadura militar hubo tres gobiernos: los de Benedicto Lucas García, Ríos Montt y Mejía Víctores. Durante esa década sucedieron una cantidad de cosas de las que todavía no se ha hablado: desaparecidos y víctimas de la violencia.
En los últimos años se han filmado varias películas alrededor de este periodo. ¿Percibe una inquietud entre los realizadores jóvenes por ajustar cuentas con el pasado?
Hay una tendencia por comprender lo que sucedió. Creo que, en parte, se debe a que después del juicio a Ríos Montt se abrió un umbral de información. No obstante, Guatemala es un país que no aprecia la memoria y no ha preservado archivos más allá de los diarios, así que conseguir material audiovisual de esos años es difícil.
Una de las virtudes de su documental es darles voz a los propios militares.
Algunos de los mejores materiales audiovisuales los obtuve gracias a un militar. Creo que la gente necesita hablar, pero depende de su situación personal y del momento político. Los militares tenían una necesidad tremenda de contar su versión porque los medios internacionales estaban con las víctimas. En la izquierda también hay gente que quiere dar su testimonio, pero aun persiste el miedo, la tensión.
Desde el título mismo hay una crítica velada a la Iglesia y su participación en este tipo de conflictos.
En el caso de Ríos Montt, el papel de la Iglesia protestante fue muy importante. Los evangélicos intercedieron para que Reagan lo apoyara. A partir de Ríos Montt, Guatemala se fue convirtiendo al cristianismo y hoy es más evangélica que católica. Muchos militares reconocieron que no tenían tanto poder hasta que la Iglesia llegó al poder. De alguna manera, el documental quiere demostrar que un proceso de esta magnitud se compone de varios factores.
De manera tangencial, El buen cristiano habla del perdón, algo que en México se discute.
Es interesante que lo relaciones con México. López Obrador tiene razón cuando dice que el país necesita paz, pero en Guatemala la amnistía nunca cubrió el genocidio o crímenes de lesa humanidad y eso fue lo que permitió llevar a juicio a gente como Ríos Montt. Es válida la amnistía, pero es necesario saber ponerle límites. Algo muy importante es recuperar la verdad. Una de las cosas buenas que dejó el proceso de paz en Guatemala fue la instauración de la Comisión del Esclarecimiento Histórico. A México le vendría bien contar con una, así como con procesos de justicia transitoria acordes a su realidad.